viernes, 17 de julio de 2015

PASEANDO POR EL CENTRO CON SU SEGURO SERVIDOR (1a PARTE)

Con esta entrada quiero iniciar una serie que iré publicando de tanto en tanto acerca del Centro Histórico de la ciudad de México. La idea es que sirva como una especie de Guía de Forasteros (como llamaban en el siglo XIX a las guías turísticas) que despierte en todos ustedes el interés por esta hermosa zona de la capital mexicana, misma que fue mi hogar durante los últimos cuatro años que viví en ella, antes de mudarme a Nueva York, y que definitivamente es una de las cosas que más extraño.

La zona con la quiero empezar fue conocida en la época prehispánica y durante el siglo XVI como barrio de Zoquiapan. Lo más seguro es que este nombre no les diga nada. Pero ya verán que más adelante irán reconociendo el rumbo. Es una de las zonas más bonitas del Centro, con una gran diversidad arquitectónica y con mucha historia. De antemano les advierto que no soy muy amante de las compras, a menos que se trate de libros o discos, por lo que sólo mencionaré algún comercio si se trata de una librería. ¿Queda claro? ¡Qué bueno!

Yo les recomiendo llegar en Metro. Si me hacen caso, se bajan en la estación Allende de la línea azul y caminan por la calle de Tacuba hacia el oriente hasta llegar a Isabel la Católica (Chabela la Mocha, como le decían sus cuates). Ahí los espero. ¿Ya llegaron? ¡Qué rápidos! Ni tiempo me dieron de desayunar. Muy bien, damos vuelta a la derecha y avanzamos un par de cuadras para llegar al número 30, donde se encuentra la casa de los Condes de Miravalle. Esta es una de las casas más antiguas de la ciudad, pues fue construida a mediados del siglo XVII. En el siglo XIX se convirtió en hotel y para el XX fue acondicionada para albergar despachos y departamentos. Actualmente es sede de un hotel y varios restaurantes. Aunque su fachada es muy sobria, conserva muchos de los elementos originales, al igual que el patio interior. Además, en su escalera hay un hermoso mural de Manuel Rodríguez Lozano.

Casa de los Condes de Miravalle

Justo enfrente, en el número 29, se encuentra el Casino Español. El terreno donde se encuentra este hermoso edificio de principios del siglo XX (fue construido entre 1901 y 1903) albergó anteriormente al Hospital del Espíritu Santo, fundado en 1602 y al Hotel de la Gran Sociedad en el siglo XIX. El aspecto actual lo adquirió en 1943 cuando fue ampliado al terreno vecino, aunque respetando la arquitectura ecléctica original. Es uno de los edificios más hermosos del Centro, tanto por fuera como por dentro. Les recomiendo ampliamente su restaurante y, de ser posible, visitar el Salón de los Reyes, aunque no siempre está abierto al público.

Casino Español

En la esquina de Chabela la Mocha y 16 de Septiembre se encuentra la Casa Böker, sede de una de las ferreterías más antiguas de la ciudad, fundada en 1865 por el alemán Roberto Böker. El edificio fue construido por por los arquitectos neoyorkinos W. E. De Lemos y August Wilhelm Cordes, siendo el primero que contó con un armazón de acero. Fue inaugurado en 1900. Actualmente la ferretería sólo conserva un pequeño espacio del mismo, mientras que lo demás es sede de uno de los innumerables restaurantes de la cadena Sanborns, que pululan por el Centro Histórico.

Casa Böker

Si caminamos un poco por 16 de Septiembre, (no sean flojos) llegamos al número 54, donde estuvo la sede de la antigua imprenta Murguía. ¿No les suena? A lo mejor si les doy el nombre de la más célebre de sus publicaciones, la recuerdan: el Calendario del más Antiguo Galván. Es fácil reconocer la casa, pues en la fachada tiene dos bustos, uno de Gutenberg, inventor de los tipos móviles en la imprenta, y otro de Senefelder, inventor de la litografía.

Antigua Imprenta Murguía

Pero regresemos a Isabel la Católica, caminemos unos pasos y démonos de narices con una de las construcciones más hermosas de la capital, el antiguo palacio de los Condes de San Mateo Valparaíso, actualmente sede de Banamex, el Banco Nacional de México, construido en 1769 por uno de los mejores arquitectos novohispanos, Francisco de Guerrero y Torres. El interior es impresionante, así como la escalera helicoidal que se encuentra en el patio principal.

