martes, 26 de septiembre de 2017

HISTORIA DEL DERECHO AL VOTO (6a PARTE)

EL DERECHO AL VOTO PARA LAS MUJERES

El sufragio universal, sin embargo, no está completo mientras existan personas que no pueden ejercerlo por su género, su raza, su educación o su condición social. Es el caso de las mujeres, a las que les costó mucho poder acceder a este derecho que ahora nos parece tan básico.

La primera vez que las mujeres pudieron votar en la historia fue gracias a un error. Cuando los Estados Unidos lograron su independencia, cada uno de los estados que lo forman redactó su propia constitución. El estado de Nueva Jersey aprobó la suya en 1776 y de forma “accidental” autorizó el voto femenino. En ella se establecía que todas las personas podían votar, dando por hecho que todos entenderían que se trataba de los hombres, pero al no hacer una distinción de géneros, se provocó que las mujeres acudieran presurosas a las urnas para cumplir con su deber cívico, e incluso que algunas más audaces se postularan como candidatas. Al darse cuenta del error, los congresistas del estado decidieron reformar la constitución estableciendo, ahora sí de forma clara, que sólo los hombres podían votar o ser votados.

Unos años después, en 1789, estalló la Revolución Francesa que trajo consigo muchos cambios muy importantes. Entre otros, los candidatos a los cargos de gobierno serían elegidos por el pueblo, que conservaría la soberanía. Se acababa así el gobierno absolutista por derecho divino de los reyes.

Pero cuando se hablaba de reivindicación de derechos contra el sistema absolutista, se pensaba tan sólo en los hombres, y así lo expresa el propio título de la Declaración emanada de la Asamblea Nacional revolucionaria francesa: “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, hablando de hombre en el sentido literal del término.

Olimpia de Gouges


Sin embargo, la Revolución Francesa estaba teñida de ideales liberales, y algunas mujeres decidieron aprovechar eso para lograr la igualdad de derechos. Olimpia de Gouges, cuyo nombre real era Marie Gouze, redactó en 1791 la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, que no tuvo éxito práctico, y que la llevó a morir ejecutada en la guillotina en 1793. Aun tendrían que pasar cien años para que se les comenzara a reconocer derechos políticos.

El primer país del mundo que autorizó el sufragio femenino en igualdad de circunstancias con los hombres fue Nueva Zelanda que lo hizo en 1893. A éste le siguió Australia en 1902. En Europa el país pionero fue Finlandia, que autorizó el derecho al voto tanto para hombres como para mujeres a la misma vez en 1906. Lo curioso es que en aquel año Finlandia era parte de Rusia y en Rusia nadie podía votar.

En 1792, en Inglaterra apareció un libro llamado “Reivindicación de los derechos de la mujer”, donde una de ellas, Mary Wollstonecraft, habló de los derechos políticos de la mujer, por primera vez en ese país.

Los miembros del parlamento, los políticos y la misma reina, Victoria I, se opusieron a los proyectos de leyes que tenían ese propósito. Tan sólo el cartismo, movimiento de reivindicación de los derechos para la clase trabajadora, y algunos intelectuales liberales, apoyaron tan “arriesgada” idea.

Emmeline Pankhurst, detenida por la policía en Londres.


Fue en los albores del siglo XX (año 1903), cuando nuevamente Inglaterra fue el centro promotor de esta revolución política. Se formó la WSPU: Women Social and Political Union, que significa: Unión Social y Política de Mujeres, bajo el liderazgo de Emmeline Pankhurst y sus hijas. Eran más conocidas como "Las Sufragistas". Para lograr sus objetivos, las mujeres que la integraban trataron de ejercer presión social. Así, efectuaron marchas, protestas y huelgas de hambre. El gobierno ordenó que fueran reprimidas e incluso que se les alimentara por la fuerza, por lo que en 1903, una de ellas se arrojó al suelo cuando pasaba el caballo del rey, en las carreras de Derby, para llamar su atención, muriendo aplastada por el animal. También apedrearon la casa del primer ministro y se enfrentaron a golpes con la policía. ¡Eran bravas las inglesas! Este movimiento cesó su actuación cuando se produjo la Primera Guerra Mundial en 1914.

Precisamente en este conflicto fue donde el sexo femenino demostró su valor y entrega a su patria, colaborando de forma eficaz en el esfuerzo militar, lo que les valió el reconocimiento de sus derechos electorales como agradecimiento. En 1918, se permitió que las mujeres inglesas mayores de 30 años pudieran votar, bajándose la edad a 21 años, en 1920.

Fue también al término de la Primera Guerra Mundial, en 1919, cuando Alemania, cuyo gobierno estaba representado por la República de Weimar, consagró el voto femenino.

En España el sufragio femenino llegó en 1931 con el derrocamiento de la monarquía y la instauración de la Segunda República. Ya en 1924 se les había permitido votar tan sólo en las elecciones municipales, aunque sólo a las  mayores de 23 años que estuvieran “emancipadas”. O sea que quedaban excluidas al derecho al voto las mujeres “casadas” y las “prostitutas”. ¡Vaya comparación! Sin embargo, con la llegada de Franco al poder en 1939 se anuló esa reforma y la mujer española volvió a quedar sujeta en todo a su marido, ¡y sin poder votar! Otra de las joyas del franquismo. Y luego hay quien se atreve a defenderlo...

