viernes, 22 de mayo de 2015

¿BOMBAS ATÓMICAS SOBRE ESPAÑA? PUES SÍ, SUCEDIÓ

Si nos hablan de las bombas atómicas, lo normal es que de inmediato pensemos en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, que han sido las dos únicas ciudades que han sufrido un ataque de esa naturaleza en tiempos de guerra. Pero lo que no nos han dicho es que en tiempos de paz han ocurrido muchos accidentes nucleares que han estado a punto de provocar graves daños en la población civil. Y es que aunque no lo crean, los militares son igual de brutos y descuidados que el resto de los humanos, especialmente los de los Estados Unidos, aunque siempre nos quieran vender una imagen de superhombres con superpoderes al estilo Rambo u otras payasadas de esas, incapaces de equivocarse, pues siempre tienen todo bajo control.

El asunto que les quiero platicar el día de hoy tiene que ver con España y unos pilotos estadounidenses bastante sobrados de sí mismos que se quisieron sentir precisamente el tipo de superhéroes que mencionábamos arriba.

Todo ocurrió el 17 de enero de 1966. En España reinaba (perdón, gobernaba) Francisco Franco, ese simpático y chaparro personaje al que todos los españoles adoraban y al que veían como el padre que los había salvado de los peligros del comunismo internacional (espero que hayan notado el sarcasmo y la burla en el comentario, si no lo hicieron, sepan que esa fue la intención). En el mundo reinaba la paz y la armonía entre todas las naciones (ja,ja,ja) y todos los seres humanos vivían felices y satisfechos (recontra ja,ja,ja).

Pues bueno, resulta que ese día, un avión de combate de los Estados Unidos, un bombardero B-52 para ser más precisos, se acercaba a cielo español cargado con cuatro bombas nucleares como quien carga cuatro sandías. Estaba realizando un vuelo de rutina desde Turquía hasta la base de Carolina del Norte. Al pasar cerca de Almería, en España, por el poblado de Palomares, se encontró con un avión cisterna KC-135, también de la Fuerza Aérea del Tío Sam, mismo que debía repostarle combustible en el aire, una nueva técnica que estaba causando furor entre los militares, pues evitaba que los aviones tuvieran que aterrizar para ello y permitía que estuvieran más tiempo en el aire. El sueño de cualquier piloto, vaya.

Dos de las bombas en el Atomic Museum en Albuquerque, Nuevo México

Pero en esta ocasión las cosas no salieron como dice el manual o como practicaron en los entrenamientos. El piloto del bombardero estaba volando demasiado bajo y cuando quiso subir para encontrarse con el avión cisterna no vio que éste estaba arriba de él y le pegó de lleno en la panza. Todo un gancho al hígado a 10,000 metros de altura. Obviamente el avión cisterna, que iba cargado con 110,000 litros de gasolina, explotó en el aire, como pasa en las mejores películas de acción, y el bombardero se desintegró y cayó a tierra. Y con él, las cuatro bombas nucleares. Éstas eran en realidad bombas termonucleares B28 conocidas como bombas H, setenta y cinco veces más poderosas que las arrojadas sobre las ciudades japonesas.

Pero no cabe duda que la suerte favorece a los que son gobernados por dictadorcitos de tres al cuarto. Una bomba cayó en el mar y no explotó. Otra cayó en tierra y tampoco explotó. ¿Fue un misterio o un físico mal hecho? ¡Quién sabe!

Pero faltan dos bombas. Pues bien, esas dos cayeron cerca del pueblo de Palomares. El detonante convencional que usan para provocar la primera reacción nuclear explotó, esparciendo 20 kilos de plutonio altamente radiactivo por los alrededores, pero una vez más, misteriosamente la reacción nuclear no se produjo. Los tres tripulantes que sobrevivieron no lo podían creer. Sin embargo, ahora se cree que no explotaron porque el mecanismo de detonación no estaba activado. ¡Quién sabe! De acuerdo con los datos más recientes, de haber ocurrido la explosión, ésta hubiera arrasado las provincias de Almería, Murcia y Alicante, y provocado severos daños a las de Granada, Albacete y Valencia. Se calcula que hubieran muerto de inmediato un millón de personas mas las que hubieran muerto en los días posteriores a causa de la radiación. Y desde luego, otras zonas también se hubieran visto muy afectadas, aunque en menor medida.


Así se calculan los daños que se hubieran provocado

Un camionero que vio el choque aéreo fue el que alertó a los periódicos. Sin embargo, la censura del régimen franquista entró en acción de inmediato y si bien los periódicos publicaron la noticia del accidente, no se mencionó una palabra sobre las bombas. De inmediato los Estados Unidos, en connivencia con Franco, entraron en acción. Se puso en marcha la Operación Flecha Rota. La zona fue acordonada, el ejército estadounidense montó un campamento provisional y comenzó la búsqueda de las bombas. Nadie podía entrar ni salir del área sin su permiso.

oficiales estadounidenses con la bomba H recuperada en Palomares
Esta es la bomba que cayó al mar

De acuerdo a informes recién desclasificados, el plutonio liberado en el área necesita alrededor de 24,000 años para perder sus efectos radioactivos. Toda una vida. Miles de toneladas de tierra contaminada fueron removidas y trasladadas en barco a la base militar Savannah River, en Carolina del Sur. Sin embargo, en otra operación secreta, varias toneladas de material radioactivo fue sepultado a treinta metros de profundidad en la misma zona afectada. A finales de 1966, el 29% de la población de Palomares presentaba problemas de salud por la radiación.

Las bombas que cayeron en tierra fueron rápidamente recuperadas, pero la que cayó en el mar (que ahora se sospecha que fueron dos) no aparecía. Finalmente, en abril de 1966, un pescador llamado Francisco Orts Simó, literalmente pescó la bomba con sus redes mientras se encontraba faenando. A partir de entonces los vecinos le llamaron "Paco el de la bomba". Fue toda una suerte, pues ya había barcos y submarinos soviéticos rondando el agua con la sana intención de apoderarse de la bomba y conocer sus secretos. Sin embargo, otra versión dice que el pescador español simplemente indicó a los estadounidenses donde había caído la bomba, pues él la había visto cuando entró al agua, y ellos se encargaron de sacarla del mar.

"Paco el de la bomba. Crédito imagen: http://www.culturandalucia.com/ALMER%C3%8DA/fotografias_antiguas_ALMERIA2.htm
Paco el de la bomba.

Tanta actividad secreta llamó la atención y a pesar de los esfuerzos realizados la noticia terminó por filtrarse. Claro que nadie sabía la potencia real de las bombas pero ya se sabía que habían caído. Así que comenzó entonces una nueva operación para convencer a la gente de que no había pasado nada grave, de que todo estaba bien. En la actualidad hubiera bastado un programa de la señorita Laura o un capítulo de la Rosa de Guadalupe para hacer que la gente se olvidara del asunto, pero en aquella época no era tan sencillo. Así que el ministro de Información y Turismo de España, Manuel Fraga Iribarne, se presentó en las playas de Palomares junto con el embajador de los Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke, para tomar un baño en la playa de Quitapellegos. En esos momentos se encontraba en Almería, rodando una película, la actriz Anne Baxter, quien al enterarse quiso acudir también a dicha playa junto con el ministro español, pero el embajador estadounidense se negó de plano, pues se trataba de que la noticia fuera la ausencia de radiación en las playas y no la actriz de moda tomando un baño con el ministro y el embajador. Había que darle seriedad al asunto.

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El famoso baño de Fraga en Palomares.

Poco a poco el asunto comenzó a caer en el olvido hasta que en 2004 el gobierno español decidió exigir a su par estadounidense que se hiciera responsable de los gastos de limpieza que se acababan de reanudar en la zona de Palomares, a lo que, hasta la fecha, el gobierno de Washington ha dado largas y no ha querido responder.

Pero aun queda una pregunta en el aire. ¿Qué hacía un avión con cuatro bombas atómicas sobrevolando España? De acuerdo con documentos desclasificados en 2010, se trataba de una operación secreta del Ejército de los Estados Unidos mediante la cual tenían aviones en vuelo constante por todo el mundo, armados con este tipo de bombas, para que en caso de que la Unión Soviética atacara por sorpresa y destruyera las bases aéreas de Estados Unidos, hubiera aviones en el aire listos para responder al ataque. ¡Chulada de operación!

Para colmo, éste no había sido el único accidente ni lo sería. En 1961 había ocurrido algo similar en Carolina del Norte y en 1968 ocurriría en Groenlandia, aunque en ambos casos las bombas tampoco explotaron.

Si les interesa ver la versión de Hollywood sobre este asunto, pueden ver la película Hombres de honor, del año 2000, con Robert de Niro y Cuba Gooding Jr.


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