lunes, 16 de marzo de 2015

LOS ACANTILADOS DE MOHER, IRLANDA

Los acantilados de Moher son una de las principales atracciones turísticas de Irlanda. Están ubicados en la región suroccidental de la llamada "Isla Verde", en el condado de Clare, cerca de las ciudades de Limerick y Ennis.

Para llegar la mejor opción es alquilar un coche, pues además de que eso te permite hacer el recorrido a tu antojo, la experiencia de manejar del lado derecho del coche, en vez del izquierdo al que estamos acostumbrados la mayoría de los seres humanos, es muy interesante. En mi caso particular, yo creí que lo más difícil sería la palanca de velocidades (pues el coche no era automático), pero no fue así. Lo que más se me complicó fue el sentido de las calles (al menos al principio me metí en sentido contrario en más de una ocasión) y el espejo retrovisor. Éste último no fui capaz de utilizarlo mas que en los últimos dos días del viaje, pues siempre lo buscaba del lado derecho y no del lado izquierdo que es donde se encontraba. Es una buena experiencia y sirve para que nuestro cerebro se ejercite.



Los acantilados son tan famosos que cuentan ya con un centro de atención para turistas y un enorme estacionamiento situados ambos en la parte central del parque. Si eres el típico turista que, como yo, buscas recuerditos para llevar a los familiares y amigos, en el centro de visitantes podrás encontrar una buena variedad de chucherías.



En su parte más alta, los acantilados tienen una altura de 214 metros y de 120 en la más baja. El recorrido total es de casi 8 kilómetros siguiendo un estrecho sendero. Nosotros hicimos sólo la mitad, y puedo asegurarles que las vistas son realmente fabulosas. Al centro del recorrido, cerca de la entrada al parque, se encuentra una pequeña torre almenada circular. Mi decepción fue grande cuando me enteré que fue construida en 1835 por Sir Cornellius O'Brien (de donde le viene el nombre), pues cuando la vi de lejos yo creí que se trataba de una estructura medieval. Lo curioso es que fue construida para servir como mirador para los turistas que ya en esa época acudían a este lugar. Sin embargo, después averigüé que Moher deriva de la palabra irlandesa Mothar, que significa más o menos fortaleza en ruinas y hace referencia a una antigua torre del siglo I antes de nuestra Era de la cual ya no queda nada.


Ahora bien, sólo en la parte central hay un barandal al lado del camino. En el resto del recorrido uno va caminando relativamente cerca del borde de los acantilados y en ocasiones es muy fácil llegar a él. Mucha gente lo hace, pero si tú eres de los que tienen vértigo, como cierto amigo mío, te recomiendo que no te salgas del camino o sufrirás mucho.



Como no podía ser menos, los acantilados están llenos de leyendas, la mayoría procedentes de la época anterior a la cristianización de Irlanda, es decir, a la época en que los celtas dominaron el lugar. Estas leyendas hablan de sirenas y brujas, de antiguos rituales celtas e inclusive se habla de una antigua ciudad llamada Kilstiffen que fue engullida por el mar frente a los acantilados después de que su jefe perdiera en una batalla la llave de oro del castillo que protegía la ciudad. La leyenda dice que cuando se encuentre esta llave, la antigua ciudad emergerá de las olas.



Frente a los acantilados se encuentran las famosas islas de Aran, un grupo de tres islas que han sabido conservar en buena parte las antiguas tradiciones celtas irlandesas. Hay un ferry que las conecta con tierra firme, pero que no funciona en invierno debido al mal clima.



Por último, muy cerca de los acantilados se encuentra el pueblo de Doolin, también sobre la costa, y que es considerado como la capital de la lana irlandesa. Es un pueblo muy pequeño y sólo tiene dos tiendas, pero en ellas podrás encontrar una variedad impresionante de sweaters, boinas y vestidos fabricados con lana de la mejor calidad y a precios muy asequibles.



Si decides visitar Irlanda, definitivamente te recomiendo que no te pierdas este maravilloso lugar.

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