domingo, 10 de junio de 2018

BREVE HISTORIA DE LOS PAÍSES MÁS DESCONOCIDOS: HONG KONG

Cosmopolita, tolerante, diversa, colorida y vibrante. La antigua colonia británica de Hong Kong, situada en un pequeño archipiélago del sur de China, es sin duda una de las más interesantes ciudades del mundo. En ella convergen muchas culturas distintas y opuestas. Por un lado, la ancestral y orgullosa cultura china, con una visión más espiritual, y por el otro la moderna y dinámica cultura inglesa, con una visión más material. En el medio, todo el aporte cultural que cientos de miles de inmigrantes procedentes de muchas regiones del planeta han dejado en ella. Sus habitantes han sabido mezclar a la perfección todas estas tradiciones, dando así origen a una  de las urbes más fascinantes de la Tierra.

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Desde sus inicios Hong Kong demostró su vocación comercial. Si bien comenzó como una simple aldea de pescadores, pronto empezó a adquirir notoriedad cuando algunos de los emperadores de la dinastía Han Oriental (25-220) fueron enterrados ahí. Años después, en 1276, el emperador Zhao Bing, perseguido por los mongoles, eligió este archipiélago como refugio, para después suicidarse al lado de sus más fieles seguidores tras la derrota definitiva de sus tropas en la batalla de Yamen. Una dolorosa historia que aún se recuerda en Hong Kong. La ocupación mongola de China provocó que un gran número de refugiados convergieran en este lugar, lo que pronto lo convirtió en un ajetreado puerto volcado en el comercio de sal y perlas.



Este auge atrajo de inmediato a piratas y bandidos así como a clanes rivales, lo que obligó a los dirigentes del clan Tang, el más importante de la zona, a fortificar el puerto y los pueblos que lo rodeaban. Gracias a eso, en la actualidad aun podemos admirar varios de estos pueblos amurallados con más de 500 años de antigüedad, entre los que destaca el de Sheung Cheung Wai con su muro de ladrillo verde, y que provocan en la mirada del profano la sensación de pequeñas islas de paz en medio del inmenso mar de la modernidad. Este mismo contraste se puede observar ahora en otras grandes ciudades chinas que, a imitación de Hong Kong, se han lanzado a una espectacular pero caótica carrera modernizadora que ha rodeado barrios antiguos con los más increíbles rascacielos.

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Pueblo amurallado de Sheung Cheung Wai

Poca gente sabe que los primeros europeos en establecerse en Hong Kong fueron los portugueses, quienes fundaron un pequeño puesto comercial en 1514, aunque éste no duró demasiado tiempo. Los ingleses llegaron a la zona hasta el siglo XIX, pero lo hicieron de una forma no muy digna. Apoderarse de un puerto extranjero para poder vender drogas libremente, no es algo de lo cual sentirse orgulloso. Y es que en efecto eso es lo que sucedió. Los ingleses, en pleno proceso de expansión imperialista, estaban interesados en entablar relaciones comerciales con China, pues ya desde entonces éste era el país más poblado del mundo y por lo mismo poseía un gran número de clientes potenciales. El problema era que mientras los ingleses deseaban adquirir seda, te y porcelana, sólo podían ofrecer a cambio relojes y algo de plata, por lo que la balanza comercial les era muy desfavorable. Así que no se lo pensaron dos veces y comenzaron a comerciar de forma ilegal con opio. El gobierno chino se opuso a ello y los ingleses le declararon la guerra. Este conflicto se conoció como la Primera Guerra del Opio, lo cual nos indica que hubo otras y que, por lo mismo, los ingleses volvieron a insistir con su droga. Pero aquí lo importante es que la Gran Bretaña, al término de la guerra, se apoderó de varios enclaves portuarios chinos incluyendo, desde luego, a Hong Kong. Esto ocurrió en el año de 1842, bajo el reinado de Victoria I.

