En el año de 1829 terminaba oficialmente el gobierno de Guadalupe Victoria, primer presidente de México. Desde 1827 los dos principales grupos políticos mexicanos, conocidos popularmente como escoceses y yorkinos, de acuerdo a la logia masónica a la que estuvieran vinculados, comenzaron a mover sus piezas con miras a las elecciones presidenciales y del Congreso.
Guadalupe Victoria |
Los yorkinos postularon como su candidato a Vicente Guerrero, héroe de la independencia. Los escoceses, apoyados por muchos yorkinos decepcionados y por los grupos criollos que temían el exceso demagógico de los yorkinos, conocidos como "los imparciales", postularon al ministro de Guerra y Marina, Manuel Gómez Pedraza.
En ambos grupos había personas prominentes. Por el lado de los yorkinos, se encontraba Lorenzo de Zavala, Antonio López de Santa Anna y Anastasio Bustamante. Por parte de los escoceses, se encontraban Nicolás Bravo, Valentín Gómez Farías, Miguel Ramos Arizpe, Lucas Alamán e inclusive el mismo presidente, Guadalupe Victoria.
Vicente Guerrero |
Es importante destacar que por el lado escocés se trataba más bien de una coalición en contra de los yorkinos, ya que muchas de las personas que apoyaban a Gómez Pedraza, no pertenecían a la logia escocesa e inclusive tenían grandes desavenencias con su ideología política.
De inmediato, la prensa de ambos grupos comenzó a lanzar ataques en contra del otro. Por parte de los yorkinos, el Correo de la Federación Mexicana se centró principalmente en la simpatía que los escoceses habían demostrado hacia los españoles, acusándolos así de ser partidarios de Montaño (general que se había levantado en armas en 1827 y que había sido derrotado por las tropas de la federación), del padre Arenas (célebre fraile español a quien se acusó de conspirar por el retorno de la dominación española, hecho que motivó la expulsión de los españoles decretada en 1828), del imperio de Iturbide (y por lo mismo enemigos de la República), y otros cargos semejantes.
Manuel Gómez Pedraza |
Los partidarios de Gómez Pedraza, a través de periódicos como Águila Mexicana y El Sol, atacaron principalmente la ineptitud de Guerrero para el puesto de presidente, sus fuertes ligas con la logia masónica yorkina y con el ministro de los Estados Unidos en México, el infausto Joel R. Poinsett. También lo acusaban de demagogo.
Ambos contendientes comenzaron a mover sus piezas, y Gómez Pedraza aprovechó sus relaciones como ministro de la Guerra para colocar a partidarios suyos en los puestos claves de muchos estados, medida que fue motivo de grandes protestas por parte de los yorkinos.
Joel R. Poinsett |
Por fin, las elecciones se llevaron a cabo y, aunque los yorkinos obtuvieron el triunfo en el Congreso (un triunfo muy discutido, ya que muchos de sus miembros defeccionaron para pasarse al bando de los escoceses), Gómez Pedraza triunfó sobre Guerrero en las presidenciales.
Hay que saber primero que en esta época las elecciones no eran como ahora, sino que eran las legislaturas estatales las que elegían al presidente. Por Gómez Pedraza votaron las legislaturas de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Veracruz y Zacatecas.
Por Guerrero votaron las de Chihuahua, Coahuila y Texas, México (de donde era gobernador Lorenzo de Zavala), Sonora y Sinaloa (en ese momento eran un solo estado), San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán.
Los estados de Michoacán y Tabasco repartieron su voto. De esta manera, Gómez Pedraza obtuvo el voto de 11 estados contra 9 de Guerrero.
Este triunfo de Gómez Pedraza significó el inicio de una gran serie de calamidades sobre la República. Los yorkinos se negaron a aceptar su derrota y se rebelaron, comenzando una tradición de cuartelazos que perduraría hasta que Porfirio Díaz les pusiera final en el último cuarto del siglo XIX.
Es interesante, sin embargo, hacer un análisis de éstas elecciones. Ellas eran la prueba de fuego de la naciente república. Pero desde el momento en que muchos criollos yorkinos rechazaron a Guerrero simplemente por ser mulato y representar a los antiguos insurgentes de Hidalgo y Morelos, aunado al hecho de que los demás yorkinos lo propusieron creyendo que podrían manejarlo fácilmente, ésta prueba fracasó rotundamente.
En estas elecciones se demostró que en México, más que las ideologías, iban a predominar los intereses políticos. El hecho de que dos hombres tan distintos como Lucas Alamán y Valentín Gómez Farías militaran en el mismo bando, y que dos enemigos tan irreconciliables como Vicente Guerrero y Anastasio Bustamante lo hicieran en el otro, es una clara muestra de la anarquía que iba a reinar durante la mayor parte del siglo XIX en nuestra República.
El fracaso de estas elecciones permitió a los militares y a los partidos descubrir que el modo más rápido de obtener privilegios políticos y poder no era mediante la vía legal, sino mediante la vía violenta, a través de asonadas, golpes de estado, rebeliones y levantamientos armados, plaga que hundiría a la República en la más grande abyección y que permitiría que los Estados Unidos se apoderaran con suma facilidad de la mitad de nuestro territorio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario