martes, 21 de julio de 2015

PASEANDO POR EL CENTRO CON SU SEGURO SERVIDOR (2a PARTE)

Espero que hayan descansado. Dejé que se tomaran algunos días libres porque luego hay quien se queja de que los traigo caminando muy rápido. Además, espero que hayan aprovechado para ir de compras por el Centro de la ciudad de México. No hace falta que traigan sus maletas, pues después volverán para dormir en el Hotel Isabel. Así que espero que hayan desayunado bien porque vamos a volver a caminar por las calles de la capital.

Al salir del hotel vamos a dar vuelta a la derecha por la calle de República de El Salvador. Es fácil, sólo sigan el paraguas que tengo levantado. En el número 59 nos vamos a encontrar con una hermosa casa del siglo XVIII que perteneció al Conde de Regla, don Pedro Romero de Terreros, un rico minero que, entre otras cosas, fundó el Monte de Piedad, al que seguramente más de uno de ustedes ha acudido para empeñar el televisor o la plancha y así salir de algún apuro. ¿O me equivoco?

Casa del Conde de Regla

Este señor fue tan rico (incluso se le considera el hombre más rico de su época), que incluso le prestó al rey de España Carlos III un millón de pesos, aun sabiendo que nunca se los iban a regresar, y le regaló un barco de guerra con 80 cañones. A cambio de tan singulares favores, el rey le concedió el título de Conde de Regla. Por cierto, como muchos españoles antes y ahora, don Pedro llegó a la entonces Nueva España con una mano adelante y otra detrás, como se dice popularmente, o lo que es lo mismo, pobre y hambriento. Pero hábil como era para los negocios, al poco tiempo se metió a minero y consiguió encontrar un par de vetas muy ricas en las cercanías de Pachuca. Así que como ven, no es la primera vez que México tiene entre los suyos al más rico del mundo. El problema es que también tenemos a los más pobres. Ahí es donde la cosa no funciona.

Por cierto, en esta misma cuadra se encontraba la casa donde estuvo la imprenta de la llamada Biblioteca Mexicana, del bibliófilo novohispano Juan José de Eguiara y Eguren. Por desgracia, esa construcción ya no existe.

No, señora. El edificio que está usted viendo, en el número 49, no es una iglesia y no puede usted entrar a rezar. Lo siento mucho. Antes sí lo fue. De hecho, están ustedes frente al Oratorio de San Felipe Neri, que ahora cumple una nueva función como Biblioteca Lerdo de Tejada, nombre que se le dio en honor a Miguel Lerdo de Tejada, uno de los héroes del liberalismo decimonónico, aunque en otra ocasión les platicaré porque en realidad no es tan héroe ese señor.

En primer término, la Biblioteca Lerdo de Tejada. Al fondo el Instituto Manuel Toussaint.

Los monjes de la Orden del Oratorio de San Felipe Neri comenzaron la obra a mediados del siglo XVIII, pero cuando se enteraron que los jesuitas habían sido expulsados, ni tardos ni perezosos cayeron como buitres sobre las sobras y consiguieron que el gobierno virreinal les diera en 1767 La Profesa a cambio de su iglesia en construcción y 70 mil pesos. Así que esta iglesia que ven aquí en realidad funcionó muy poco como Oratorio, pues casi por concluirse su construcción, en 1765 un terremoto la tiró, y después fue destinada a casa de Niños Expósitos (abandonados, vaya) y otra parte del convento a comercios y vivienda. Durante el porfiriato, aquí estuvo el famoso Teatro Arbeu, uno de los mejores de la época.

Si quieren pasar para buscar algún libro, aquí los espero, no se preocupen. Siempre es bueno visitar una biblioteca. Cuando entren, no dejen de apreciar un fresco que cubre una superficie de 200 mts. cuadrados, obra del pintor Vlady Kibalchich, quien tardó 9 años y medio en concluir el mural titulado "Las revoluciones y los elementos". En él, plasmó su interpretación de las revoluciones francesa, rusa y algunas latinoamericanas, conjugando en su obra elementos míticos, religiosos y filosóficos. ¡Ah, y no dejen de visitar el Museo de la Cancillería, que se encuentra aquí mismo!

