jueves, 30 de abril de 2015

BUDAPEST, ¿EL PARÍS DE EUROPA ORIENTAL (4a Y ÚLTIMA PARTE)

Por fin llegó el 31 de diciembre en la noche. Después de pasear por la ciudad durante el día, llegó el momento de festejar el Año Nuevo. ¿Qué íbamos a hacer? Tranquilos, tranquilos, que en seguida les cuento.

Budapest es una ciudad con mucha vida, en constante movimiento, con sus calles pletóricas de alegría y de festejo, y más en fechas tan señaladas como el Año Nuevo. Opciones había muchas. Nos dijeron que en diferentes partes de la ciudad se reunían grupos de personas a festejar, aventando cohetes, gritando, bailando, bebiendo y divirtiéndose de lo lindo. Nos recomendaron la plaza del Castillo, la plaza frente al Parlamento, la calle Váci y otros lugares más que ya no recuerdo. Habrían también algunos conciertos callejeros. Desde luego, todos los bares iban a estar abiertos hasta altas horas de la madrugada y todo auguraba que el festejo iba a ser de antología. Incluso nos enteramos que muchos europeos vienen a festejar aquí el cambio de año por lo alegre que resulta todo.

El edificio de la Ópera

Tan sólo dos inconvenientes: hacía mucho frío y la verdad es que ya no estamos en edad de andar gritando por las calles a menos que sea una manifestación en contra del gobierno. Así que buscamos más opciones. Y al final encontramos una que resultó ser perfecta. ¡Nos fuimos a la ópera!


Si, no se asusten ni nos vean raro, ni tampoco piensen que somos un par de viejitos amargados y sosos, porque nada de eso es cierto. La verdad es que estuvo genial. De por sí, conocer el edificio de la Ópera de Budapest vale por sí solo la pena, pues es un hermoso edificio neorrenacentista construido entre 1875 y 1884. Además, íbamos a estar calientitos. Veríamos Die Fledermaus (el vampiro), una opereta de Johann Strauss en tres actos, hablada en húngaro pero con subtítulos en alemán e inglés.


El espectáculo comenzó a las 8:30 de la noche. Y de repente se empezó a alargar. El primer intermedio duró como veinte minutos. El segundo, otro tanto. Y así, llegamos a la medianoche y entendimos el por qué. En ese momento, se interrumpió la obra, todos los artistas salieron al escenario y comenzaron a desearnos feliz año nuevo (bueno, eso creo yo, porque hablaban en húngaro y no les entendíamos nada). Después, todos los presentes se levantaron de sus asientos. Los imitamos sin saber que venía a continuación. Y entonces comenzó a sonar el himno nacional de Hungría. Todos cantaron con mucho sentimiento, menos los pocos turistas que no sabíamos la letra. A mí me dieron ganas de comenzar a cantar la cucaracha, pero afortunadamente me contuve.


Una vez terminado el himno, todo mundo se sentó y la función continuó como si nada. Pero al terminar quince minutos después, salimos al vestíbulo y ahí nos esperaba una copa de champán cortesía de la casa. Después, nos pidieron que saliéramos para ver los fuegos artificiales que estaban comenzando, también cortesía de la Ópera. Habían colocado unas grandes bocinas en la explanada frente al edificio por las cuales se escuchaban las notas de la Orquesta Filarmónica de Budapest. Ni tardos ni perezosos, nos pusimos todos los objetos que llevábamos para la ocasión (collares con eslabones en forma de 2015, anteojos con la misma forma, matracas y demás chucherías, todas convenientemente compradas en un puesto callejero de Nueva York) y salimos a la calle. Ahí fuimos la sensación por el cómico aspecto que presentábamos con todo eso encima (ver foto).

Afuera, la gente llegaba y te deseaba feliz año, brindaba contigo, se reía, te tomaba fotos. La verdad es que lo pasamos fenomenal y al final, pese al frío, terminamos celebrando en la calle.


Ya de madrugada, cansados y con frío, tomamos un camión de regreso al hotel. Caímos en la cama como troncos. Había sido un día maravilloso, aunque muy cansado. Y además, al día siguiente teníamos que ir al aeropuerto para regresar a Nueva York, aunque prudentemente habíamos comprado los boletos de avión para el vuelo de la tarde, así que no tuvimos que madrugar. Nos despedimos así de Budapest, una ciudad hermosa, muy recomendable, de lo mejor que he visto, aunque creo que los que la llaman "la París de Europa Oriental", no tienen idea de lo que dicen, pues las dos ciudades son muy distintas. París conserva mucho de su sabor dieciochesco, con algunos edificios medievales y un encanto muy especial. Budapest es una ciudad con un aspecto muy decimonónico con cierto estilo imperial y, a la vez, un aire de misterio que seduce a cualquier visitante. No se la pueden perder.


miércoles, 29 de abril de 2015

LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES, UN CLARO EJEMPLO DE LO QUE NECESITAMOS EN MÉXICO

El día de hoy quiero hablarles de un acontecimiento que poca gente en México conoce, pero que ante la situación de deterioro político y social que vivimos, no deja de ser pertinente.

El 25 de abril de 1974 una revolución pacífica ponía fin a casi cincuenta años de dictadura en Portugal. Recibió el nombre de Revolución de los Claveles y su historia fue sorprendente, porque nadie podía creer que el régimen dictatorial, cruel y represivo, cayera tan fácilmente. El gobierno, conocido como Estado Novo, había sido a su vez fruto de una revolución que en 1926 llevó al poder a Antonio de Oliveira Salazar, quien gobernó el país con mano de hierro desde 1932 hasta 1968, en que fue destituido por problemas graves de salud y fue sustituido en el cargo por Marcelo Caetano, quien continuó con las mismas políticas represivas, no sólo en Portugal, sino también en las colonias que ese país aun conservaba en África: Mozambique, Angola, Guinea Bissau y Cabo Verde, donde el ejército portugués luchaba contra los independentistas quemando aldeas y masacrando a sus habitantes.

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Antonio de Oliveira Salazar
Todo comenzó el día anterior, el 24 de abril a las 22:55 horas de la noche, cuando João Paulo Diniz, conductor de radio en Emissores Asociados de Lisboa, puso una canción como parte de su programa, llamada "E depois do Adeus", que había representado a Portugal en la última edición del festival Eurovisión, donde había obtenido un glorioso último lugar. Esa era la señal convenida. Al escucharla, el mayor Otelo Saraiva de Carvalho se comunicó desde su despacho en el cuartel de La Pontinha en Lisboa con el capitán Fernando José Salgueiro Maia, quien estaba al mando de la Escola Prática de Cavalaria en Santarém, a cien kilómetros al norte de la capital. La orden fue preparar todo para avanzar hacia Lisboa en cuanto sonara la siguiente señal. A las 00:25 horas del 25 de abril de 1974, una nueva canción suena en la radio, en esta ocasión transmitida por todas las emisoras de Rádio Renascença, que tenía cobertura nacional. Se trataba de "Grândola, Vila Morena", de José "Zeca" Afonso. Éste había grabado el tema por primera vez en 1971, pero enseguida se incluyó en la lista de canciones prohibidas por el régimen junto a otras muchas, varias de ellas también compuestas por Afonso. Por eso se convirtió en símbolo de la ciudadanía y de la oposición al Gobierno. Y por eso se siguió cantando aunque fuese de forma clandestina y se utilizó como señal para el golpe.


Inmediatamente, Salgueiro Maia dio a su columna la orden de avanzar. Todos los implicados en el golpe eran oficiales jóvenes pertenecientes al MFA, el Movimento das Forças Armadas, y estaban cansados de la política represiva del gobierno, tanto en el país como en las colonias, pues muchos de ellos habían tenido que participar en las masacres cometidas en África. Maia era socialista y un convencido demócrata. Estaba harto de un gobierno corrupto basado en la policía política para mantener en silencio a sus ciudadanos, un gobierno fascista anquilosado, como el español de Franco, que la única forma que tenía de mantenerse en el poder era el terror. Portugal era un país con más del 30% de analfabetismo, un récord terrible para la Europa de aquel entonces, que gastaba más de la mitad de su presupuesto en la guerra colonial.

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A las tres de la mañana, oficiales pertenecientes a la MFA ya se habían apoderado de las principales estaciones de radio de la capital y desde ahí exhortaban a la población a permanecer en sus casas y pedían a la policía que permaneciera en sus cuarteles. Pero la gente también estaba harta del gobierno y poco a poco comenzó a perder el miedo y a salir a las calles, vitoreando a las tropas sublevadas y confraternizando con ellas.

