domingo, 17 de septiembre de 2017

HISTORIA DEL DERECHO AL VOTO (4a PARTE)

LA INDEPENDENCIA Y EL DESARROLLO POLÍTICO DE LOS ESTADOS UNIDOS

Mientras el Absolutismo y la Ilustración se daban su "estate quieto" en Europa, en el norte del continente americano los colonos ingleses continuaban avanzando. Poco a poco iban fundando ciudades y pueblos, construyendo caminos y, lo más importante, estableciendo las costumbres políticas inglesas en los nuevos territorios. Y es que, precisamente, va a ser el asunto este del derecho al voto el que se convierta en una de las causas principales de la guerra de independencia que dará origen a los Estados Unidos. Como éste fue el primer país que adoptó la forma de gobierno republicana y democrática inspirada en los postulados de la Ilustración, sirviendo de ejemplo futuro a la mayoría de las naciones, vale la pena detenerse un poco en su historia. Rápidamente les platico que sucedió.

Como ocurría a cada rato, en 1757 Inglaterra entró en guerra con Francia. No era nada raro. Los países europeos se la vivían de la greña unos contra otros desde los tiempos más remotos. En esta ocasión, la guerra recibió el nombre de Guerra de los Siete Años porque ese fue el tiempo que duró.

Ahora bien, tanto Inglaterra como Francia tenían colonias en el norte de América. Parte de Canadá era francesa mientras que los ingleses dominaban otra parte de ese país y la costa este de lo que ahora son los Estados Unidos, conocidos como las Trece Colonias. Como es lógico, la guerra no sólo se dio en Europa, sino que también llegó a las colonias americanas que ambos países tenían. Al final, Inglaterra ganó y expulsó a Francia de Canadá.

Las Trece colonias inglesas de Norteamérica.


Pero como todas las guerras cuestan dinero, el Parlamento inglés ordenó un aumento en los impuestos que debían pagar tanto los habitantes de Inglaterra como los de las colonias, pues ellos también habían participado en la guerra.

Para no hacerlo más complicado, los colonos ingleses de América se negaron a pagar con un argumento bastante simple: ellos no podían votar para elegir a los representantes del Parlamento, por lo mismo, no podían aceptar un impuesto decidido por un Parlamento en el que ellos no participaban. Y tenían toda la razón. Su lema era “no hay impuesto sin representación”.

Tras muchos dimes y diretes con Inglaterra, al final algunos de los colonos decidieron rebelarse para buscar la independencia. Entre ellos se encontraban hombres como Jorge Washington, Tomás Jefferson y Benjamín Franklin.

Jorge Washington


Aunque puede que lo conozcan más por esta imagen.


La guerra duró varios años, y en el transcurso de ella los futuros estadounidenses redactaron una Declaración de Independencia muy interesante. En la primera parte este documento dice lo siguiente:

“Sostenemos como evidentes por sí mismas estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que los gobiernos establecidos hace mucho tiempo no se cambien por motivos leves y transitorios; y, de acuerdo con esto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia mediante la abolición de las formas a las que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, que persigue invariablemente el mismo objetivo, evidencia el designio de someterlos bajo un despotismo absoluto, es el derecho de ellos, es el deber de ellos, derrocar ese gobierno y proveer nuevas salvaguardas para su futura seguridad.”

Establecen por primera vez un gobierno basado en la soberanía popular que había propuesto la Ilustración. Todos los hombres son creados iguales, decían. Claro que lo que no dijeron es que hay de iguales a iguales. En primer lugar, se refieren a los hombres, no a las mujeres. En segundo lugar, hablan de los hombres blancos, no de los hombres negros o de los indígenas, unos porque son esclavos y los otros porque eran vistos como una plaga a la que había que eliminar. Además, en la práctica también descartaban a los hombres blancos pobres, como veremos un poco más adelante. En pocas palabras, sólo los hombres blancos y ricos eran iguales, los demás seres humanos no.

En 1783 los Estados Unidos obtuvieron al fin su independencia y cuatro años después redactaron su Constitución. En ella se establecía que los miembros del Congreso serían electos por la gente, pero dejaba a cada estado determinar la forma en que se podría votar. Para elegir al presidente del país se ideó un mecanismo muy complicado y retorcido que hasta la fecha continua vigente.