Justo al lado, en el número 47, se encuentra otra iglesia que parece pertenecer al mismo conjunto conventual. Y de hecho, así fue por un tiempo, pues se trata de la antigua iglesia del Oratorio de San Felipe Neri. No señor, no me estoy repitiendo. Ésta fue construida entre 1660 y 1668, pero como siempre pasa, cuando la Orden religiosa tuvo más dinero decidió hacer una nueva iglesia más suntuosa y comenzó a construir la que acabamos de ver, aunque ya vimos lo que pasó.

Y por cierto, ¡los engañé! Cayeron redonditos. Lo que estamos viendo en realidad nunca fue una iglesia, pues tan sólo se trata de una fachada que simula una. En realidad, ésta daba acceso a un patio. La verdadera iglesia estaba construida dentro del convento de los felipenses. Al igual que su vecina, ahora este lugar está destinado a fines culturales, pues aquí es la sede del Instituto Manuel Toussaint, que depende de la Arquidiócesis de México, y que se encarga de la conservación y promoción del patrimonio artístico religioso.

Vamos, vamos no se me pierdan. Señor, controle a su hijo. Bueno, ¿ya están aquí todos? Ok. Un poco más adelante, y aun dentro del conjunto del exconvento, en el número 41 se encuentra la sede del Instituto Cultural México Israel. Éste se encuentra aquí desde 1991, cuando el edificio fue rescatado tras ser abandonado después del temblor de 1985. Es un buen lugar para conocer la cultura y las costumbres de la comunidad judía de México. Les recomiendo que visiten su museo. Se llama Museo del Folklore de Israel y del Pueblo Judío. En ocasiones organizan festivales culturales y conciertos de música clásica (aunque no sé por qué nunca tocan obras de Wagner).

Instituto Cultural México Israel

Muy bien, público asistente, llegamos de nuevo a la calle de Bolívar. Vamos a dar vuelta a la derecha. Síganme, por favor. En las siguientes dos cuadras podremos observar algunos ejemplos de viviendas de principios del siglo XX. Van a poder observar el cambio radical que se da respecto a las construcciones virreinales. Ya no se construye de forma horizontal, eso pasó de moda. Ahora la moda es construir de forma vertical. Por ejemplo, la casa que vemos aquí, en el número 44, fue construida en 1906 por el ingeniero Severo Esparza, mientras que la siguiente, en el número 46, lo fue en 1907 por el ingeniero Agustín del Río. No señora, no es necesario que me adule. Yo no sabía esos datos. Los acabo de leer en las placas que tienen adosadas en sus fachadas. Si en lugar de estar distraída hubiera estado atenta, usted también las habría visto.

Al llegar a la esquina con República de Uruguay, si se asoman un poco (por que no vamos a entrar), podrán ver un buen ejemplo de la arquitectura art decó de los años veinte, en el edificio marcado con el número 37, casi en la esquina con Bolívar. Y en el número 57, que también se alcanza a ver desde aquí, podremos observar un buen ejemplo de arquitectura neogótica de la primera década del siglo XX.

Y ya que estamos en esta esquina, aprovecharemos para comer. Aquí hay varios restaurantes, así que elijan el que quieran. Yo voy a entrar a los Mariscos Frescos del Mar. Se ve muy humilde pero es bueno y barato. También está la Esquina del Pibe, los Antojitos Tere, el Uruguay 28, el Rincón Mexicano, la Casa Churra y el Charco de las Ranas.

Al terminar, los espero a una cuadra, en la esquina de Bolívar y Venustiano Carranza, frente al Reloj Otomano que vimos el otro día.

¡Caramba! ¡Tres horas para comer! O comieron mucho o me quieren ver la cara y aprovecharon para ir de compras. En fin, continuemos, ya que estamos todos. Frente a nosotros se encuentra una iglesia. Ésta, que ahora se conoce como la iglesia de Lourdes, anteriormente fue la capilla privada del Colegio de Niñas, una institución fundada en el siglo XVI para dar educación a niñas de escasos recursos. Claro, la educación que se les daba era para que llegaran a ser unas virtuosas esposas cristianas. De hecho, los mismos cofrades del Colegio se encargaban de conseguirles marido. ¡Ay, que tiempos, señor don Simón!