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Marcelo Caetano, presidente de Portugal
Cuando el capitán Maia llega a Lisboa, el golpe es un éxito rotundo. Las guarniciones de Oporto, Faro y Braga ya se les han unido y habían tomado de forma pacífica aeropuertos, aeródromos y oficinas de gobierno. La marina de guerra y la aviación también se sumaron a ellos. En la capital, las fuerzas rebeldes ya tenían cercado el palacio de gobierno y, por fin, tras tensos momentos y algunos tiros aislados, el presidente Marcelo Caetano, quien se encontraba refugiado en un cuartel de la policía, aceptó rendirse a las cuatro de la tarde, pero exigió que ésta se la pidiera un oficial de alta graduación. Se llamó entonces al general Antonio de Spínola, uno de los pocos que apoyaban al movimiento, y Caetano se rindió ante él a las 5:45 de la tarde del 25 de abril de 1974. Esa misma noche, el expresidente y sus ministros volaron al exilio en Brasil. Los revolucionarios no querían venganza ni más derramamiento de sangre.


Celeste Caeiro, simpatizante clandestina del Partido Comunista Portugués, trabajaba en un restaurante en Lisboa. El 24 de abril, el dueño le había encargado que al día siguiente llegara muy temprano y trajera un gran ramo de claveles, pues celebrarían el primer aniversario del establecimiento repartiendo claveles a todos sus clientes. Cuando se dirigía al trabajo el 25 de abril, pudo observar el inusual movimiento de militares en las calles, pero sólo hasta que llegó a su lugar de trabajo el dueño le dijo lo que ocurría y le anunció que ese día iban a cerrar el local. Así que Celeste salió de nuevo a la calle con su enorme ramo de claveles. Se acercó a un grupo de jóvenes soldados que descansaban apoyados en sus tanques y les preguntó que ocurría. Éstos le dijeron que se dirigían a capturar al presidente Caetano. Uno de ellos le pidió un cigarro, pero como ella no fumaba, le ofreció lo único que tenía en esos momentos, un clavel que le puso en la boca de su fusil. Inmediatamente, los demás soldados le pidieron uno, pues les gustó el simbolismo de la flor sobre el fusil, que ya se había utilizado en los movimientos estudiantiles de 1968. Pronto más personas vieron lo ocurrido y se lanzaron a conseguir claveles para los soldados. Al poco tiempo, la mayoría de ellos ya portaban esta flor dentro del cañón de su fusil. Una estampa maravillosa.

Fotografía: Centro de Documentação 25 de Abril (CC).

La Revolución de los Claveles sólo tuvo cuatro muertos, y no fueron causados por los soldados, sino por los policías secretos, por la PIDE, la Polícia Internacional e de Defesa do Estado. Los soldados los sacan de sus cuarteles y se los llevan detenidos. La multitud quiere venganza, quiere linchar a los hombres que los han aterrorizado durante tantos años, que han desaparecido a sus hijos, a sus hijas, a sus padres, a sus amigos, que los han torturado sin misericordia y los han asesinado impunemente. Pero la actitud estoica de los militares los contiene y los detenidos llegan a salvo a las prisiones del ejército, donde muchos de ellos serán sometidos a juicio, aunque al final, como siempre ocurre, otros tantos serán reciclados y pasarán a formar parte del cuerpo de seguridad del nuevo gobierno.

Ese mismo día se liberó a los presos políticos de las cárceles portuguesas y se permitió el retorno de todos los exiliados, entre ellos el líder socialista Mario Soares y el líder comunista Álvaro Cunhal. Sin embargo, una vez que triunfó el movimiento, la situación se complicó y comenzó una lucha sorda entre los militares y los civiles por conservar el poder. Tras dos intentos fracasados de nuevos golpes de estado y de que el país estuviera al borde de la guerra civil, al final se impuso la cordura y en las elecciones de abril de 1975 los socialistas moderados obtuvieron la victoria y procedieron a desarmar a los militares más indisciplinados. Un año después, en 1976, se promulga una nueva Constitución democrática y Portugal entra de lleno a disfrutar de su nueva libertad.