Palacio de los Condes de San Mateo Valparaíso

En la esquina damos vuelta a la derecha para entrar a la calle de Venustiano Carranza donde, en el número 57 (prácticamente en la esquina donde dimos vuelta), vamos a encontrar tres casas del siglo XVIII que hace poco tiempo fue sede de un bazar de artesanías mexicanas. Ahora alberga varios restaurantes.

Poco más adelante, en el número 49, vamos a encontrar el antiguo palacio del Marqués de Selva Nevada, sede en la actualidad, entre otras cosas, del Bar Mancera (nada que ver con el Jefe de Gobierno, no sean malpensados), llamado así por Gabriel Mancera, un empresario y filántropo del porfiriato. El edificio fue construido en el siglo XVIII y reformado en el XIX, cuando fue convertido en hotel. Por cierto, si avanzamos unos pasos más, llegamos a la esquina con Bolívar, donde se encuentra una de las mejores cantinas del centro: El Gallo de Oro, situada en un edificio del siglo XVIII. Ahí pueden comer para continuar después con el recorrido. Yo les espero afuera, no se preocupen, a menos que me inviten a comer, claro.

¿Ya terminaron? Perfecto. Paguen la cuenta y salgamos. Justo enfrente podemos contemplar el llamado Reloj Otomano, que fue regalado a México por la comunidad libanesa en 1910, con motivo de los festejos del Centenario de la Independencia. ¿Por qué Otomano? Porque en aquellos años Líbano era parte del Imperio Otomano, es decir, de Turquía.

Reloj Otomano. Enfrente la cantina El Gallo de Oro.

Muy bien. Caminamos una cuadra por Bolívar y damos vuelta a la izquierda para tomar República de Uruguay. En el número 80 vamos a encontrar la casa en la que vivió en 1803 el famoso científico alemán, barón Alejandro de Humboldt. Se trata de una modesta casa de finales del siglo XVIII. Véanla bien porque no vamos a volver.

Casa de Humboldt

Al llegar de nuevo a Isabel la Católica, nuestra vieja conocida, damos vuelta a la derecha para admirar la soberbia construcción que en una época albergó la Iglesia de San Agustín de México y después a la Antigua Biblioteca Nacional, antes de que ésta fuera trasladada a la Ciudad Universitaria. Por desgracia, este hermoso inmueble está siendo restaurado desde que yo me acuerdo (¡imagínense!), por lo que no se puede visitar. Esta iglesia y su respectivo convento fueron las primeras construcciones de la zona, pues se comenzaron en 1541, y se pudo terminar gracias a las donaciones, entre otros más, de doña Isabel de Moctezuma, hija del emperador Moctezuma II. ¡Cómo habían cambiado los tiempos! Claro que la ayuda del rey de España, Felipe II, también fue importante.

Iglesia de San Agustín

En 1867 se estableció en la Iglesia la Biblioteca Nacional. El convento ya había sido destruido casi en su totalidad. Una parte de la hermosa sillería del coro fue enviada a San Ildefonso, donde aun se conserva en el Salón del Generalito.

Si damos vuelta por la calle de República de El Salvador, que la vamos a dar de todas formas, podemos acceder a lo que antes fue la capilla del Marqués de Salvatierra, que era parte del antiguo convento y que ahora funciona como nueva iglesia de San Agustín.

Capilla del Marqués de Salvatierra

Ya que estamos en esta calle, en los números 81, 85, 95 y 97 vamos a encontrarnos con la afamada Farmacia París, en las casas que antiguamente fueron parte del Noviciado de San Agustín, que funcionó como tal desde 1575 a 1823. Este edificio se comunicaba con el convento mediante un arco a través de la calle. La farmacia fue creada en 1944 y es muy interesante visitarla, pues además de poder admirar el interior del edificio, podemos ver en funcionamiento a una de las farmacias más curiosas de la capital. No les digo más, entren y observen por ustedes mismos. Yo aquí los espero.

Interior de la Farmacia París

Con esto terminamos por el día de hoy. Espero que lo hayan disfrutado. Los voy a dejar que descansen en el Hotel Isabel, situado en la esquina de Isabel la Católica y República de El Salvador, en la que fuera la casa de Lucas Alamán, uno de los políticos más importantes de los primeros años del México Independiente. Es una construcción de finales del siglo XVIII con una decoración sencilla pero agradable. No se desvelen mucho, pues mañana continuamos con nuestro paseo.

Hotel Isabel


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