martes, 26 de enero de 2016

ALGO DE CRÍTICA LITERARIA

Siendo un bibliófilo por nacimiento, hace poco decidí traicionar un poco mis raíces y me compré un Kindle de Amazon. En cuanto llegó dicho aparato a mi entonces domicilio neoyorkino, me lancé a buscar títulos interesantes que poder adquirir. ¡Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que Amazon tiene más de mil títulos gratuitos! Loco de la emoción, comencé a imaginarme bajando los mejores títulos de historia o de novela histórica y disfrutando de largas horas de agradable lectura. ¡Oh, decepción!

En el largo listado de libros gratuitos había muy pocos de historia (y no precisamente de los mejores). Así que decidí concentrarme en la novela histórica. Obtuve algunos títulos buenos, es cierto, pero otros que no merecen siquiera llamarse libros.

Quiero platicarles acerca de tres de ellos, con el caritativo fin de que no los adquieran y se eviten malos momentos en su lectura. Hago hincapié en que los tres títulos que mencionaré aparecen como grandes éxitos editoriales. Increíble pero cierto.

Primero: El Rastreador, de Blanca Miosi, quien aparece como una de las autoras más vendidas en Amazon. La novela trata sobre un miembro retirado de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos que es enviado a Pakistán para liberar a un antiguo compañero que supuestamente está en manos de Al-Qaeda. El tipo en cuestión es una especie de Rambo con más inteligencia que Stallone y el encanto de James Bond. Todas las mujeres quieren con él. Pero como arma especial cuenta con un olfato digno de un sabueso. ¡Literalmente puede percibir el olor de una persona aunque esta haya pasado por el lugar dos días antes! La trama está llena de estereotipos (el árabe malo y el anglosajón bueno), aunque hay algunos personajes que se salen de lo normal. El hermano, rubio y de ojos verdes, se vuelve musulmán y planea asesinar a la familia Obama al completo durante la ceremonia del perdón del pavo previa al inicio del Thanksgiving Day. El compañero perdido resulta ser un soldado puertorriqueño que en realidad se unió a Al-Qaeda seducido por una joven afgana que es miembro de dicho grupo terrorista. Y para colmo, resulta que Al-Qaeda está buscando la forma de recuperar el protagonismo que la muerte de Bin Laden y la aparición de ISIS les quitó. Vaya, que están celosos de sus compañeros del Estado Islámico. Al final, el héroe gringo, como siempre, salva la situación en una historia insulsa y pesada. A la basura con él. ¡Ah! Según la autora, la historia se basó en las cartas que los soldados latinos del ejército gringo en Afganistán le escribieron para contarle sus aventuras.




Segundo: El eslabón Sinaiticus, de Sonia Tomás Cañadas. Realmente no sé cómo comencé a leer semejante basura y como pude llegar al final. El problema es que yo soy de los que, una vez empezado un libro, tengo que acabarlo por muy malo que esté, siempre con el pensamiento optimista de que "a lo mejor se pone bueno". Se presenta como un "Thriller polémico histórico religioso", y la verdad que no cumple con nada de eso. La historia trata de un grupo de arqueólogos ingleses que descubren por pura suerte una serie de esculturas sumergidas en el Támesis y que parecen ser medievales. En total son nueve: cinco monjes con espadas y cuatro arcángeles. Sin que se entienda el motivo, dicho descubrimiento despierta gran expectación y la misma reina de Inglaterra cede unos terrenos en su palacio de Saint James para construir un museo exclusivo para dichas estatuas. A la inauguración acuden grandes dignatarios mundiales, incluido el papa Benedicto XVI. Y justo cuando todos están ahí reunidos, los cuatro arcángeles cobran vida y la emprenden con furia contra todos los presentes. Al final, serán los arqueólogos los que consigan, con la ayuda de los monjes espadachines (que también cobran vida, aunque varios días después), los que derroten a esta especie de gamberros alados. Por cierto, de vez en cuando aparece una alumna de uno de los arqueólogos, una muchacha pesada y engreída (una niña fresa, vaya) que está enamorada de su profesor pero que en ningún momento de la trama justifica su aparición. Pésimo libro. El peor de los tres.



Tercero: La última cripta, de Fernando Gamboa, quien presenta su novela como una mezcla de El Código da Vinci e Indiana Jones. El libro comienza bien, a buen ritmo, aunque la historia está un poco jalada de los pelos. Se trata de un joven instructor de buceo inglés que por chiripa descubre, en el Caribe hondureño, una campana que perteneció a un barco templario. De ahí arranca una frenética búsqueda del supuesto tesoro templario (de cuya leyenda les hablaré en otra ocasión) y que lo lleva a él, a una arqueóloga mexicana(hija de gringo y mexicana y que utiliza un lenguaje que pretende ser mezcla de chilango y acapulqueño bastante malo) y a un anciano profesor de historia medieval español a recorrer Honduras, Mali, Mallorca, México y Guatemala. Como dije, comienza bien, pero como a la mitad cae en picada y no vuelve a levantar cabeza. Después de recorrer medio mundo descubren que el tesoro se encuentra en la ciudad maya de Yaxchilán, en la frontera entre México y Guatemala, aunque del lado mexicano. Cualquiera que conozca dicha zona arqueológica, por cierto una de las más hermosas que tenemos, sabrá que está llena de turistas y de vigilantes del INAH, pero los tres buscadores de tesoros llegan a una zona completamente vacía, sin un alma que la recorra, por lo que pueden recorrerla a sus anchas y hacer lo que quieran en sus pirámides. De repente, los alcanza un buscador de tesoros gringo que también anda en busca de las riquezas templarias y los obliga a trabajar para él. Su estancia en dicha zona arqueológica termina abruptamente cuando un grupo del EZLN les cae por sorpresa y los ataca con armas de alto poder, mientras el gringo loco vuela una pirámide en cuyo interior hay un cenote donde los templarios escondieron su tesoro. Al final, los dos personajes principales (el anciano profesor español de historia medieval muere en Yaxchilán) acaban en Guatemala, en un pueblo llamado Tecpan (que según el autor significa "la Ciudad del Templo", cuando en realidad el significado es "lugar de la casa real" de acuerdo con los diccionarios español-nahuatl que consulté, pues en realidad es una palabra nahuatl y no maya), entrando bajo el altar de la iglesia del siglo XVII (que en realidad es un altar maya de sacrificios) y descubriendo el auténtico tesoro templario: una urna con los huesos de Cristo. El cura los descubre y los tres terminan en la oficina parroquial discutiendo sobre la conveniencia o no de hacer público un hallazgo semejante, por la repercusión que podría tener en la fe de las personas pobres y humildes cuya única esperanza es obtener una mejor vida en el cielo una vez que acaben con esta otra llena de sufrimientos. Una auténtica chorrada, vaya. Lo único bueno del libro es el humor de los personajes, que se llevan bastante fuerte entre ellos, en especial el submarinista y el profesor de historia. La verdad es que se hacen bromas muy buenas.




En fin, que como habrán observado, ninguno es de mis libros favoritos y celebro haberlo descargado gratis, ya que me hubiera dado mucho coraje pagar por ellos, aunque fueran diez centavos de nuestro devaluado peso.




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