lunes, 4 de mayo de 2015

AUSTERLITZ: LA MEJOR MUESTRA DEL GENIO MILITAR DE NAPOLEÓN

Cansado de la hostilidad inglesa que se negaba a aceptar el predominio francés al mando de Napoleón Bonaparte, éste había decidido invadir la isla. Para ello comenzó a reunir un gran ejército en el campamento de Boulogne. Claro que una cosa era reunir las tropas y otra muy distinta poder mandarlas a Inglaterra, pues a fin de cuentas ésta tenía el dominio absoluto del mar. Napoleón había buscado la ayuda española para, con la reunión de ambas flotas, derrotar a la inglesa. Sin embargo, el 21 de octubre de 1805 el genial almirante inglés Horatio Nelson puso fin a este intento, derrotando a la flota francoespañola en la batalla de Trafalgar, aunque eso le costó la vida al almirante inglés.

Napoleón en 1805
Por otro lado, consciente del peligro, Inglaterra había buscado ayuda en el exterior, y con el apoyo de Suecia, Austria y Rusia formó la llamada Tercera Coalición contra Francia. El emperador francés no perdió el tiempo y ordenó a sus tropas cruzar el Rin y dirigirse a territorio austriaco. El 20 de octubre de 1805 derrotó a un ejército austriaco en Ulm, capturando a más de 60,000 soldados enemigos, y en noviembre capturó Viena, la capital imperial.

Francisco II de Austria
A principios de diciembre, las tropas francesas se encontraron por fin con el grueso del ejército austriaco y con el ejército ruso, al mando de sus respectivos emperadores, Francisco II y Alejandro I, en las cercanías del pequeño castillo de Austerlitz, actualmente en territorio de la República Checa. Era el 2 de diciembre de 1805 o 11 Frimario del año XIV de acuerdo con el Calendario Republicano Francés.

Alejandro I de Rusia
Napoleón comenzó de inmediato a inspeccionar el terreno para preparar su plan de batalla. Hecho esto, desplegó sus tropas de la siguiente manera: el ala izquierda, al mando de los mariscales Lannes y Murat se apoyaría en un pequeño cerro llamado el Santón; el centro, al mando del mariscal Soult y del propio Napoleón, estaría frente al pantano de Kobelnitz y la meseta de Pratzen; y el ala derecha, al mando del mariscal Davout y el general Friant, estaría en los pueblos de Telnitz y Sokolnitz. La reserva, al mando del mariscal Bernadotte, contaba con las famosas divisiones de la Guardia Imperial. Ambos ejércitos estaban separados por un pequeño riachuelo llamado Goldbach.

Posiciones iniciales. En azul, los franceses. En rojo, los austrorrusos.

La idea de Napoleón era mostrar un ala derecha débil para atraer hacia ella a los enemigos, haciendo que desalojaran el centro, para a continuación penetrar él en Pratzen y cortar en dos a los rusos y austriacos. Era una trampa muy bien tendida y los austrorrusos cayeron en ella.

A las cuatro de la mañana del 2 de diciembre de 1805 tres columnas del ejército ruso, apoyadas por parte de la caballería austriaca, comenzaron a moverse en dirección a los pueblos de Telnitz y Sokolnitz, desalojando poco a poco su centro en la meseta de Pratzen. Habían caído en la trampa. Las mandaba el general Buxhoewden, un aristócrata que no tenía ninguna idea de cómo dirigir a sus soldados pero que sí tenía muchos títulos nobiliarios que le habían permitido comprar el grado de general.

En ese lugar la batalla fue muy reñida, Ambos pueblos cambiaron de dueño en varias ocasiones, pero al final, los franceses lograron resistir. Ese día, Davout y Friant resistieron con 7,500 soldados el ataque de más de 35,000 enemigos. Toda una hazaña.



Mientras tanto, las divisiones francesas de Vandamme y Saint-Hilaire se lanzaron sobre Pratzen, tomando totalmente desprevenidos a los austrorrusos, que estaban al mando del general Kutusov. En una hora se apoderaron de la meseta y pusieron en fuga a los hombres de Kutusov. En el ala izquierda francesa, al mismo tiempo, los mariscales Lannes y Murat hacían frente a las tropas rusas del general Bagration y a la caballería austriaca del príncipe de Liechtenstein. Ahí también, tras un reñido combate, los franceses consiguieron imponerse, obligando a la caballería austriaca a retirarse desordenadamente.