El 25 de abril se convirtió en día de celebración nacional. Ese día había caído la dictadura más vieja de Europa y una de las más sanguinarias. Su vecino, el dictador español Francisco Franco, se puso a temblar ante la posibilidad de que en España cundiera el ejemplo portugués y endureció la represión. Sin embargo, los españoles tuvieron que esperar a que éste muriera el 20 de noviembre de 1975 víctima de diversas enfermedades.

Aquí les dejo un link para que escuchen esa maravillosa canción que dio origen al movimiento que derrocó a la dictadura portuguesa. Tan sólo me pregunto, ¿cuándo tendremos en México nuestra Revolución de los Claveles? ¿Cuándo nos desharemos de un gobierno corrupto y represor, de una clase política insensible y cínica, de unos partidos políticos que sólo representan sus intereses particulares? ¿Hasta cuándo aguantaremos los mexicanos? ¿hasta cuándo dejaremos atrás nuestras divisiones y nos uniremos para lograr el bien del país, el bien de todos? Sólo el tiempo nos dará la respuesta.



martes, 28 de abril de 2015

UN PASEO CULINARIO POR EL CENTRO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Esta es una nueva entrega de la tan gustada serie sobre restaurantes. Ahora nos trasladamos a la ciudad de México, específicamente en el Centro Histórico. Este lugar fue nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1987 por su alta concentración de edificios históricos y artísticos. Ello a pesar de la enorme destrucción que sufrió durante décadas.

En él podemos encontrar múltiples museos, iglesias y palacios coloniales, un comercio variopinto (se dice que en el centro se puede conseguir absolutamente todo) organizado por calles y, desde luego, un número increíble de restaurantes. Nosotros vivimos ahí durante tres años, en un hermoso edificio catalogado como Patrimonio Artístico de la Ciudad y, por lo mismo, se bien de lo que hablo cuando les recomiendo lugares donde comer muy bien y nada caro. Desgraciadamente, algunos de mis preferidos ya no existen, pero los que aparecen en esta lista está confirmada su permanencia, así que no se preocupen y vayan a buscarlos con total tranquilidad.

Al igual que ocurrió con la lista de los de Nueva York, el orden en que aparecen tan sólo obedece al orden en que me fueron llegando a la mente. No les digo cuál es el mejor para que los prueben todos. Una cosa más, no se asombren si no encuentran aquí los más conocidos como el Café Tacuba, el Danubio, la Hostería de Santo Domingo o el Casino Español, pero es que habiendo tantos buenos restaurantes, ¿para qué irnos con los turistas?

Coox Hanal: este estupendo restaurante yucateco, fundado en 1953 como un simple puesto de tacos de cochinita pibil, está situado en Isabel la Católica 83, 2° piso, entre Mesones y Regina. Todos los días presenta un espectáculo en vivo de música y bailes tradicionales de la península yucateca. Actualmente es atendido por don Manuel Salazar, sobrino del fundador don Raúl Salazar. Definitivamente es el mejor en su clase en el Centro Histórico. Yo les recomiendo ampliamente el relleno negro, la cochinita pibil, los papadzules y los codzitos. Son espectaculares. Los precios son bastante aceptables, así que no sufran por la cartera.

Codzitos

Zéfiro: este es el restaurante de la Escuela de Gastronomía de la Universidad del Claustro de Sor Juana y es atendido por los alumnos de la misma, quienes realizan ahí sus prácticas, pero no se asusten, puedo decirles con conocimiento de causa que saben muy bien lo que están haciendo, además de que siempre están supervisados por sus maestros. Está ubicado en un lugar privilegiado, la antigua celda de la marquesa de Selva Nevada en lo que fue el convento de San Jerónimo, en San Jerónimo 24 entre Isabel la Católica y Bolívar. Un poco de historia: en el siglo XVIII la susodicha marquesa decidió hacerse monja y eligió este convento, donde había estado Sor Juana. Pero como era ella de la alta sociedad, mandó a Manuel Tolsá que le construyera una celda especial (celda es el nombre de las habitaciones de las monjas y frailes en los conventos) donde vivió "retirada" acompañada con todo un séquito de sirvientes. El recinto tiene 1,100 m2, el doble que una casa actual de tamaño normal. Muy piadosa que era la señora marquesa.
El restaurante escuela ofrece comida mexicana contemporánea y cambia su menú cada semana, por lo que no puedo recomendarles algo en específico. Tan sólo puedo decirles que las veces que lo he visitado nunca me he arrepentido. Los precios, si bien no son baratos, tampoco son muy altos. Un solo inconveniente: abre de lunes a viernes de 1 a 5 de la tarde y hay que hacer reservación. Como es atendido por los alumnos de la escuela, no abre los fines de semana, pero bien vale la pena buscarse un hueco entre semana para conocerlo.

