Pues sí, aunque suene extraño, hubo cangrejos peleando en México durante la Reforma y el Segundo Imperio. Pero no se confundan, no estoy hablando de esos simpáticos animalitos provistos de tenazas que viven a la orilla del mar o en los ríos alimentándose de crías de tortuga y otros pequeños seres vivos y que suelen darnos muy buenas pellizcadas si tenemos la osadía de molestarlos. Pero que a la plancha o en tacos son deliciosos.
Entonces, ¿de dónde salieron estos cangrejos de los que estoy hablando y que armados de fusiles, sables y pistolas lucharon en México en esos turbulentos tiempos?
Bueno, pues resulta que éste fue uno de los nombres con el que se conoció en el imaginario popular a los miembros del bando conservador, por la manía que tienen los auténticos cangrejos de caminar hacia atrás (aunque también caminan de lado y hacia adelante, hay que aclararlo). Otras formas de llamarlos era "mochos", en referencia a los generales Osollo y Orihuela, a los que les faltaba alguna parte del cuerpo, perdida en batalla, y que por lo mismo, estaban "mochos".
El mocho Luis G. Osollo |
No se sabe bien a bien cuándo surgió el apodo, pero ya durante la última dictadura de Santa Anna era algo común escucharlo por las calles de las ciudades y pueblos.
Es en esos momentos cuando el gran intelectual liberal Guillermo Prieto (1818-1897) compone una excelente canción, en 1854, dedicada a los cangrejos. Esta canción se volvió muy popular a partir de la Guerra de Reforma y durante el Segundo Imperio Mexicano y permaneció en el imaginario colectivo aun en la Revolución Mexicana y sirvió para pitorrearse de la oligarquía militar y clerical que pretendía dominar al país. En la práctica se convirtió en una especie de himno para los liberales.
Guillermo Prieto |
La letra original fue publicada en el libro "Viajes de Orden Suprema" escrito por el mismo Guillermo Prieto. Las estrofas eran las siguientes, aunque el estribillo procede de una versión que se popularizó en Guanajuato:
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa'delante,
doscientos para atrás.
Casacas y sotanas
dominan dondequiera,
los sabios de montera
felices nos harán.
Estribillo:
¡Zuz, ziz, zaz!
¡Viva la Libertad!
¿Quieres Inquisición?
¡Ja-ja-ja-ja-já!
Vendrá "Pancho Membrillo"
y los azotará.
Maldita federata
que oprobios nos recuerda,
hoy los pueblos en cuerda
se miran desfilar.
¿A dónde vais, arrieros?
Dejad esos costales:
Aquí hay cien oficiales
que habéis de transportar.
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa'delante,
doscientos para atrás.
Estribillo:
¡Zuz, ziz, zaz!...
Orden, ¡gobierno fuerte!
y en holgorio el jesuita,
y el guardia de garita,
y el fuero militar.
Heróicos vencedores
de juegos y portales,
ya aplacan nuestros males
la espada y el cirial.
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa'delante,
doscientos para atrás.
Estribillo:
¡Zuz, ziz, zaz!...
En ocio el artesano
se oculta por la leva,
ya ni al mercado lleva
el indio su huacal.
Horrible el contrabando
cual plaga lo denuncio,
pero entre tanto el Nuncio
repite sin cesar:
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa'delante,
doscientos para atrás.
Estribillo:
¡Zuz, ziz, zaz!...
Previendo lo que de seguro muchos se preguntarán, les comento que "Pancho Membrillo" es el nombre con el que se conocía popularmente a la vara de membrillo que utilizaban en aquellos años los maestros para "disciplinar" a sus educandos. ¡La letra con sangre entra, decían! Y sí, con "casacas y sotanas" se refiere a los militares y al clero, que de acuerdo con la canción, "felices nos harán". Ajá.
Como sucede con muchas canciones populares, con el tiempo se le agregaron nuevas coplas por autores anónimos que tan sólo pretendían actualizar su carácter rebelde. Éstas, por ejemplo, aparecieron en 1861, a punto de comenzar la Intervención Francesa:
Al sable y al bonete
el pueblo les dirá:
en las revoluciones
pararse es ir atrás.
Rompí ya mis cadenas,
brilló la libertad;
que marchen los cangrejos,
que marchen al compás.
Murió la tiranía,
ya sólo imperará
de la Constitución
la excelsa majestad.
Por eso al que pretende
ad libitum mandar,
el pueblo grita airado
¡cangrejos, para atrás!
Si progreso y reforma
palabras son no más,
y tras ellos no marchan
honor y probidad;
si sólo es ilusión
la santa Libertad,
no hay duda que marchamos,
cangrejos, para atrás.
O ésta otra, dirigida contra los jesuitas:
Si indómito el comanche
nuestra frontera asola,
la escuadra de Loyola
en México dirá:
Cangrejos a compás,
marchemos para atrás.
Esta otra, dirigida contra dos obispos, me encanta:
El Obispo Barajas
y el Obispo Murguía
se dieron de cuernazos
por una tapatía”
Y otra más dedicada a Concha Lombardo, esposa del presidente conservador Miguel Miramón:
En l’ancha crinolina
de Concha Miramón
se esconden los traidores
al ruido del cañón…
El mismo Miramón, el militar más prominente de los conservadores y del que las hablaré en otra ocasión, no escapó de que se le compusieran sus coplas:
¿Por qué viniste al ferro
tan tonto y tan simplón,
patriarca de los mochos
señor San Miramón?
Una rara fotografía de Miguel Miramón con su esposa Concha Lombardo |
En 1973, el INAH sacó al mercado un disco LP titulado "Cancionero de la Intervención Francesa", coordinado por el historiador Ricardo Pérez Montfort y con la participación de la excelente cantante mexicana Amparo Ochoa. En él se recuperó, entre otras canciones como "Adiós Mamá Carlota" o "La Chinaca", la popular composición de Guillermo Prieto, también conocido en el mundo de las letras por su seudónimo de "Fidel". Si quieren escuchar la canción, aquí es dejo el enlace respectivo: https://www.youtube.com/watch?v=RumNOjsk0yo. Por si les interesa escuchar el disco entero aquí les dejo también el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=t9EO-hIT9OQ. Ahora, por cierto, se puede conseguir en CD.
La canción de Los Cangrejos, como es natural, molestaba sobremanera a los conservadores, por lo que estuvo prohibida en el territorio dominado por ellos durante la Guerra de Reforma. Con la llegada de Maximiliano, algunos alcaldes decidieron volver a prohibirla, pero liberal como era el austriaco, de inmediato ordenó que dicha prohibición se levantara. Inclusive se cuenta que, cuando el emperador viajó a la ciudad de León, Guanajuato, en agosto de 1864, se enteró de que ahí el alcalde había mantenido la prohibición de marras. Ni tardo ni perezoso, Maximiliano ordenó que la orquesta municipal la tocara durante la comida que dicho alcalde le ofreció. Sobra decir la humillación que sintió este funcionario público y el regocijo de los pocos liberales leoneses que observaron el acto.
A Maximiliano también le gustó la canción... |
En estos tiempos modernos en que la Iglesia pretende regresar por sus fueros, en que los militares vuelven a cobrar protagonismo y en que nuestros gobernantes se lanzan de frente contra muchas de las conquistas sociales obtenidas con la sangre del pueblo a lo largo de muchos años, creo que es momento de volver a entonar la canción escrita por Fidel (no se confundan con Fidel Castro) durante las manifestaciones que casi a diario recorren la avenida Reforma (creada, por cierto, por Maximiliano). Así que los conmino a componer nuevas estrofas que se ajusten a la situación actual.