Iglesia de Lourdes

El Colegio, que está situado en 16 de Septiembre 27 esquina con Bolívar, fue construido en el siglo XVI, aunque en el siglo XVIII sufrió varias modificaciones, y finalmente desapareció en el siglo XIX con las Leyes de Reforma. El edificio fue puesto a la venta y tuvo diversos usos. Fue sede del Casino Alemán, después del Teatro Colón y también del Cine Imperial. Desde 1994, tras ser de nueva cuenta remodelado, es la sede del Club de Banqueros de México. Así es, ahí se juntan a comer los que nos chupan la sangre. Lo único bueno es que también ahí trabaja un excelente peluquero, de los de antes, que recibe clientes de fuera, aunque no sean banqueros. Es un señor ya muy grande pero que es todo un experto en su trabajo. Si quieren ir con él, simplemente digan en la puerta que van con el peluquero y los dejan pasar. Se llama don Arnoldo.

Antiguo Colegio de Niñas

En la otra esquina, en el número 38 de 16 de Septiembre, se encuentra la Biblioteca Silvestre Moreno Cora de la Suprema Corte de Justicia, construida por el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo (si, el mismo de los Viveros de Coyoacán), en 1923, como sede del Banco de Londres y México, que ya no existe, pero que fue el primer banco privado fundado en México en el año de 1864.

Biblioteca Silvestre Moreno Cora

Avanzamos media cuadra por la calle de Bolívar para llegar al número 27, donde se encuentra uno de los museos más originales de la ciudad, el Museo del Calzado El Borceguí. La zapatería El Borceguí, que se encuentra al lado del museo, fue fundada en 1865 por Gabriel Chacón y aun sigue en funcionamiento. Sus zapatos suelen ser de gran calidad.

El museo abrió sus puertas en 1991 y cuenta con dos mil pares de zapatos de tamaño natural y quince mil miniaturas. Los zapatos van desde el siglo I hasta nuestros días. Hay zapatos provenientes de todas partes del mundo. Entre otros, están los que usó Neil Armstrong en su viaje a la Luna. Por cierto, en todo el mundo sólo hay 14 museos como éste, y en América Latina no hay ningún otro, así que su visita es OBLIGADA.

La puerta pequeña que se ve del lado derecho es la entrada al Museo del Calzado.

Para terminar este paseo, daremos vuelta en U por Bolívar para regresar a 16 de Septiembre. No se bajen de la banqueta porque me los pueden atropellar. Al llegar a esta última calle, damos vuelta a la derecha hasta encontrarnos en la esquina de la calle de Gante, donde del lado izquierdo podremos admirar el imponente edificio que fue sede por un tiempo de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, esa misma que hace poco despareció el infame expresidente Felipe Calderón. El edificio fue construido entre 1912 y 1918 en estilo parisino. Es realmente soberbio. Actualmente alberga oficinas del Banco de México.

Antigua sede de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro

Si quieren cenar, les recomiendo visitar el Círculo Vasco, en 16 de Septiembre 51, el Centro Castellano, en República de Uruguay 16 o el Salón Luz, en Gante 25. Y desde luego, no dejen de visitar la Panadería Ideal, en 16 de Septiembre 14, una de las más tradicionales de la ciudad. Por cierto, en su interior, además de una maravillosa variedad de panes, aun se pueden contemplar parte de los arcos que pertenecieron al claustro del antiguo convento de San Francisco, hoy desaparecido. En el número 37 se encuentra otra de las panaderías clásicas del Centro, el Molino. Vayan a verla también.

¡Qué rico es el pan dulce mexicano!

Bueno, pues yo aquí los dejo. Si les gustó el paseo no dejen de recomendarme. Se aceptan propinas, sugerencias, apretones de mano y abrazos. No se aceptan críticas ni quejas. Próximamente los invitaré a conocer otros barrios de nuestro hermoso Centro Histórico.


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