miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿Y SI HUBIERA SIDO DIFERENTE? LA FIEBRE DEL ORO EN CALIFORNIA... EN 1790, O 1800, O 1810, O 1820, O 1830 O EL AÑO QUE QUIERAN SIEMPRE Y CUANDO SEA ANTES DE 1849.

Volviendo a la gustada serie "¿Y si hubiera sido diferente?", en esta ocasión quiero tratar un tema que tuvo mucho que ver con la pérdida de los territorios mexicanos del norte. Me refiero a la fiebre del oro en California, después del descubrimiento de ricos filones de ese metal en 1849, un año después de que el territorio quedara en manos de los Estados Unidos tras una injusta guerra y que sirvió como detonante para que llegaran a California cientos de miles de inmigrantes (¡Qué casualidad!). Eso permitió que al poco tiempo California se convirtiera en estado de la Unión Americana, al cumplir con el requisito poblacional, lo que no ocurrió en Nuevo México, Arizona, Nevada y Utah, quienes tuvieron que esperar varias décadas para conseguirlo.



Supongamos que un buen día, el 13 de julio de 1823, los pocos periódicos de la capital mexicana anuncian el descubrimiento de ricos filones de oro en California. La noticia causa sensación y al poco tiempo se conoce en el extranjero. En un principio, el gobierno no sabe como reaccionar. Pocos mexicanos quieren emigrar a dicho territorio, pues consideran que el viaje es peligroso. Algunos, sin embargo, emprenden la marcha. El ministro de Relaciones Exteriores e Interiores del gobierno provisional, don Lucas Alamán, comprende la importancia de la oportunidad y decide abrir las fronteras de la naciente república a todos aquellos que deseen emigrar, sin restricción alguna. Algunos círculos conservadores y la misma Iglesia se oponen a la medida, exigiendo que el gobierno no permita la entrada de personas que no sean católicas, pero a pesar de su profunda religiosidad, el ministro no cede. Los inmigrantes llegan en avalancha al territorio, cambiando su destino original que eran los Estados Unidos. Los europeos lo hacen vía Veracruz para después emprender el largo camino hasta las Californias. Los asiáticos, especialmente chinos y japoneses, desembarcan cerca de las pequeñas misiones de Los Ángeles, San Francisco y San Diego, donde se establecen, provocando su rápido crecimiento. Muchos mueren en el camino, pero eso no arredra a los que vienen tras ellos, pues el brillo del oro y la oportunidad de conseguir una gran fortuna son alicientes necesarios para cualquiera.

Lucas Alamán

Sin embargo, la cercanía de los Estados Unidos provoca que sean ciudadanos de ese país los que lleguen en mayor número. Esto provoca que el gobierno, temeroso de que los Estados Unidos pretendan quedarse con el territorio, otorgue facilidades a los ciudadanos mexicanos que se muden a él, regalando tierras y exentando impuestos. estas medidas convencen a muchos habitantes de la zona central de la joven República a emprender la marcha. Para 1826 la población de California es diez veces mayor. El gobierno, sin embargo, establece un férreo control para evitar disturbios entre los nuevos habitantes. Surgen nuevas ciudades y puertos comerciales, lo que incrementa al flujo migratorio y permite un crecimiento económico sin parangón. Y eso que son pocos los mineros que consigue hacer fortuna. La mayoría se queda con un palmo de narices. Pero bastó un simple sueño para cambiar el destino de la humanidad.

El típico buscador de oro

¿Se imaginan que así hubiera sido la historia? Por desgracia, las cosas fueron muy diferentes. Pero supongamos que, en efecto, se hubiera descubierto oro en California en el año de 1823. Las políticas migratorias, tanto del gobierno mexicano eran muy duras. Si bien algunos personajes como Lucas Alamán estaban conscientes de la importancia de ésta, en especial para poblar los enormes territorios del norte, las restricciones que se imponían eran muchas. Algunas eran muy justas, desde luego, como la prohibición de introducir esclavos en el país y la obligación de liberarlos en caso de que entraran. Pero otras eran francamente ridículas, como la obligación de profesar la religión católica, pues con ello se le cerraban las puertas a muchos inmigrantes, especialmente europeos, que eran gente trabajadora y con ánimo de progresar. En aquellos años los Estados Unidos eran mucho más permisivos que ahora, por lo que los inmigrantes preferían acudir allá en vez de venir a México.

Cartel ofreciendo transporte a California desde las ciudades de la
costa este de Estados Unidos

Por otro lado, el caos político que reinaba en el país era suficiente para desalentar a cualquiera, pues los mexicanos de entonces no sabían en que momento iba a pasar por su pueblo un ejército en rebeldía o el ejército nacional, que para el caso era lo mismo, y se los iban a llevar de leva para pelear en uno de los cientos de cuartelazos que asolaron a nuestra patria durante buena parte del siglo XIX.

En definitiva, creo yo, las diferencias existentes entre ambos países, México y los Estados Unidos, hacían que los inmigrantes prefirieran éste último, a pesar de que también tenía graves problemas como el racismo y el capitalismo voraz que desde entonces ya los caracterizaba. Pero es indudable de que allí tenían más oportunidades de progresar (como sucedió con muchos) que las que tenían en México. Por ello, descubrir oro en California cuando ésta aun era mexicana, no hubiera cambiado en nada la historia. Quizá algunos inmigrantes hubieran llegado a ella, pero no los suficientes para impedir que en 1848 los Estados Unidos se la anexionaran.

¿O ustedes que creen?




No hay comentarios.:

Publicar un comentario