Una vez que los partidos políticos presentan a sus candidatos, éstos inician una campaña por el país para explicar su programa de gobierno a la gente. Bueno, eso en teoría. En realidad se dedican a lanzarse acusaciones unos a otros, tal y como sucede en México. El día de la elección, la gente se presenta en las urnas para votar. Pero no vota por el candidato que quiere que gane, sino por un elector que, más adelante, se reunirá en la capital del estado para emitir su voto. Los electores también reciben el nombre de compromisarios. Cada estado tiene un número de electores igual al número de representantes que tiene en el Congreso Federal. Por ejemplo, California tiene 55 representantes en el Congreso y por lo mismo cuenta con 55 electores para las elecciones presidenciales. Por su lado, Delaware tan sólo cuenta con tres. Supongamos que en Delaware el candidato demócrata obtiene dos electores y el republicano uno. En ese caso, los tres electores se le quedan al demócrata porque fue el que más votos obtuvo.

En total hay 538 electores en todo el país formando el Colegio Electoral, por lo que un candidato necesita tener 270 electores a su favor, es decir, la mitad más uno. Este sistema tan complicado ha generado ya muchas críticas, pues en ocasiones el candidato que ha obtenido más votos populares no ha sido el ganador por no contar con la mayoría de los delegados.

A lo largo de la historia se han presentado cuatro casos así, en los que el ganador no ha sido el que más votos populares tuvo. Estos son los siguientes:

1) En 1876 el total de votos electorales era de 369 (debido a que había menos estados), por lo que era necesario obtener 185 para ganar. El candidato republicano, Rutherford B. Hayes, consiguió 4.036.298 votos populares y 185 votos electorales para ganar la presidencia. Su adversario, el demócrata Samuel J. Tilden ganó el voto popular con 4.300.590 votos, pero sólo alcanzó 184 votos electorales.

Rutherford B. Hayes.


2) En 1888, el total de votos electorales era de 401, por lo que era necesario obtener 201 para ganar. El candidato republicano, Benjamin Harrison, consiguió 5.439.853 votos populares y 233 votos electorales. Harrison se convirtió en presidente. Su adversario, el demócrata Grover Cleveland, se llevó el voto popular con 5.540.309 sufragios, pero sólo obtuvo 168 votos electorales.

Benjamín Harrison.


3) En 2000, el total de votos electorales era de 538, por tanto era necesario obtener 270 para ganar. El candidato republicano, George W. Bush, alcanzó los 50.456.002 votos populares y 271 votos electorales, suficientes para ganar la presidencia. El demócrata, Al Gore, obtuvo el favor popular, 50.999.897 votos, pero obtuvo sólo 266 votos electorales. En estas elecciones, la disputa se centró en el Estado de Florida. En la misma jornada de los comicios, Al Gore, que previamente había reconocido su derrota y había llamado al candidato republicano para felicitarlo, rectificó al conocer nuevos datos y se adjudicó los votos electorales de dicho Estado. En aquel momento, gobernaba Florida Jeb Bush, el hermano del candidato republicano, por lo que se sospechó de fraude, aunque al final no se hizo nada al respecto.

George W. Bush.


4) Por último, en 2016, durante unas elecciones muy controvertidas, los candidatos eran Hillary Clinton, por los demócratas, y Donald Trump por los republicanos. El número de electores eran los mismos que en el 2000, es decir, 538, por lo que hacían falta 270 para obtener el triunfo. Éste último obtuvo un total de 62.984.825 votos populares, lo que le dio 304 compromisarios, mientras que Clinton logró 65.853.516 votos populares pero tan sólo 227 electores.

Donald Trump


Como ya te comenté, en los Estados Unidos el derecho a votar no está incluido en la Constitución, y la manera como éste se legisla es generalmente un asunto de cada estado. Te dije también que en un principio tan sólo se consideró como ciudadanos a los hombres blancos y ricos, por lo que la lucha para cambiar esto comenzó de inmediato.