Restaurante Zéfiro
Al andar: se trata de un restaurante y mezcalería situado en la calle peatonal de Regina 27 entre Isabel la Católica y 5 de febrero, enfrente del mural de la familia Burrón. Cuando lo abrieron hace 8 años aproximadamente, un conocido nos lo recomendó como un lugar "bueno y sin pretensiones". Y así fue. Fuimos en cuanto tuvimos oportunidad y valió la pena, convirtiéndose en uno de nuestros favoritos. En aquella época era atendido por un chef joven que preparaba comida mexicana contemporánea, pero los fines de semana iba su mamá a preparar un pozole verde de Guerrero y unas enchiladas verdes que no tenían abuela. Tengo entendido que si bien ya hay más chefs en la cocina, la mamá sigue preparando sus dos platillos estrella. El menú cambia constantemente, pero siempre hay buenas sorpresas. Sus mesas sobre la calle son ideales para disfrutar de una tarde de verano. Los precios son también muy asequibles.

¿A poco no se antoja?

Marisquería Las Palmas: está ubicada en Madero 60, primer piso, entre Palma y el Zócalo y existe desde 1950. Para mí es la mejor marisquería de toda la ciudad y los precios son muy asequibles. El ceviche es espectacular, al igual que las diferentes variedades en que preparan el camarón. No se lo pueden perder. Lo único malo es que no abren los domingos.

Una deliciosa tostada de camarón

Sushi roll: ubicado en 5 de mayo 15 esquina con Gante, se trata, para mi gusto, de un excelente restaurante japonés. Si te gusta el sushi, este es el lugar cuando visites el centro. Los precios son moderados y el menú sumamente amplio, además de estar situado en un lugar privilegiado. Yo te recomiendo que pruebes el edamame y la gran variedad de rollos que tienen.



La casa del pavo: situado en Motolinía 40 entre Madero y 16 de septiembre, se trata de un restaurante fundado en 1901, por lo que tiene ya 114 años de edad. ¡Toda una garantía! Como su nombre lo indica, se dedica al pavo, que se puede encontrar en tortas, tacos, al horno o de muchas formas más. Sólo en temporada preparan también bacalao. Pero no vayas buscando otra cosa porque no la vas a encontrar. A pesar de ello, los platillos que preparan son muy buenos. Cuando entres, si eres muy fresa, no te asustes, pues te sentirás transportado a una película setentera del Chente Fernández. En realidad es como una pequeña fondita, pero es toda una tradición en el centro. Y lleva efectivo, porque no aceptan tarjeta.




Museo Mexicano del Diseño (MUMEDI): situado en Madero 74 entre Palma y el Zócalo, este simpático museo tiene una cafetería que sirve excelente comida. Es una buena opción si te gusta estar en un ambiente cosmopolita, rodeado de arte y escuchando música lounge y algo de jazz. Además, está situado en una casa del siglo XVIII construida sobre una parte de lo que fueron las casas de Cortés y anteriormente el palacio de Axayácatl. Como un plus, antes o después de comer te puedes dar una vuelta por el museo y por la tienda. No te arrepentirás.

Cafetería del Mumedi

Pues esas son mis recomendaciones. Espero que te sirvan y que las disfrutes. Así que tan solo me queda desearte buen provecho.


lunes, 27 de abril de 2015

CIUDAD DE TACUBAYA, DISTRITO FEDERAL, ¿CAPITAL DE LA REPÚBLICA MEXICANA?

¿Te lo imaginas? Pues es algo que estuvo a punto de suceder. Aunque no lo creas, el Zócalo, la Catedral y el Palacio Nacional pudieron haber estado en la plaza mayor de Tacubaya. Pero al final, no ocurrió, la capital siguió siendo la ciudad de México, con todos los problemas y las ventajas que esto puede reportar.

