lunes, 1 de junio de 2015

S.M. NORTON I, EMPERADOR DE LOS ESTADOS UNIDOS

Los Estados Unidos fueron la primera República del continente americano y la primera República moderna del mundo. Desde que comenzaron su lucha independentista hicieron suyos los principios de la Ilustración: división de poderes, tolerancia religiosa, soberanía popular. Sorprendieron al mundo cuando, en vez de un rey, eligieron a un presidente. Y una vez que sus vecinas hispanoamericanas se independizaron, siguieron de inmediato su ejemplo, convirtiéndose en repúblicas con la sola excepción de Brasil, del que hablaremos en otra ocasión.

Y desde entonces, los Estados Unidos de América han transitado por la democracia y el republicanismo sin sobresalto alguno, con la única excepción de su Guerra Civil. Esto ha sido así, ¿o no? Pues no. Resulta que los Estados Unidos tuvieron también un emperador: Su Majestad Norton I.

Bueno, en realidad se trataba de un sujeto medio loco (o loco y medio) que se proclamó emperador y fue la delicia de sus vecinos por lo estrafalario de su conducta.

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Norton I

Su verdadero nombre era Joshua Abraham Norton. Nació en Inglaterra entre 1814 y 1815, y a los dos años su familia emigró a Sudáfrica. Ahí permaneció hasta 1849, cuando aprovechó la herencia de 40,000 dólares (una auténtica fortuna en aquella época) que le dejara su padre para trasladarse a San Francisco. Hábil negociante, en cuatro años había amasado una fortuna de más de 250 mil dólares, pero entonces la codicia lo segó. Especuló con el arroz aprovechando la escasez provocada por la disminución de las importaciones provenientes de China. Compró todo el existente en la ciudad y consiguió que su precio aumentara de forma considerable. Sin embargo, sumamente codicioso, se negó a vender esperando a que el precio subiera más. Y entonces vino el desastre. Un grupo de barcos con arroz del Perú llegaron al puerto de San Francisco y su negocio se vino abajo. El precio se volvió a desplomar y perdió toda su fortuna. Se declaró en bancarrota y un juez ordenó el embargo de todas sus propiedades. Abatido, en 1857 desapareció de la ciudad. Parecía que se trataba de un especulador fracasado más, tipo de persona que abundaba en aquella época. Pero de repente, Norton volvió.

El 17 de septiembre de 1859 envió una carta a los principales periódicos de la ciudad en la que anunciaba su proclamación como emperador de los Estados Unidos y protector de México, convocaba a los Estados del país a que enviaran representantes a San Francisco para formar un nuevo Congreso, disolviendo el que estaba en Washington. Los periódicos inmediatamente se lo tomaron a broma y comprendieron que era una historia a la que le podían sacar mucho provecho.

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Su reinado duró 21 años, hasta su muerte en 1880. Publicó un sinfín de decretos de todo tipo, hizo nombramientos cortesanos y diplomáticos, escribió cartas a sus "primos" reales de Europa (los reyes europeos tenían la costumbre de llamarse primos cuando se escribían cartas, lo que no era algo extraño teniendo en cuenta la costumbre milenaria de casarse entre ellos) y se volvió un personaje muy popular.

Gustaba de recorrer sus dominios, paseando por las calles acompañado de dos perros callejeros a los que adoptó y que se volvieron tan célebres como él: Bummer y Lazarus. Cuando Bummer murió, Mark Twain se encargó de escribir su epitafio: "murió con muchísimos años y muchísimo honor, enfermedades y pulgas". La gente lo saludaba llamándole "Su Majestad", los dueños de restaurantes le servían comida gratis porque su presencia atraía clientes al local, los dueños de comercios le rendían pleitesía y organizaban banquetes en su honor.

Cuando estalló la Guerra Civil en 1861, ordenó de inmediato el cese al fuego y la comparecencia de Abraham Lincoln y Jefferson Davis (presidente de los Estados Confederados del Sur) ante su corte para explicarle los motivos de la guerra. Asimismo, ordenó la disolución de los partidos Republicano y Demócrata por considerar que le hacían mucho daño a la nación.

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Impuso un impuesto de 25 centavos semanales al comercio local y de tres dólares a los bancos para financiar su corte y muchos tenderos y banqueros lo pagaban con gusto e inclusive le enviaban regalos por su cumpleaños. El Palacio Imperial se estableció en un viejo edificio de departamentos situado en el 642 de Commercial Street.