Los argumentos de aquellos que defendían el voto restringido a la clase propietaria, se pueden resumir en una carta enviada por John Adams a James Sullivan, en 1776. En ella el señor Adams dice lo siguiente:

“El mismo razonamiento que nos induciría a admitir que todos los hombres que carecen de propiedades votaran, junto con los que sí las tienen... demostraría que también sería preciso admitir que voten las mujeres y los niños; porque, en términos generales, las mujeres y los niños tienen tan buen juicio y poseen mentes tan independientes como los hombres que carecen por completo de propiedades.... Puede estar seguro, señor mío, de que es peligroso abrir una fuente tan pródiga de controversia y altercados como la que se abriría si se intentara alterar los requisitos para ser votantes; eso no tendría fin. Surgirían nuevas exigencias; las mujeres exigirían el voto; mozalbetes de doce a veintiún años pensarían que sus derechos no habían sido debidamente reconocidos; y todos los hombres que no poseen ni un cuarto de penique exigirán tener la misma voz que cualquiera en todos los actos del Estado. Eso tendería a confundir y destruir todas las diferencias y aplanaría todas las jerarquías a un solo nivel común.”

El conceder el derecho al voto tan solo a las propietarios, muy aceptada en esa época tanto en los recién creados Estados Unidos como en Inglaterra, se basaba en dos cosas. Primera, los hombres propietarios de bienes, sobre todo de tierras, tenían un interés personal en preservar a la sociedad y el gobierno a fin de proteger su riqueza. Segunda, sólo los hombres propietarios tenían la "independencia" suficiente para tomar decisiones políticas importantes y asesorar a los miembros de la asamblea a cargo de debatir y decidir esas cuestiones.

El militar y teórico político inglés del siglo XVII Henry Ireton escribió que el cimiento de la libertad es "que quienes van a elegir a los que harán las leyes deben ser hombres que no dependan de nadie más". Y en aquella época esa independencia sólo se podía obtener mediante la posesión de propiedades.

Por ello se consideraba que las mujeres (que eran dependientes de sus esposos), los jóvenes (que dependían de sus padres), los esclavos y siervos (dependientes de sus amos) y los asalariados (que dependían de sus patrones y de un empleo temporal para su sobrevivencia) no eran independientes. Por otro lado, varias colonias excluían a los católicos y a los judíos, a la vez que todas excluyeron a los indígenas.

Además de eso, los criterios sobre cuántos bienes debía tener un hombre para tener derecho de votar eran diferentes, no sólo de una colonia a otra, sino dentro de cada colonia, entre el campo y la ciudad. La gente que vivía en áreas urbanas podía tener menos bienes raíces que sus parientes del campo, pero más riqueza monetaria.

Recordemos, sin embargo, que el lema de los independentistas había sido “no hay impuestos sin representantes”. Y la gente pobre también pagaba impuestos. Por ello, algunos estados como el de Massachusetts establecieron que podían votar todos aquellos que pagaran impuestos.

Para los críticos de este sistema la posesión de riqueza no daba necesariamente independencia o sabiduría. Por ejemplo, Benjamín Franklin decía lo siguiente:

“Un hombre tiene hoy un asno que vale cincuenta dólares y esa posesión le da derecho de voto; sin embargo, el asno muere antes de la siguiente elección. Entre tanto, el hombre adquirió más experiencia, su conocimiento de los principios del gobierno y su comprensión de la humanidad son más amplios, por lo cual está más capacitado para hacer una selección sensata de funcionarios. Pero el asno ha muerto y el hombre no puede votar. Ahora bien, caballeros, les suplico que me informen ¿en quién se basaba el derecho al sufragio? ¿En el hombre o en el asno?”

Benjamín Franklin


Al poco tiempo de conseguida la independencia, los veteranos de guerra se organizaron para lograr que en algunos estados se les otorgara el derecho al voto a los hombres blancos pobres pertenecientes a la clase trabajadora. Pero la mayoría de los estados seguían negándoles este derecho. En 1830, John Marshall, presidente de la Suprema Corte de Justicia y originario de Virginia, decía en un memorial lo siguiente:

“Sus memorialistas, tal como lo implica su designación, pertenecen a esa clase de ciudadanos quienes, no teniendo la buena fortuna de poseer una cierta cantidad de tierras, se ven solamente por esa única causa, privados de disfrutar del derecho de voto.