En esta urbe ya estamos acostumbrados a las inundaciones. Cada que se presenta una lluvia fuerte escuchamos en las noticias (si es que no nos toca vivirlo en carne propia) acerca de los grandes encharcamientos que se presentan en los túneles del Viaducto o del Periférico, o el desbordamiento de alguno de los canales que se encuentran en algunas delegaciones o municipios conurbados. Y esto sucede año con año. Por más labores de desazolve que se realizan, el deficiente sistema de desagüe de la ciudad y la falta de educación cívica de la mayor parte de los habitantes de la urbe y de los turistas que la visitan, mismos que tiran basura en las calles provocando que se tapen las coladeras, evitan que el problema se solucione.

La ciudad de México en 1628, según el plano levantado por Juan Gómez de Trasmonte. Foto: IIE-UNAM

Sin embargo, es un hecho que, a pesar de la gravedad de las inundaciones que se sufren todos los años, no tienen nada que ver con las que ocurrían en el pasado. En efecto, en años pretéritos la aparición de gruesas nubes negras, de esas que presagian tormenta, realmente ponían a temblar a los capitalinos.

Si bien las inundaciones se daban ya en tiempos de los mexicas y su gran ciudad de Tenochtitlán, éstos habían aprendido a medio controlarlas, después de la de 1450 que casi destruye su ciudad, construyendo diques, albarradas y compuertas que regulaban el flujo del agua. Un equilibrio un poco delicado, es cierto, pero equilibrio al fin y al cabo. Durante el sitio que puso Cortés a la ciudad en 1521 se destruyeron muchas de estas obras y nunca fueron reparadas, a pesar de construirse la nueva ciudad española sobre las ruinas de la mexica. Tan sólo se construyó una albarrada por el lado oriente en 1555, pero nunca se le dio mantenimiento y con el paso del tiempo se deterioró hasta quedar inservible. Por cierto, una albarrada es simplemente una pared construida con piedra.

La ciudad de Tenochtitlán

La situación era tan precaria que en 1607 el nuevo virrey don Luis de Velasco hijo, marqués de Salinas, ordenó al cosmógrafo Enrico Martínez que iniciara las obras del desagüe del valle de México, desecando los lagos que formaban su cuenca, mediante la construcción de un canal que drenara sus aguas hacia el lago de de Zumpango. Este canal, que recibió el nombre de Tajo de Nochistongo, se concluyó en 11 meses y tuvo una longitud de 6,600 metros por 3.5 de ancho y 4.2 de alto. A lo mejor no es algo muy impresionante para los parámetros actuales, pero piensen que estas obras se realizaron utilizando tan sólo picos y palas. Desde luego, la mano de obra fue indígena, como no podía ser de otra forma en aquella época.

Sin embargo, al poco tiempo se derrumbó una parte el canal y éste quedó obstruido, provocando que la ciudad se inundara una vez más, por lo que el rey Felipe III envió al ingeniero flamenco Adrian Boot, quien en 1615 dictaminó que las obras de Martínez estaban mal hechas a pesar de lo caras que habían salido. Que habían sido una chapuza, vaya. Al más puro estilo del México actual.

Pero también al más puro estilo del México actual, en lugar de castigar a don Enrico, el virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralvo, volvió a encargarle el arreglo del canal. Y este empezó con las obras, pero ahora a un paso más lento.

Y todavía le levantamos un monumento a Enrico Martínez a un costado de la Catedral. De que somos brutos, somos brutos.

Llegó así el año de 1629, que comenzó con unas fuertes lluvias que ya presagiaban el desastre que se avecinaba. Al empezar el mes de septiembre, Enrico Martínez había ordenado taponar la boca del desagüe para evitar que el agua estropeara las obras de reparación. Craso error. El 21 de septiembre comenzó un torrencial aguacero que duró 36 horas y elevó de inmediato el nivel de los lagos de Zumpango, Xaltocan, San Cristóbal y Texcoco, provocando que la ciudad de México se inundara de una forma realmente catastrófica, alcanzando el agua en algunos lugares más de tres metros de altura. Al parecer, tan sólo la Plaza Mayor (el Zócalo), la del Volador (actualmente frente a la Suprema Corte de Justicia) y el barrio de Santiago Tlatelolco quedaron libres de agua al tener una mayor altura. A la Plaza Mayor se le comenzó a llamar "la isla de los perros", por la gran cantidad de ellos que buscaron refugio ahí.

