viernes, 3 de abril de 2015

ESTO SI ES CRISIS Y NO PAYASADAS

En México llevamos quejándonos de la crisis económica desde que yo tengo uso de razón. Y no es que no tengamos razón para hacerlo. Entre devaluaciones, inflación y pérdida del poder adquisitivo, la verdad es que nos la hemos visto negras. Con el dólar a más de 15,000 pesos (en términos reales, pues recordemos que en una medida distractora le quitaron tres ceros a la moneda), una inflación que llegó a estar a más del 100% y un salario que cada vez alcanza para menos, no tenemos motivos para estar muy felices, la verdad. Y sobre todo viendo cómo viven los miembros de la élite política y económica. Pero esa es otra historia.

Sin embargo, si conociéramos un poco de historia, nos daríamos cuenta que en realidad no tenemos de qué quejarnos, pues no tenemos idea de lo que es una crisis de verdad. Por lo menos, no una como la que azotó a Alemania en el llamado periodo de entreguerras, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

Las duras condiciones que se le impusieron a Alemania en el Tratado de paz de Versalles, entre las que destacaba el pago de enormes indemnizaciones de guerra a los países vencedores, aunado al retorno de millones de soldados que de repente se encontraron sin trabajo, al desmantelamiento de la industria y a la crisis política que tuvo que soportar la recién creada República de Weimar, con la lucha constante en las calles entre los partidos de izquierda y los de derecha, provocaron una crisis económica como los alemanes no habían visto nunca. Además estaba el hecho de que la guerra había desangrado al país y se había tragado la mayor parte de sus reservas en oro.

La inflación desenfrenada devastó su economía entre 1922 y 1923. Los precios subían tan rápido que al final el salario diario de un obrero alcanzaba tan solo para un cuarto de kilo de mantequilla, y eso cuando lo recibía. El precio de los alimentos se sextuplicaba semanalmente. Es decir, si hoy costaba un marco, la semana siguiente costaba seis, la siguiente 36, la siguiente 216 y así hasta llegar a precios increíbles. Para finales de 1923, los precios habían aumentado mil millones de veces.

Empleados de una fábrica recogen el dinero de la nómina en grandes canastos y maletas.
Esto se hacía dos veces al día.

El gobierno creyó que la solución sería emitir más papel moneda y todos sabemos por amarga experiencia lo que eso significa. Al haber más billetes en circulación, el valor del marco (la moneda alemana por aquel entonces) se deterioró de forma escandalosa. Al empezar la Primera Guerra Mundial, un dólar equivalía más o menos a cinco marcos, pero en 1922 se cotizó en 136,000,000,000 marcos (Por si les da flojera contar, esa cifra es de 136 mil millones). Y para 1923, llegó a la astronómica cifra de 4,200,000,000,000 (ahí les dejo de tarea que averigüen cuánto es). El 25 de octubre de 1923, el Reichbank (el Banco Central de Alemania), imprimió la increíble cantidad de 120,000,000,000,000,000,000,000 (120 mil trillones) de marcos en billetes, para poder atender la demanda del mercado hiperinflacionario.

Un hombre empapela la pared con billetes. Como no valían nada...

Al comenzar el período inflacionario, era común ver en las ciudades letreros frente a las tiendas o los bancos en los que se anunciaba que no se recibirían o se cambiarían billetes de 10,000 marcos. Denominaciones tan pequeñas rápidamente caían en desuso.

Las grandes empresas empleaban canastos de lavandería para recoger en los bancos voluminosas cargas de dinero recién emitido con el que pagar a sus obreros. Tan pronto como éstos recibían su salario, normalmente dos veces al día, sus esposas corrían a las tiendas a comprar comida antes de que los precios subieran más, lo que provocaba enormes filas frente a los negocios de alimentos. Cada hora los comerciantes hablaban por teléfono a los bancos para pedir la última cotización del dólar y poder así ajustar los precios.

10 billones
Billete de cien billones de marcos

No era raro encontrar billetes de mil marcos, impresos en 1922, con un sello que decía mil millones de marcos, colocado en 1923. Es decir, para ahorrar tiempo, los bancos tan sólo le ponían un sello con el nuevo valor en lugar de imprimir uno nuevo. O si no, los imprimían por un solo lado para hacerlo más rápido.

Billete de mil marcos con un sello que dice "mil millones de marcos"

El dinero perdió todo su valor y no era raro ver a niños jugando con enormes fajos de billetes. En realidad, valía más el papel en el que se imprimían que su valor nominal. Por eso en muchos casos se abandonó la moneda como medio de intercambio e incluso en las grandes ciudades muchos alemanes regresaron al trueque. Un hombre contaba que al descuidar por un segundo una mochila llena de dinero, al darse vuelta se encontró con que le habían robado la mochila pero habían dejado el dinero. Los médicos cambiaban sus servicios por comida. No aceptaban dinero. Muchas veces, los billetes se utilizaban para prender el fuego de las chimeneas, ante la escasez de carbón tras la ocupación francesa de la región carbonífera alemana del Ruhr.

Niños jugando con fajos de billetes

La inflación eliminó cualquier tipo de ahorro, porque lo más sensato era gastar el dinero en cuanto se recibía, pues a las pocas horas su valor ya se había depreciado. De los pocos beneficiados fueron aquellas personas que tenían deudas a tasa fija, pues una deuda de diez millones de dólares en 1913, en 1923 se había convertido en una deuda de un centavo de dólar. Cuando se pagaba una póliza de seguros en 1923, la estampilla del sobre en que se mandaba el cheque valía más que éste.

Entre 1920 y 1922, la inflación fue de 39.2% (cifra muy alta en los parámetros actuales), pero entre julio y octubre de 1923 fue de 56,000,000,000% y para noviembre de ese año había llegado a 750,000,000,000%.

Para salir de compras, había que llevar una carretilla con el dinero

Finalmente, el círculo vicioso fue roto en noviembre de 1923 con la introducción de una nueva moneda basada en el valor de los bienes raíces, aunque la economía alemana necesitó más diez años para recuperarse de esta crisis. Desde luego, eso no fue lo único que la detuvo. En 1924 Francia aceptó reducir las indemnizaciones de guerra, además de que la hiperinflación provocó que muchos inversores extranjeros, especialmente de Estados Unidos, invirtieran sus capitales en dólares en Alemania, al ser tan barata para ellos.

Así que ya saben. A quejarse, pero guardando las formas, por que crisis, lo que se dice crisis, por fortuna aun no la conocemos.


1 comentario:

  1. Hola,
    Lo impactante es que Alemania ahora es una de las 5 economías más abundantes del planeta, además de contar con los programas sociales más incluyentes. El pueblo alemán me inspira a ser mejor ciudadano.

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