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Batalla naval durante la Primera Guerra del Opio

A partir de ese momento, poco a poco la nueva colonia comenzó a desarrollarse como uno de los más importantes enclaves comerciales de Inglaterra. En 1898 la presión británica se dejó sentir de nuevo sobre China y consiguieron que el emperador les cediera por 99 años las tierras continentales que rodeaban al archipiélago, con lo que Hong Kong prácticamente duplicó su extensión con los llamados “Nuevos Territorios”.

La caída del gobierno imperial en China supuso también un cambio en las relaciones entre ambos países, pues el nuevo gobierno republicano chino se negaba a reconocer los tratados firmados por los antiguos emperadores bajo la amenaza de los países europeos. Sin embargo, la guerra civil que siguió a la revolución china evitó que los chinos pudieran hacer efectivas sus reclamaciones. Pero en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Japón, uno de los contendientes, deseaba crear un gran imperio en el Océano Pacífico. Aprovechando la debilidad inglesa causada por la guerra en Europa, los japoneses ocuparon Hong Kong y otros territorios bajo dominio europeo a finales de 1941. La ocupación nipona fue un duro golpe para la economía local debido al racionamiento y a la imposición de una moneda japonesa sumamente devaluada. Por otro lado, la violencia se volvió algo rutinario: violaciones, fusilamientos y deportaciones se sucedían diariamente sin que parecieran tener fin. Al empezar la guerra, Hong Kong tenía 1.6 millones de habitantes y al finalizar tan solo quedaban 600,000. Sin embargo, cuatro años después sobrepasó los dos millones gracias al flujo de inmigrantes que huían de una nueva guerra civil en China.

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Prisioneros ingleses durante la ocupación japonesa de Hong Kong

En 1949, con la llegada al poder del Partido Comunista Chino, las exigencias de devolución del territorio se intensificaron. Sin embargo, a pesar de la debilidad inglesa, el decisivo apoyo de los Estados Unidos impidió que China se apoderara de él. Era el inicio de la Guerra Fría.

Pero Hong Kong era un hueso demasiado duro de roer. La tenacidad de sus habitantes chinos, unida al carácter emprendedor de sus amos ingleses, permitió que la colonia resurgiera de sus cenizas y se elevara hasta alcanzar un poderío económico sin precedentes. Llegó la época de auge de los llamados “Tigres Asiáticos”: Singapur, Taiwán, Corea del Sur y Hong Kong. El embargo económico que la ONU impuso a China en la década de 1950 y el aislamiento al que se sometió el país, permitieron que estos cuatro lugares se catapultaran como el eje del desarrollo económico de la región. Aquellos que vivimos nuestra infancia en la década de 1970 recordamos perfectamente aquellos productos con etiquetas que decían “Made in Hong Kong” y que prácticamente inundaban el mercado mexicano, de la misma forma en que ahora lo hacen los productos fabricados en China.

Pero llegó el momento en que la Gran Bretaña tuvo que claudicar. En 1984 se firmó un tratado entre China y el Reino Unido mediante el cual éste último país se comprometía a devolver el enclave en 1997 con la condición de que China respetara, durante 50 años, su sistema económico de libre mercado y su entramado político y legal, por lo que la ciudad se convirtió en una Región Administrativa Especial, título que comparte con Macao. La propaganda china lo definió como “un país, dos sistemas”. Para esos momentos Hong Kong era ya un codiciado destino turístico.

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Chris Patten, último gobernador británico de Hong Kong

Desde que regresó a China, Hong Kong ha luchado para mantener su condición multicultural, defendiendo su autonomía y mostrando su orgullo cosmopolita. Y aunque en lo político ha tenido que enfrentar grandes desafíos debido a la presión del gobierno chino para incorporarlo plenamente al resto del país, su influencia cultural se ha dejado sentir en otras grandes ciudades de China, que al abrirse a la economía de mercado han visto en Hong Kong el ejemplo a seguir: la modernización sostenida por unas milenarias raíces.

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Vista panorámica de Hong Kong

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