Pero en esos momentos, el general Langeron, que había visto el combate que se desarrollaba en Pratzen, había dado media vuelta con su columna, abandonando el pueblo de Sokolnitz y había regresado en ayuda de Kutusov, lo que permitió a éste recobrar la ofensiva. De repente, el batallón de José Bonaparte, hermano de Napoleón, fue atacado por los húsares rusos del Gran Duque Constantino, hermano del emperador Alejandro. Al darse cuenta de eso, Napoleón mandó en su ayuda a los mamelucos del general Rapp. Éstos eran unos jinetes egipcios que combatían al lado de Napoleón desde que éste había estado en ese país. Normalmente se lanzaban a la carga gritando, lo que sembró el pánico entre los jinetes rusos, que en su mayor parte eran jóvenes aristócratas que nunca antes habían combatido. Los mamelucos los barrieron y uno de ellos, llamado Mustafá (es como decir Juan en México) estuvo a punto de capturar al Gran Duque, pero éste disparó sobre su caballo, lo que le permitió huir.



A la una de la tarde, los austrorrusos estaban en total retirada.Derrotados en el centro y el ala izquierda, tan sólo seguían combatiendo en el ala derecha. Napoleón mandó entonces en ayuda de Davout y de Friant a las divisiones del mariscal Soult. Esto permitió a los franceses derrotar a las últimas tropas enemigas que seguían en pie de lucha.

Los austrorrusos trataron de huir cruzando los pantanos helados, pero el hielo no pudo soportar el peso de tantos hombres y comenzó a ceder. Además, la artillería francesa, al disparar sobre ellos, también ayudó a romper la capa de hielo y, al final, éste cedió, llevándose al fondo helado a cientos de soldados austriacos y rusos.

Recreación histórica de la batalla.
El desastre fue total. Los dos emperadores aliados huyeron de Austerlitz, mientras enviaban emisarios a pactar con Napoleón. En la proclama de la victoria, que éste había ordenado distribuir entre sus soldados, se decía lo siguiente: "Soldados, cuando terminemos de hacer lo que es necesario para garantizar la felicidad y la prosperidad de nuestra patria los volveré a Francia; y una vez allí los haré rodear de las mayores atenciones. Serán vistos de nuevo con alegría por mi pueblo y les bastará decir 'yo estuve en la batalla de Austerlitz' para que les respondan: 'he aquí un héroe'."

Esta victoria puso fin a la Tercera Coalición. Los rusos se retiraron a su país, mientras que Austria tuvo que ceder territorios a Francia como botín de guerra, además de pagar 40 millones de francos. Los austrorrusos perdieron el 37% de sus hombres entre muertos, heridos y prisioneros, mientras que los franceses el 13%.

Otra consecuencia de la victoria fue la desaparición definitiva del Sacro Imperio Romano Germánico, creado en el año 962 y que abarcaba a todos los reinos y principados alemanes y austriacos, así como el norte de Italia. El más famoso de sus emperadores había sido Carlos V, quien también fue rey de España. Napoleón lo disolvió en 1806, sustituyéndolo por la Confederación del Rin, de la que Austria quedó fuera.

Una vez recibido el dinero de Austria, Napoleón lo distribuyó entre sus soldados, otorgando también una generosa pensión a las viudas y los huérfanos de los caídos en la batalla. Así cumplió su promesa de cuidar de ellos.

Sin embargo, poco duró la paz. Al año siguiente Prusia, apoyada por Inglaterra y Rusia, se lanzó de nuevo contra Francia en lo que se conoció como la Cuarta Coalición. Aunque Napoleón volvió a derrotar a todos sus enemigos, nunca volvió a hacerlo como en Austerlitz.

Los principios tácticos y estratégicos de esta batalla aun siguen siendo estudiados en muchas academias militares en todo el mundo.

La carga de los mamelucos

Napoleón fue un gran militar y sus campañas sirvieron para esparcir los ideales de la Revolución Francesa por toda Europa, lo que en los años siguientes a su derrota definitiva en Waterloo (1815), cambiaría completamente el rostro del Viejo Continente, poniendo fin a las monarquías absolutistas y dando paso a las nuevas monarquías constitucionales. Claro que para esto tuvieron que estallar nuevas revoluciones.

Sin embargo, por otro lado, la estela de muerte y destrucción que dejó a su paso el ejército francés, convierten a Napoleón en uno de los hombres más terribles que hayan existido. Si bien era un excelente general, también era un hombre ambicioso y cruel, que no dudaba en sacrificar a sus soldados en campañas insensatas, aprovechando la gran devoción que estos le tenían.

Si les interesa saber más sobre el tema, existe una muy amplia bibliografía, pero yo les recomiendo en especial el libro Austerlitz: la batalla de los emperadores, de Pierre Miquel, así como Guerra y Paz, de León Tolstoi. Asimismo, se han hecho varias películas sobre la batalla. Quizá la mejor, en mi opinión, es la realizada en Francia en 1960, dirigida por Abel Gance.

Este es el link para la película de Abel Gance:
https://www.youtube.com/watch?v=rb0Sy7Clstw


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