Todos los teatros le tenían reservado un palco, y cuando él entraba, todos los asistentes se ponían respetuosamente de pie en absoluto silencio, como señal de respeto. Cuando se negaron a servirle una comida gratis en un tren, ordenó la expropiación de la compañía. Ésta se disculpó públicamente y le ofreció un pasaje vitalicio. ¡No le iba nada mal en su locura!

Se dice que en una ocasión utilizó su influencia para impedir el linchamiento de un grupo de inmigrantes chinos, algo usual en aquella época. El uniforme militar que utilizaba había sido un obsequio de los empleados de Correos y cuando con el paso de los años éste estuvo deslucido y harapiento, Norton dictó de inmediato una proclama: "Sabed que yo, Norton I, tengo varias quejas contra mis vasallos, considerando que mi imperial guardarropa constituye una desgracia nacional". Al día siguiente el ayuntamiento aprobó una subvención especial para comprarle un nuevo uniforme, por lo que el emperador los premió con un título de nobleza para cada uno de sus miembros.

¡Inclusive llegó a emitir su propia moneda que los comerciantes de San Francisco le aceptaban como pago! Claro que sólo a él. Si cualquier otra persona pretendía pagar con esos billetes era mandada a volar. También ordenó la construcción de un puente sobre la bahía de San Francisco, decreto visionario que se llevaría a cabo tiempo después de su muerte: se trata del famoso Golden Gate.

Billete de diez dólares del emperador Norton

En cierta ocasión un jefe de policía oriundo de Los Ángeles, y que no lo conocía, lo detuvo acusándolo de vagancia y lo encerró en la cárcel municipal. Entonces se desató una verdadera revuelta popular, lo que obligó a éste a liberarlo ofreciendo una disculpa. Norton I, amable y magnánimo, le concedió el perdón imperial. A partir de ese momento, todos los policías lo saludaban cuando se cruzaban con él por la calle, quitándose el casco en señal de respeto. ¡Era todo un personaje!

El 8 de enero de 1880 falleció a causa de un ataque de apoplejía cuando se dirigía a una conferencia en la Academia de Ciencias de San Francisco. Su entierro fue multitudinario y se le rindieron grandes honores. Acudieron más de 30 mil personas de las 100 mil que tenía la ciudad. Como no tenía dinero iba a ser enterrado en un ataúd sencillo, pero el Pacific Club (un club de ricos empresarios) pagó un ataúd de madera fina y la ciudad organizó un entierro de primera clase.

Todos los periódicos de la ciudad publicaron la noticia con gran respeto. Incluso uno de ellos publicó lo siguiente: "El Emperador Norton no mató a nadie, no robó a nadie, no se apoderó de la patria de nadie. De la mayoría de sus colegas no se puede decir lo mismo."

En su humilde vivienda se encontraron monedas por un total de 10 dólares, un sable oxidado, distintos tipos de sombreros y tocados, un cuadro de Napoléon y otro de la Reina Victoria de Inglaterra, cartas dirigidas a ésta misma y telegramas falsos de distintos monarcas europeos felicitándole por su próxima boda con ella. Drury, uno de sus biógrafos, cuenta la siguiente historia: Parece ser que Norton le contaba a un conocido que realmente no era hijo de sus padres sino de la casa real francesa y que sus padres le habían entregado a los Norton para salvarle de unos asesinos. Cuando el interlocutor le dijo que eso era de locos, contestó "de esos hay muchos". Cuando un reportero le preguntó si era judío contestó "¿cómo voy a serlo si soy un pariente cercano de los Borbones y todo el mundo sabe que no son judíos?".

Su tumba en el Woodlawn Cementery

Su personaje quedó inmortalizado en obras de Mark Twain, Robert Louis Stevenson, Selma Lagerlöf, René Goscinny y otros más, y hasta salió en la serie de televisión Bonanza.

Cuando se cumplieron cien años de su muerte, en 1980, hubo muchas ceremonias en su honor. Inclusive un grupo de personas propuso que se le cambiara el nombre al Golden Gate por el de Emperor Norton Bridge.

Lucky Luke, por René Goscinny

Y esa fue la historia del primer y único emperador de los Estados Unidos de América. ¡Ah!, y protector de México.

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