lunes, 30 de marzo de 2015

TRES EJÉRCITOS DISTINTOS PARA UN SOLO SOLDADO

Si alguien nos preguntara la nacionalidad de los soldados del ejército... pongamos por ejemplo, guatemalteco, después de mirar con cara de compasión a la persona que nos hizo semejante pregunta, sin dudarlo responderíamos: pues son guatemaltecos. Y en efecto, así suele ser en términos generales con todos los ejércitos. Si usted es mexican@ seguramente pelearía dentro del ejército de su país en caso de guerra. Pero a veces la historia se empeña en demostrarnos que las cosas no siempre son como deberían de ser. Es el caso del coreano Yang Kyoungjong, un hombre con muy mala suerte que comenzó luchando por el emperador japonés y terminó matando estadounidenses en las playas de Normandía, enfundado en un uniforme alemán. ¿Cómo sucedió esto?

Yang Kyoungjong con el uniforme alemán

Pues resulta que el bueno de Yang, nacido en Corea en 1920 cuando éste país se encontraba bajo dominio japonés, al cumplir los 18 años fue reclutado “voluntariamente a fuerza” por los japoneses, quienes en ese momento se encontraban muy entretenidos dándose de palos contra los soviéticos en Manchuria, al norte de China.

Poco duró su lealtad al emperador Hirohito, pues en 1939 fue capturado por los rusos y enviado a un campo de trabajos forzados, donde tuvo oportunidad de experimentar la famosa hospitalidad siberiana.

Con el uniforma japonés. Escena de la película My way

Pero para su mala suerte (o buena, quien sabe), Hitler decidió invadir la Unión Soviética en 1941 causando grandes estragos a los ejércitos rusos, por lo que Stalin, ese simpático y bonachón dictador (entiéndase el tono sarcástico del comentario), decidió echar mano de todos los presos disponibles para llenar los huecos que los soldados capturados por los alemanes dejaban en sus cada vez más reducidas divisiones. Así que más pronto que tarde, al bueno de Yang le notificaron su ascenso de prisionero a soldado, con el aliciente de que en caso de negarse, sería amablemente fusilado. Ante esas dos opciones, morir de un balazo soviético en Siberia o morir de un balazo alemán en Ucrania, nuestro hombre lo tuvo claro, y enfundado ahora en el uniforme del ejército rojo, partió sin demora a pegarles unos cuantos tiros a los alemanes.

Y así llegó el pobre hasta Ucrania, donde de inmediato se lió a los golpes con los invasores alemanes, con tan mala suerte que en 1943 cayó en sus manos. Ya se hacía trabajando en un nuevo campo de concentración. Pues no señor. Los alemanes, al darse cuenta de que no era ruso y creyendo que era un japonés (recuérdese que Japón era aliado de los alemanes) obligado a luchar con los soviéticos, ni tardos ni perezosos le ofrecieron un puesto en el Ostbatalion, una unidad especial del ejército alemán formada por puros soldados de origen asiático. Yang no se lo pensó dos veces, ya que hacía poco les habían informado que el bondadoso Stalin había ordenado fusilar a cualquier soldado de su ejército que regresara a la Unión Soviética después de haber sido prisionero de los alemanes.

Capturado por los alemanes. Escena de la película My way

Sabia decisión. Así que una vez más, a cambiar de uniforme y a pegar de nuevo tiros, esta vez contra sus antiguos compañeros rusos. Pero el desarrollo de la guerra obligó al alto mando alemán a enviar a su batallón asiático a las playas de Normandía, en Francia, pues se esperaba un desembarco en esa zona por parte de los Estados Unidos e Inglaterra. Nuestro amigo se encontré entonces peleando en la playa de Utah el mismísimo 6 de junio de 1944, donde fue capturado por los paracaidistas estadounidenses. Definitivamente lo suyo, lo suyo, no era estar con los ganadores.

Momento de su captura en Normandía, junio de 1944

Confundido con un japonés por los estadounidenses, que nunca fueron muy duchos para distinguir a los diferentes pueblos del Lejano Oriente, fue enviado a un campo de prisioneros en Inglaterra donde se encontraban otros soldados japoneses. Al ver que no podía comunicarse con ellos, pues Yang no hablaba la lengua del país del Sol Naciente, se dieron cuenta de su error y al poco tiempo lo liberaron, previa explicación de su presencia en el ejército alemán, esta vez con traductor de coreano de por medio.

Aquí acabaron las desventuras del bueno de Yang, quien decidió emigrar a los Estados Unidos y radicar en Illinois. En seis años había luchado en tres ejércitos con el único y loable motivo de salvar el pellejo. Y si por un lado tuvo mala suerte al ser capturado y enrolado una y otra vez, por otro no tendría motivos para quejarse, pues a pesar de su azarosa vida no se contó entre los más de 60 millones de muertos que hubo en la Segunda Guerra Mundial. La pregunta que me viene a la mente es la siguiente: ¿habrá podido cobrar su pensión de veterano de guerra en los tres ejércitos?

Sin embargo, Yang nunca contó su historia hasta el 2002, en que decidió hacerlo para un periódico coreano, causando tal sensación que incluso en 2011 inspiró el guión de una película coreana llamada My way. Así que al final, nuestro amigo hasta tuvo película. No está mal.

My way, 2011

2 comentarios:

  1. ¡Qué buena historia!, tendré que ver la peli. Saludos

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  2. Más bien los suyo lo suyo, no era la guerra. Y Lo que me sorpende y llama la atención es que los gringos se hayan dado cuenta que no hablaba japónes...

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