En los Estados Unidos se les otorgó en 1920 a las mujeres blancas, pues las afroamericanas tuvieron que esperar 45 años más, hasta 1965.

Manifestación de sufragistas en Nueva York en 1912.


Sin embargo, esto no fue fácil. Al igual que ocurrió en Inglaterra, las mujeres estadounidenses tuvieron que luchar a brazo partido para obtener ese derecho. Durante la Convención de Seneca Falls, celebrada en 1848, las mujeres copiaron el texto de la Declaración de Independencia y le agregaron estos párrafos:

“La historia de la humanidad es una historia de repetidos agravios y usurpaciones perpetradas por el hombre contra la mujer, encaminados al objetivo directo de establecer una tiranía absoluta sobre ella.

“Él jamás ha permitido que ella ejerza su derecho inalienable de votar en las elecciones.

“Él la ha obligado a someterse a leyes en cuya formulación ella no tuvo derecho de opinar.

“Al privarla de este derecho al sufragio, el primer derecho de todo ciudadano, la ha dejado sin representación alguna en los recintos de la legislación. Él la ha oprimido en todos los aspectos.”

Dura declaración que, sin embargo, no fue escuchada por los hombres del Congreso.

Como se trataba de un derecho que competía legislar a los estados, las organizaciones femeninas comenzaron a cabildear en las legislaturas locales, logrando que en 1869 el estado de Wyoming les permitiera votar. Para 1900 ya eran cuatro estados los que lo hacían.

Cartel pidiendo el voto para las mujeres en los Estados Unidos.


Pero cuando los Estados Unidos se involucraron en la Primera Guerra Mundial con el pretexto de salvar la democracia, se hizo evidente la enorme paradoja que resultaba de enviar a sus soldados a luchar por ella en otros países, cuando en el propio más de la mitad de la población no tenía derechos. Y aunque en un principio el presidente Woodrow Wilson se opuso a dicha reforma, al final decidió apoyarla y el Congreso aprobó una enmienda constitucional en junio de 1919. En menos de un año se reunieron los 36 estados necesarios para ratificar la enmienda propuesta, muy a tiempo para que las mujeres votaran en la elección presidencial de 1920.

El primer país Latinoamericano fue Uruguay, que lo aprobó en su Constitución de 1918, aunque se ejerció el voto por primera vez en un plebiscito el 3 de julio de 1927. Anecdóticamente hay que reseñar el caso de Vélez (en la provincia de Santander, Colombia) que en su constitución, que aprobó en 1853, dio el derecho al sufragio femenino, pero esta constitución fue reformada dos años más tarde, en 1855, aboliéndose el mismo.

El voto femenino en Argentina, se inauguró en 1947, durante la Presidencia de Perón, bajo la gestión de su esposa, Eva Duarte, a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, quien solicitó su inclusión, en cumplimiento de lo acordado en las Actas de Chapultepec. Impulsada por esta líder política, se realizó una gran propaganda que consiguió que muchas mujeres salieran de su silencio, y expresaran el reclamo por sus derechos. La Plaza de Mayo fue el marco del acto donde las mujeres celebraron la promulgación de la ley respectiva el 23 de septiembre de 1947. Ese mismo año lo obtuvo Venezuela. En 1949, fue el turno de Chile y Costa Rica.

La famosa "Evita" Duarte de Perón.


El último país del que se tiene constancia en aprobar el derecho al voto femenino fue Kuwait, que lo concedió en el año 2005.

Aun quedan algunos países en los que no se permite el voto a las mujeres (incluso algunos que ni a los hombres), como es el caso de Arabia Saudita, Brunei y el Vaticano, y otros donde es condicionado a que cumplan con ciertos requisitos como un nivel educativo básico, aunque éstos no se apliquen a los hombres. Este es el caso de Líbano y los Emiratos Árabes Unidos. En todos los demás países del mundo, las mujeres pueden votar sin restricciones.

Como curiosidad, me gustaría comentarles un caso muy particular. Suiza está considerado como uno de los países más avanzados en materia de libertades y de democracia. Sin embargo, ahí las mujeres pudieron votar hasta 1971. Incluso un diputado suizo, durante el debate previo, argumentó lo siguiente:

“¿Conceder el derecho de voto a las mujeres? ¡Qué idea más ridícula! El cerebro de la mujer es más pequeño que el de los hombres lo que demuestra que las mujeres son menos inteligentes. Son propensas a actitudes extremistas y se asocian a campañas sin consultar antes a sus maridos. Además, eso no fomentaría la igualdad de derechos porque su natural modestia les impide ir a votar cuando están embarazadas, y como las mujeres del campo suelen tener más hijos, tendrían una desventaja injusta con respecto a las mujeres que viven en las ciudades. Y si las mujeres son elegidas al parlamento, ¡qué deshonra supondría esto para sus maridos! Éstos estarían obligados a cocinar en casa…”

Sin palabras...

(Continuará)

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