De acuerdo con el arzobispo de México, Francisco de Manso y Zúñiga, en los primeros días murieron 30,000 indígenas de los barrios periféricos, y de las 20,000 familias españolas de la ciudad, la mayor parte habían huido a tierra firme, quedando tan solo 400 en la ciudad. Desde luego, los piadosos y poco prácticos habitantes de la capital no tuvieron mejor ocurrencia que traer el cuadro de la Virgen de Guadalupe desde el Tepeyac para pasearla, el 25 de septiembre, por las calles inundadas de la ciudad mientras le pedían que los librara de las aguas, lo que desde luego no sucedió. Y eso que la imagen permaneció en la Catedral hasta 1635.

En la esquina de Madero y Motolinía, esta cabeza de león indica el nivel al que llegaron las aguas en 1629.

Pero lo peor vino con el tiempo, pues la falta de desagüe provocó que la ciudad permaneciera bajo las aguas por cinco años ¡Cinco años! ¿Imaginan lo que eso significa en cuanto a infecciones, ruina de los edificios, etc.?

Con las siguientes lluvias, el nivel del agua siguió creciendo y al año siguiente toda la ciudad estaba cubierta por ella, incluyendo los lugares que en un principio la habían librado por su altura. Entre otras cosas, las obras de la Catedral se vieron muy afectadas y sufrieron un gran retraso, muchas casas se derrumbaron y la muerte siguió reinando en la urbe.

Los pocos habitantes que se aferraban a la ciudad tenían que transitar en canoas o en puentes improvisados de madera construidos para cruzar entre las azoteas de las casas. A Puebla llegaron 27,000 refugiados, lo que contribuyó a darle un nuevo auge a esa ciudad.

Tacubaya en el siglo XIX

Ante la magnitud del desastre el virrey reunió a los notables de la ciudad para decidir que se podía hacer con ella. El gobierno se había instalado ya, con la mayoría de la población, en la cercana villa de Tacubaya, por lo que muchos propusieron que la capital se asentara de forma definitiva allí, abandonando la ciudad de México. Desde España, el rey Felipe IV ordenó que eso precisamente se hiciera. Sin embargo, otro sector importante se decantó por esperar a que las aguas bajaran, continuar con las obras del desagüe y arreglar la ciudad para volver a ella. Al final, los números, como siempre, decidieron la cuestión, pues trasladar la capital a Tacubaya, con todo lo que implicaba (sobre todo por la construcción de edificios) costaría aproximadamente unos treinta millones de pesos; por otro lado, las inversiones de capital en la ciudad que se perderían si ésta era abandonada ascendían a 50 millones, mientras que desaguarla costaría tan sólo 4 millones. Creo que era obvia la decisión, así que el cabildo ordenó que las obras continuaran, alargando el canal del desagüe hasta Huehuetoca. Y Tacubaya continuó siendo un pueblo apacible por muchos años más, hasta que finalmente fue absorbida por la capital en el siglo XX.

Algunos miembros de la élite, como el arzobispo y el virrey, mandaban mientras tanto canoas con alimentos y agua potable para repartirlos diariamente entre los pobres que seguían en la ciudad. Claro que en aquella época nadie pudo mandar fotografías o videos por internet para probar eso, lo que también nos ha impedido ver imágenes en vivo de la inundación. Ni modo. Aun no existía Facebook, Twitter o Instagram.

Un dibujo anónimo es la única representación que tenemos de la gran inundación de 1629

Al final, en 1634 las aguas comenzaron a ceder y los habitantes empezaron poco a poco a regresar, iniciando de inmediato las reparaciones necesarias en lo que quedaba de sus casas. El canal del desagüe finalmente se terminó, a pesar de lo cual, la ciudad siguió sufriendo de inundaciones, aunque ninguna de la magnitud de la de 1629. La última gran inundación ocurrió el 15 de julio de 1951, cuando quedaron bajo las aguas, además del centro de la ciudad, colonias como la Condesa, Candelaria de los Patos, San Lázaro, