El 6 y el 9 de agosto de 1945 los Estados Unidos lanzaron las primeras bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Ambas ciudades sufrieron severos daños y el número de muertos fue impresionante.
¿Los motivos? Bueno, de acuerdo con los Estados Unidos (cuyo presidente era Harry Truman, tras el fallecimiento unos meses antes de Franklin D. Roosevelt), el objetivo era acortar la guerra y de esa forma salvar miles de vidas estadounidenses y japonesas. Supuestamente Japón estaba decidido a continuar la lucha hasta las últimas consecuencias, advirtiendo que defendería su territorio palmo a palmo. Y no era un argumento difícil de creer. Japón había defendido las islas del Pacífico con desesperación. A los Estados Unidos les había costado mucha sangre conquistarlas. Claro que la mayor parte de esa sangre había sido japonesa..., pues en promedio moría un soldado estadounidense por cada 5 japoneses.
Harry Truman, presidente de los Estados Unidos |
Aunque las cifras varían, se estima que murieron más de 250,000 personas entre el día de la explosión y las primeras semanas posteriores. La mayoría de ellas en Hiroshima. El 69% de los edificios fue destruido y murieron el 90% de los médicos y enfermeras, al intentar ayudar a la población. Fue un evento terrible que no debe volver a suceder.
Sin embargo, ¿realmente Estados Unidos buscaba evitar más muertes terminando de una buena vez con la resistencia japonesa? Ese argumento hasta parece humanitario, pero es totalmente falso. Al gobierno de los Estados Unidos le preocupaban otras cosas. La vida de los japoneses y de sus propios soldados le tenían sin cuidado, como siempre.
Hirohito, emperador de Japón |
Aquí cabe destacar un punto. Si bien habían sido aliados durante la guerra, Estados Unidos y la Unión Soviética ya se perfilaban como los nuevos rivales en el mundo de la posguerra. Estados Unidos le había insistido a la Unión Soviética, liderada por Stalin, que declarara la guerra a Japón y lo atacara por el norte. Pero Stalin siempre les dio largas, pues para él era más importante derrotar a Alemania que a Japón. Una vez derrotada Alemania y consolidado su dominio sobre Europa Oriental, la Unión Soviética vuelve sus ojos a Japón, declarándole la guerra dos días después de la bomba de Hiroshima, el 8 de agosto. Su avance fue rápido y en poco tiempo se apoderó del Manchuria, Mongolia interior, el norte de Corea, el sur de Sajalin y las islas Kuriles. Su avance fue muy rápido. Estados Unidos temía esto y por eso lanzó la primera bomba, cuyo fin era obligar a Japón a aceptar la rendición incondicional y a la vez, mostrarle al mundo su nuevo poder atómico. Pero cuando ven que Japón tarda en anunciar su rendición y que la Unión Soviética se dispone a invadir Japón, lanzan la segunda bomba sobre Nagasaki. Tras ésta, Japón se rinde.
Iosif Stalin, líder de la Unión Soviética |
En realidad, lo que le importaba al gobierno de los Estados Unidos era evitar que Japón se rindiera ante la Unión Soviética, quedando bajo su esfera de influencia, y a la vez mostrar al mundo el poder atómico que ahora poseía.
Si bien Japón aun no se rendía, está probado que el emperador Hirohito estaba dispuesto a negociar la paz. De hecho, hacía meses que estaba buscando la mediación de Stalin para negociar con los Estados Unidos. El ala dura del ejército japonés había perdido fuerza y lo más seguro es que el emperador se hubiera salido con la suya. Japón ya no estaba en condiciones de luchar por más bravatas que lanzara el general Tojo y los demás miembros del partido que quería la guerra hasta el final. Pero eso no le servía a los Estados Unidos, pues si Japón se rendía antes de que las bombas fueran lanzadas, no podría mostrar su poder.
Hiroshima |
En mi opinión, lo acontecido en Hiroshima y Nagasaki fue simplemente un acto terrorista fríamente calculado que, más que obligar a Japón a rendirse, buscaba aterrorizar a Stalin y a la Unión Soviética. Y por cierto, esto último no lo consiguió, pues hacía tiempo que Stalin tenía sus espías en el Proyecto Manhattan y sus científicos estaban ya trabajando en el desarrollo de su propia bomba nuclear, la que por cierto obtuvieron en 1949.
Nagasaki |
Lo único positivo fue que, al mostrar su poder destructor, las bombas se convirtieron en un efectivo poder disuasorio. Y aunque varios países ahora las poseen y se han fabricado bombas mucho más poderosas que las de Hiroshima y Nagasaki, nunca más han tenido que utilizarse en alguna guerra.
Sirva esta entrada como homenaje a todos aquellos que murieron el 6 y el 9 de agosto de 1945, así como a todas aquellas personas que desde entonces se han opuesto a la fabricación de armamento atómico, sin importarles pasar algunos años en la cárcel o morir por sus ideales.
¡Nunca más una Hiroshima! ¡Nunca más una Nagasaki!
¿O ustedes qué opinan?
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