lunes, 15 de junio de 2015

LOS PADRES DE LA PATRIA

Desde pequeños nos enseñan a reverenciar a nuestros héroes patrios. Sin embargo, si uno tiene un poquito de espíritu crítico (con un poquito basta) e interés por la historia, al poco tiempo comienza a dudar de las virtudes de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por la patria, que no cejaron en su lucha por lograr sus metas, las que siempre eran las mismas de todos nosotros los mexicanos. En fin.

En mi caso particular, hubo un héroe que nunca me cayó del todo bien y que, a mi juicio, le robó el título a otro que, aunque también reconocido, se lo merecía más. Se trata, nada más y nada menos (y con el perdón de todo el respetable patriotero y nacionalista), que del Padre de la Patria, don Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor (el cura Hidalgo para los cuates). De acuerdo con la versión oficial que se nos repetía hasta el hartazgo, a este buen señor le debíamos los mexicanos lo felices que éramos siendo independientes de la malvada España. Junto con otro grupo de héroes menores, como Ignacio Allende, Ignacio y Juan Aldama, Mariano Abasolo y otros más, se levantó en armas al grito de "¡Vivan los héroes que nos dieron patria! ¡Viva yo! ¡Viva mi compadre Allende! ¡Viva Aldama que me cae medio mal pero aquí está!¡Vivan las reformas de Peña Nieto!¡Viva México, ca...!" y mientras tocaba una campana comenzó a pelear por darnos patria y libertad. Es tan malo nuestro sistema educativo que no dudo de que más de un escolar así se imagine el episodio, mismo que es llamado con orgullo, el Grito de Dolores (¿y quien en su sano juicio no daría un grito si tiene fuertes dolores?).



Pero la realidad es otra. Si analizamos seriamente la serie de eventos que lanzaron a la lucha a Miguel Hidalgo nos daremos cuenta que la versión oficial, como en el caso de Ayotzinapa, no se sostiene por ningún lado.

Hidalgo era miembro de un grupo social de élite: los criollos (descendientes de españoles nacidos en América). Junto con otros criollos estaba conspirando para lograr una mayor autonomía o incluso la independencia de la Nueva España, aprovechando que la metrópoli española tenía serias dificultades con Napoleón, quien en un arrebato de locura había decidido invadirla, lo que fue quizá el peor error de su carrera militar y política. Sin embargo, la conspiración fue descubierta. Se dice que la esposa del corregidor de Querétaro, doña Josefa Ortíz de Domínguez, que también estaba metida en el asunto conspirativo, alcanzó a mandarle un recado a Allende (otro de los involucrados) desde su encierro domiciliario. Allende recibió el mensajito en San Miguel (ahora San Miguel Allende) por la noche y corrió a Dolores (ahora Dolores Hidalgo), donde despertó al buen don Miguel Hidalgo para informarle de lo ocurrido. Ya era de madrugada y al cura no le gustaba madrugar, pues era bastante parrandero. Así que con la cruda del día anterior, tan sólo atinó a decir que ya era llegado el momento de "ir a coger gachupines" (y no sean malpensados, no se refería a eso que imaginaron), para después tocar las campanas que llamaban a misa, y cuando la gente del pueblo y sus alrededores se reunió en el atrio, salir de la iglesia para echarles todo un discurso digno de candidato priísta de los cincuentas (es cruel hacerle eso a la gente a las cinco o seis de la mañana), para terminar gritando: "¡Viva Fernando VII y muera el mal gobierno!". Es decir, viva el rey de España y muera el gobierno novohispano. Bonita forma de comenzar la independencia, gritando vivas a un rey al que los mismos españoles llaman "el rey felón" y que fue uno de los peores que tuvo ese país.

Lo que sigue a continuación todo mundo lo sabe, aunque nos lo pinten bonito. Tras juntar a un nutrido grupo de hombres que se le unieron más por la posibilidad del saqueo o por sed de venganza (en muchos casos justa) contra las clases dominantes, inició un recorrido por diversos pueblos y ciudades de la zona centro del país que más que una lucha por la independencia parecía la Caravana de la Muerte organizada por Pinochet en Chile. A donde llegaban Hidalgo y los suyos, los españoles eran masacrados. Por eso no extraña que al aproximarse a Guanajuato, éstos, junto con los criollos, se encerraran en la Alhóndiga de Granaditas, temiendo seriamente por sus vidas, pues las tropas de Hidalgo y Allende no distinguían entre españoles y criollos y a todos los mataban por igual. Y dicho y hecho. Cuando tomaron el edificio, la matanza fue de antología.

Todo esto provocó que Allende, Abasolo y los Aldama comenzaran a distanciarse de Hidalgo, pues no estaban de acuerdo con semejantes masacres. Probablemente Hidalgo tampoco, pero con tal de conservar el mando de sus tropas, no se oponía a ello. El enfrentamiento entre Hidalgo y Allende llegó a ser tal, que el último trató de envenenar al primero (episodio que por razones obvias no nos enseñan en la escuela). Es decir, un héroe de segunda como Allende trató de matar a uno de primera como Hidalgo (y es que eso es lo peor, tenemos héroes de primera y héroes de segunda). Sin embargo, rencillas aparte, ambos descansan ahora en la Columna de la Independencia.

Rara vez Hidalgo menciona la palabra independencia en sus escritos, y cuando lo hace es de una forma poco clara. Abolió la esclavitud (¡bien por él!) pero también se hizo llamar Su Alteza Serenísima y se rodeó de un grupo de guardaespaldas.

Cuando llega a las cercanías de la ciudad de México, tras derrotar a las escasas fuerzas españolas de Torcuato Trujillo, Hidalgo decide dar la vuelta y no tomar la capital. ¿El motivo? Pueden ser muchos. Hidalgo dijo que no lo consideró prudente y que temía ser derrotado. Yo creo que, en esos momentos, lo asaltó una duda fundamental. "Y si tomo la ciudad, capturo al virrey y gano la guerra, ¿qué voy a hacer?". Así que se retiró a Guadalajara y después, como todo el mundo sabe, emprendió una peligrosa marcha hacia el norte, siendo al fin capturado en Acatita de Baján (Coahuila) y fusilado en Chihuahua.

En mi humilde opinión, Hidalgo se lanzó a la lucha más por el temor a ser capturado por conspirador (en esos momentos los españoles que vivían en México no eran muy comprensivos con los criollos, y sí no que le pregunten a Primo de Verdad) que por un ideal independentista bien forjado. No sabía realmente lo que iba a obtener con su lucha y nunca se esforzó por tratar de organizar al país o tan siquiera a sus tropas. Su movimiento tan sólo sirvió para provocar temor entre la gente pacífica (no sólo entre españoles y criollos) y al final hasta perdió el suelo.

Caso contrario es el siguiente personaje. Al principio dije que Hidalgo le robó el título de Padre de la Patria (en mi opinión) a otra persona. Y no, no estoy pensando en Iturbide, que aunque reconozco que fue quien al final consiguió la independencia, sus motivos nunca me han parecido correctos ni loables. Estoy hablando de don José María Morelos y Pavón, quien tomó la dirección de la lucha armada tras la muerte de Hidalgo.

A diferencia de éste, Morelos tenía bien claro lo que quería: independizar al país y formar una nueva nación. Su ejército no fue el de un grupo de hombres dispuestos al saqueo y a la venganza, como el de Hidalgo, sino un grupo compacto de hombres convencidos de un ideal y entrenados para pelear, no para destruir sin sentido alguno. Claro que hubo excepciones, pero como siempre, éstas tan sólo confirman la regla. Morelos, quien también era cura, mostró sin embargo un talento militar innato del que Hidalgo carecía. Ello le permitió luchas por más tiempo contra los españoles.

Pero no solo eso. Morelos también mostró un talento político que Hidalgo nunca tuvo. Consciente de la posibilidad de triunfar, Morelos preparó todo para que el futuro país naciera organizado y no cayera en el caos. Para ello, junto con otros personajes más como López Rayón, Liceaga, Matamoros y Galeana, apoyó la creación de un Congreso Constituyente que, entre otras cosas, redactó la Constitución de Apatzingán (Michoacán) en 1814 y la primera Declaración de Independencia. Asimismo, se formó un gobierno con poder sobre todos los territorios ocupados por las tropas de Morelos. A diferencia de Hidalgo, Morelos se hizo llamar "Siervo de la Nación" y redactó una serie de principios políticos muy avanzados a los que simplemente llamó "Sentimientos de la Nación". Morelos fue siempre leal al Congreso, aunque al final eso significó su derrota definitiva, pues por protegerlo perdió a sus mejores hombres y su propia libertad. Y la verdad sea dicha, ese Congreso no siempre se mereció su lealtad.



En conclusión, Morelos hizo más por la causa de la independencia que Hidalgo. Pero entonces, ¿porqué no le damos a él el título de Padre de la Patria? Creo que no es complicado saberlo. El México que se formó en 1821, a pesar de la abolición legal de las castas, siguió siendo un México muy desigual y con un profundo sentimiento racista. Al caer Iturbide y ser fusilado, era necesario encontrar un nuevo héroe patrio. ¿Hidalgo o Morelos? Hidalgo era criollo, Morelos era mulato. ¿Se entiende por dónde voy? Los méritos de Morelos no contaban lo suficiente por su origen racial: tenía ascendencia negra. Así que el título de Padre de la Patria se lo ganó Hidalgo y Morelos tuvo que contentarse con un puesto segundón en el Panteón de Héroes Nacionales. Incluso, en el siglo XIX y buena parte del XX, Morelos solía ser pintado con una piel más parecida a la de un criollo que a la de un mulato. Había que ocultar su origen. El racismo es algo terrible. Si fuéramos justos, deberíamos invertir las cosas y mandar a Morelos a la primera fila, relegando a Hidalgo a la segunda.

Pero también hay que aclarar algo. Morelos fue un ser humano como cualquier otro y también tuvo sus defectos. Solía ser muy cruel con los prisioneros y fusiló a muchos de ellos, en ocasiones por simple venganza. Y aplica lo mismo para Hidalgo. Si bien tuvo muchos defectos, también tuvo algunas virtudes. Para mí, su mejor aportación a la causa independentista, fue el haber iniciado el movimiento al que después pudo unirse Morelos. Pero no más.

Así que ya lo saben: organicemos una marcha para Morelos reciba el título que merece: el de Padre de la Patria.




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