lunes, 6 de abril de 2015

HAY DE FRAUDES A FRAUDES

En México somos expertos en fraudes. En nuestros 194 años de vida independiente hemos tenido, en mi opinión tan sólo dos elecciones limpias: la de 1911 que le dio el triunfo a Madero y la de 1976 que le dio el triunfo a José López Portillo. Claro que en este caso se debió a que el famoso presidente que después sería conocido como "el perro" fue el único candidato, por diversos motivos no hubo nadie de la oposición que le disputara la elección, por lo que ya hubiera sido el colmo que el PRI hiciera fraude en esas circunstancias.

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Nuestra historia y nuestras mañas nos han proporcionado simpáticas figuras como "el tapado", "la cargada", "el ratón loco" o "la urna embarazada". En México han votado los muertos, las mascotas, los familiares que nunca existieron, los protagonistas de las caricaturas y un sinfin de personajes más. Sujetos armados se han robado las urnas a punta de pistola, los votos se han comprado de diferentes maneras (últimamente usando tarjetas de un conocido supermercado) y, en pocas palabras, hemos hecho todo lo humanamente posible para desacreditar el proceso electoral. Todo ello ha propiciado que la inmensa mayoría de los mexicanos ya no tengamos ninguna confianza en él o en las autoridades que lo organizan y los partidos tradicionales que participan (y no estoy llamando a no votar, simplemente a saber hacerlo sin caer en las trampas de los partidos).

Sin embargo, a pesar de tan larga trayectoria que nos proporciona todo un master en el asunto, en algunos casos aun estamos en pañales. Por lo menos, que yo sepa ninguno de nuestros afamados fraudes ha sido digno de figurar en el Libro Guinness de los Récords por lo descarado y monumental de las trampas cometidas. Claro que no estamos lejos de lograrlo, pero hasta el momento ese récord nos lo ganó Liberia.

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Ubicación geográfica de Liberia

¿Qué dónde está Liberia?, preguntarán algunos. Liberia es un país africano con una historia muy singular. Resulta que en 1820 surgió en los Estados Unidos una Sociedad Americana de Colonización formada exclusivamente por hombres blancos. Entre sus postulados estaba el loable de promover la liberación de los millones de esclavos que había en el país. Claro que entonces se presentaba el problema de qué hacer con ellos una vez liberados. Porque una cosa era darles su libertad y otra tener que convivir con ellos como iguales. Eso sí que no. Así que los filantrópicos hombres de esta Sociedad llegaron a una conclusión para ellos muy lógica: si son negros estarán mejor en África en medio de la selva y no conviviendo con una sociedad blanca que les es totalmente ajena.

Esclavos liberados partiendo en barco rumbo a África

Sólo que había varios puntos que no consideraron. La mayoría de los esclavos que había en Estados Unidos habían nacido ahí, no en África; si bien aun conservaban muchas de sus tradiciones como forma de resistencia, la verdad es que ya habían perdido en gran parte los vínculos con su tierra original; por otro lado, África es muy grande y en ella habitaban y habitan miles de pueblos distintos, con lengua y cultura diferentes y, obviamente, entre los esclavos de Estados Unidos había de todas las procedencias. Pero eso es algo que los blancos miembros de la Sociedad Americana de Colonización pasaron por alto, pues para ellos, si era negro era africano. ¿Filantropía o racismo? Ustedes decidan.

Juntando fondos de diferentes patrocinadores, en 1822 se hicieron con algunas tierras en África a la que comenzaron a enviar a los esclavos liberados. Huelga decir que pocos de ellos han de haber sido originarios de esa región de África y que, en realidad, no se sentían africanos, sino americanos. Hablaban inglés y no tenían ningún vínculo con los habitantes originales de la región, que además no los recibieron amigablemente, pues los vieron como unos invasores.