“Abarcando una parte muy grande, probablemente la mayoría, de ciudadanos en edad madura, se les ha pasado por alto, como si fueran extranjeros o esclavos, como si no tuvieran interés o fueran indignos de tener voz, en las medidas que incluyen su futuro destino político; mientras que los terratenientes, únicos poseedores de la franquicia electoral bajo la Constitución existente, han asegurado y han mantenido en ellos mismos, el poder exclusivo de remodelar las leyes fundamentales del estado, solamente debido a esa posesión: en otras palabras, se han apoderado de la autoridad soberana...”

Poco a poco el sistema se fue abriendo a más personas hasta que por fin el requisito de tener propiedades fue abolido en su totalidad hacia 1850 en todos los estados. En 1855, los requisitos de haber pagado impuestos también fueron desechados, por lo cual quedaron pocas barreras económicas que privaran del voto a los varones adultos blancos.

¿Por qué ocurrió esto? ¿Qué fue lo que hizo ceder a los poderosos? Bueno, las causas son muchas, pero principalmente el rápido crecimiento de la nación y su expansión hacia el oeste, apoderándose de las tierras pertenecientes a los indígenas, los franceses, los españoles y por último, los mexicanos. Muchas de esas tierras fueron ocupadas por los migrantes que llegaban por montones desde la empobrecida Europa y allí, alejados de las grandes ciudades de la costa este como Nueva York, Boston o Baltimore, la vida era un poco más igualitaria. Por otro lado, el crecimiento de la industria provocó la creación de una gran clase obrera que también comenzó a exigir derechos políticos. Uno de los argumentos era que al momento de llamarlos a filas para defender al país no les preguntaban cuántas tierras tenían, entonces ¿por qué para votar sí?

Esto quedo claro en la siguiente declaración realizada por los no propietarios residentes de la ciudad de Richmond en el año de 1829:

“[El requisito de tener propiedades] crea una odiosa distinción entre los miembros de la misma comunidad; priva de toda participación en la promulgación de las leyes a gran parte de los ciudadanos que están obligados a obedecerlas y comprometen su sangre y su caudal para mantenerlas, y concede las más altas prerrogativas a una clase privilegiada, no en atención a sus servicios públicos sino a su propiedad privada...

“A la hora del peligro nunca se hacen distinciones denigrantes entre los hijos de Virginia. Las listas de reclutamiento no son sometidas a escrutinio, no se efectúan comparaciones con los registros de propiedades para excluir del servicio a los que han sido eliminados de las filas de los ciudadanos. Si los ciudadanos sin tierra han sido ignominiosamente excluidos de las urnas en tiempo de paz, al menos durante las guerras han sido convocados con generosidad para ir al campo de batalla.”

Sin embargo, cuando por fin se suprimieron las trabas económicas en 1850 como requisito para votar, este derecho sólo le tocaba a los varones blancos mayores de 21 años. Aun había varios grupos que tendrían que seguir esperando: los afroamericanos, las mujeres y los indígenas.

Cuando ese mismo año se reformó la Constitución del estado de Indiana, uno de los delegados dijo lo siguiente:

“Según nuestra idea general del derecho del sufragio universal, no tengo objeción que hacer... pero si la intención con que se toma esa resolución es ampliar el derecho de sufragio para incluir a las mujeres y los negros, estoy contra ella. Tengo entendido que este texto, ‘todos los hombres blancos y libres mayores de 21 años’, debe ser la medida del sufragio universal.”

Pero una década después estalló la Guerra Civil que terminó por darle la libertad a los esclavos y derechos políticos a todos los afroamericanos. El presidente Abraham Lincoln fue el autor de esta reforma, lo que le costó la vida, pues poco después fue asesinado.

Abraham Lincoln.


Cuando la Quinceava Enmienda a la Constitución concedió el voto a los afroamericanos varones, los trabajadores negros y los blancos pobres superaron las divisiones raciales y crearon alianzas políticas. Sin embargo, cuando esa unión comenzó a amenazar el dominio de la clase gobernante en el sur del país, dichos individuos crearon las leyes de segregación llamadas de Jim Crow como una táctica de “divide y vencerás” y como una forma de mantener oprimidos a los negros. Se utilizaron políticas como las pruebas de lectura y escritura y los impuestos electorales para impedir que los negros y los blancos pobres de la clase trabajadora ejercieran su derecho al voto.

Por otro lado, como estas pruebas de lectura y escritura eran en inglés, a muchos inmigrantes, en especial latinos, también se les impidió votar. Así mataron dos pájaros de un tiro.

Pero en el norte también tenían leyes electorales racistas, incluyendo un requisito de residencia muy amplio que dejaba fuera de la jugada a muchos inmigrantes recién naturalizados como ciudadanos. A nivel nacional, el Acta de Exclusión de Chinos de 1882 impedía que los inmigrantes de esta nacionalidad se hicieran ciudadanos y, de esa forma, que votaran. Esta ley permaneció vigente hasta 1943, año en que fue anulada para ganarse el apoyo de los chinos en la guerra contra Japón.

Ya en el siglo XX, el movimiento de derechos civiles encabezado por Martin Luther King, logró por fin que se derogaran todas las restricciones que impedían votar a los afroamericanos al obtener el Acta de Derechos Electorales de 1965. Por último, durante la Guerra de Vietnam, estudiantes activistas hicieron presión a favor de disminuir la edad legal para votar, señalando con indignación que los jóvenes de 18 años podían ser obligados a cumplir con el servicio militar pero no podían votar. La edad para votar se redujo a 18 en 1971.

Martin Luther King (Martín Lutero Reyes pa'los cuates).


Sí, ya sé que faltan las mujeres, pero de ellas hablaremos un poco más adelante, no se preocupen por ello. No las olvido.

Mención aparte, sin embargo, merece lo acontecido en el actual estado de Nueva York, Estados Unidos, a mediados del siglo XVIII, cuando ese territorio le pertenecía aun a Inglaterra. Cinco naciones indígenas decidieron formar en 1720 una gran liga democrática denominada Haudenosaunee. Estas naciones eran los pueblos Seneca, Cayuga, Oneida, Onondaga y Mohauwk, a las que se sumó después Tuscarora. Su capital estaba ubicada donde hoy se encuentra la ciudad de Siracusa, Nueva York.

El régimen democrático de Haudenosaunee estaba regulado por una constitución de 117 artículos conocida como la Gran Ley de la Paz y era gobernada por un Parlamento o Consejo de representantes de la población y cuyos miembros eran elegidos por cada tribu.

La Gran Ley de la Paz establecía un estado de derecho con estrictos límites y restricciones al poder de los gobernantes. Establecía también una división del poder entre hombres y mujeres, ordenando que ningún hombre pudiera presidir un clan y ninguna mujer ser jefe militar o sachem. A las jefas de los clanes correspondía elegir a los jefes militares. De esa forma, nos encontramos ante un régimen eminentemente matriarcal.

Haudenosaunee tuvo una influencia directa tanto en la democracia y el constitucionalismo modernos, como en la idea de la igualdad de mujeres y hombres que ahora tenemos. El propio Benjamín Franklin, uno de los padres de la independencia de los Estados Unidos, quien tuvo trato directo con estas naciones indígenas en 1753, destacó en sus obras que el grado de autonomía individual que gozaban los habitantes de la liga era desconocido en Europa y publicó los "Tratados indios", considerada como una de sus obras más importantes.

Reunión de consejo de los Haudenosaunee.


Sin embargo, al final el empuje de los colonos blancos fue superior y los indígenas americanos fueron masacrados y los pocos supervivientes confinados en reservaciones. Por fin, en 1924 el Congreso de los Estados Unidos decidió hacer un poco de justicia y decretó el Acta de Ciudadanía India por medio de la cual se les reconocía, después de casi ciento cincuenta años, como ciudadanos del país. Es decir, durante todo ese tiempo los pobladores originarios fueron vistos no como personas sino como una plaga a la que había que exterminar.

(Continuará)

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