jueves, 23 de abril de 2015

EL PLAN DE CHICONTLA O EL RETORNO DE MOCTEZUMA

La discusión acerca de la forma de gobierno que más convenía a México fue constante en el siglo XIX hasta la caída del imperio de Maximiliano. ¿Monarquía o república? Aunque actualmente la historia oficial no suele dar ninguna importancia a esta discusión y suele pasar por alto la existencia de un movimiento monárquico importante en aquellos primeros años de nuestra vida independiente, lo cierto es que ésta fue una idea que estuvo muy presente, especialmente cuando la lucha por el poder dentro de la República daba signos de hundir a México en la peor de las anarquías. El historiador José Fuentes Mares decía, y con toda razón, que uno de los grandes misterios de la historia en el siglo XIX fue la forma en que México logró evitar su desaparición, pues entre las agresiones extranjeras, nuestros pleitos internos y la ausencia de un sentimiento nacionalista en la mayor parte de la población, nadie en su sano juicio hubiera apostado por su continuidad como nación independiente.

Agustín I
Por lo que se refiere al proyecto monárquico en el México decimonónico, normalmente nos enseñan en la escuela sobre Iturbide y Maximiliano, sin establecer ningún tipo de conexión entre ellos y sin explicarnos que en el ínter la corriente política que buscaba el establecimiento de un rey o un emperador siguió vigente y tuvo momentos de especial fuerza, sobre todo después de la terrible derrota frente a los Estados Unidos, debida a la incompetencia, la ambición y la falta de patriotismo de nuestra clase dirigente en su conjunto, y no sólo de Antonio López de Santa Anna, que si bien fue responsable, no lo fue en solitario.

Durante el periodo de tiempo transcurrido entre la caída de Iturbide y el ascenso de Maximiliano, fueron muchos los intentos fracasados para crear una monarquía en el país, y no todos provenían de algunos miembros de la élite gobernante, como podría fácilmente suponerse, sino que hubo también algunos que surgieron en pequeñas comunidades impulsados por personajes oscuros pero con arraigo en su terruño.

Maximiliano I

Quizá uno de los más curiosos fue el propuesto mediante el llamado Plan de Chicontla o Plan de la Monarquía Indígena en el año de 1834. Este documento en realidad fue proclamado el 2 de febrero en Ecatzingo y no en Chicontla (¿Saben dónde están? Pues busquen en su mapa). Mediante este Plan se promovía la creación de una monarquía indígena que recayera en un descendiente de Moctezuma y fue expedido por el Padre Epigmenio de la Piedra Aureoles, antiguo diputado constituyente en 1824 y el presbítero Carlos Guadalupe Tepisteco Abad. Contenía 39 artículos en los que se pretendía combatir las ideas liberales y la inestabilidad del gobierno mexicano. El Plan en cuestión decía en sus puntos principales lo siguiente:

     Art. 1º.- La Nación Mexicana adopta para su gobierno, el Monárquico Moderado, por una Constitución que se formará al efecto.
     Art. 2º.- La convocatoria al Congreso Constituyente se hará por los Generales sostenedores de este plan, y estos mismos garantizarán la libertad legal en las elecciones.
     Art. 3º.- El número de diputados al Congreso Constituyente, será correspondiente a uno por cada cien mil almas de población, y en igual número de indios que de las otras clases.
     Art. 4º.- El Congreso Constituyente se ocupará exclusivamente de la formación de la Constitución de la Monarquía, que deberá estar concluida a los seis meses de su instalación, y de la elección del Emperador y creación del Consejo de Estado, que deberán hacerse dentro del mismo término.
     Art. 5º.- El Congreso Constituyente elegirá doce jóvenes célibes, nacidos y actualmente existentes en el territorio mexicano, de los que acrediten competentemente ser más inmediatos descendientes del emperador Moctezuma; de entre ellos se sacará por suerte el que la Divina Providencia destine para Emperador.
     Art. 6º.- El que la suerte designare, será inmediatamente coronado por el Congreso, protestando antes juramento de sostener la religión católica, romana, en la integridad y pureza que la recibimos de nuestros mayores, sin permitir nunca el ejercicio público de ninguna otra; de guardar y hacer guardar la Constitución del Imperio; conservar y sostener la libertad justa e igualdad ante la ley y la integridad del territorio nacional.
     Art. 7º.- El Emperador, dentro de seis meses después de su elección, deberá estar casado, si fuere indio, con una blanca, y si fuere blanco con una pura india.
     Art. 8º.- Habrá un Consejo de Estado Permanente, compuesto de dos individuos electos por cada provincia, de los cuales uno será indio, y otro de las otras clases, de cuarenta años de edad. 
     Art. 12°.- Los indios elegirán inmediata e interinamente su Gobernador y República en los pueblos en que los había antes del sistema Constitucional, y sus atribuciones y facultades serán las mismas que entonces.
     Art. 20°.- Todas las piezas eclesiásticas, así como los destinos subalternos, se distribuirán con igualdad entre los indios y castas más idóneos.
     Art. 25°.- Todos los empleos civiles, eclesiásticos y militares, se darán en lo sucesivo con igualdad entre los indios y demás clases.
     Art. 33°.- A todos los pueblos que no tengan terrenos suficientes, ni el agua necesaria con respecto a su población, se les dará de ésta la conveniente, y de aquél mil varas a cada viento; y por uno y otro se indemnizará justa y oportunamente a los propietarios de quienes se tomare.

Moctezuma II Xocoyotzin

Este plan era un tanto ingenuo y utópico. ¿De dónde pensaban sacar a doce jóvenes célibes descendientes de Moctezuma más de 300 años después de la muerte de éste? Además, varios de sus hijos e hijas habían sido enviados a España desde la época de Cortés, instalándose ahí, donde el emperador Carlos V les dio títulos nobiliarios. Uno de ellos era el de condes de Moctezuma y Tula. No creo que alguno de ellos, descendientes directos del emperador mexica, hubiera estado dispuesto a volver a la tierra de sus mayores, pues ya eran más españoles que mexicanos.

¿Y eso de casarse con una mujer blanca o indígena, dependiendo de la raza del descendiente de Moctezuma? Un poco extraños los requisitos, lo que hacía todavía más difícil encontrar a los candidatos. ¿Y por qué sólo descendientes de Moctezuma? ¿Qué pasaba con los descendientes de Cuauhtemoc, Cuitláhuac o cualquiera otro de los tlatoanis mexicas?¿Por qué la discriminación?

En rojo aparece Ecatzingo, lugar donde se proclamó el plan.

Por otro lado, el plan mostraba una faceta de intolerancia religiosa y xenofobia muy marcada, aunque hay que reconocer que eso era muy típico de la época. Pero también presentaba algunos artículos muy interesantes en los que se proponía una igualdad entre los indígenas y los demás miembros de la sociedad, así como de reparto de tierras que estaban muy adelantados a su tiempo.

Un plan curioso que, desde luego, no tuvo ningún apoyo, a pesar de lo cual el gobierno mandó capturar a sus promotores. El padre De la Piedra consiguió refugio y protección en el arzobispado de México, pero el padre Tepisteco fue capturado y presentado ante el presidente Valentín Gómez Farías. Tras una breve charla entre ambos, el presidente se dio cuenta que el sacerdote era un hombre ignorante que había sido utilizado por el padre De la Piedra. A pesar de eso lo remitió a los tribunales eclesiásticos para que fuera juzgado, aunque el asunto no pasó a mayores.

Sin embargo, no podemos dejar de observar la alusión a la triste condición de la población indígena y al tinte reivindicatorio que presentaba el plan, situación que, por desgracia, no ha cambiado mucho en nuestra época, en que los pueblos indígenas siguen sufriendo la discriminación y el desprecio de muchos mexicanos.



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