[Flag of
                                    Liberia]
Bandera de Liberia

Aun así, una vez que se sintieron fuertes, proclamaron su independencia en 1847, fundando la República de Liberia (derivada de Liberty) y nombraron a su capital como Monrovia (por el presidente de los Estados Unidos James Monroe). Desde entonces, la historia de este país ha sido la del sojuzgamiento de los habitantes originarios por los nuevos colonos, todos de raza negra, constantes guerras civiles, matanzas y golpes de estado que han sumido al país en una situación crítica de pobreza y violencia institucional. Obviamente, durante mucho tiempo el poder político estuvo en manos de los llamados "americanos" con su partido de derechas el True Whig Party y no en el de los indígenas africanos.

Llegamos así al año de 1920, cuando llegó al poder un nuevo presidente, Charles Dunbar Burgess King. Durante su mandato todo transcurrió con normalidad, es decir, la corrupción gubernamental siguió creciendo, la opresión hacia los nativos africanos también, el gobierno continuó subordinado a los intereses económicos de la Firestone y de otras transnacionales que explotaban de forma inmisericorde los recursos naturales del país. Todo normal. El problema comenzó cuando el presidente se quiso reelegir en 1923. En esa ocasión, el candidato del Partido Popular (representante de la oprimida población originaria) había cobrado mucha fuerza y amenazaba tumbar de una vez por todas el predominio del True Whig Party. Al final, King se impuso por 40,000 votos contra 7,000 de su opositor. Todo bien, si no fuera por el pequeño detalle de que tan sólo había 10,000 votantes inscritos en el padrón electoral.

El presidente King

Pero tal y como ocurre en México, a pesar del fraude descarado, en Liberia no ocurrió nada. En 1927, King se presentó para un tercer mandato, a pesar de que las reglas de su propio partido establecían un máximo de dos períodos presidenciales por persona. En esa ocasión, el rival a vencer se llamaba Thomas J. R. Faulkner, también del Partido Popular. Y King no estaba dispuesto a perder, así que la maquinaria del gobierno comenzó a moverse. El día de las elecciones King se alzó con el triunfo con 235,000 votos contra 9,000 de su opositor... de los 15,000 votantes registrados en el padrón.

Por ejemplo, en el condado de Bassa había 3,000 votantes registrados, pero al final se computaron 32,000 votantes y 72,000 votos. Las autoridades habían impreso 250,000 boletas electorales (casi igual al número de habitantes del país) y una vez marcadas a favor de King las habían distribuido de forma descarada por todas las casillas del país.

Por supuesto que Faulkner se quejó y decidió impugnar las elecciones, pero todos los jueces pertenecían al partido gobernante, así que se contentaron con imponer un par de pequeñas multas a dos funcionarios menores y con eso consideraron limpiadas las elecciones (¿no les recuerda algo? Porque a mí sí). Al final, King fue investido por tercera vez como presidente. Y no pasó nada. Bueno, sí, en 1982 el Libro Guinness de los Récords incluyó estas elecciones como las más fraudulentas de la historia. Todo un acontecimiento del cual enorgullecerse, ¿o no? Seguramente nuestros mapaches electorales han de estar muriéndose de la envidia, si es que alguno de ellos llega a leer esto y lo comenta con los demás, claro.

Sin embargo, poco le daría el gusto, pues en 1930 fue destituido después de que la oposición probara que el presidente tenía esclavos, negros como él, trabajando en sus fincas, y que inclusive traficaba con ellos en la cercana colonia española de Fernando Poo (ahora Guinea Ecuatorial). Pero igual que ocurre en México, simplemente se retiró a su finca por un tiempo, en lo que el escándalo se enfriaba, para regresar después a la vida pública, primero como embajador ante los Estados Unidos y luego ante la ONU, muriendo tranquilamente en su casa en 1961 sin haber pisado jamás una cárcel.

¿Cómo la ven? Al menos en México procuramos que los fraudes no sean tan descarados.


2 comentarios:

  1. Sólo una pequeña pregunta: imprimido o impreso?

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  2. No estoy de acuerdo y difiero enfàticamente con el comentario del ùltimo pàrrafo de tu escrito, porque los fraudes cada vez son mas grandes, mas abiertos e increiblemente descarados. Yo creo que ya dejamos atràs a Liberia.

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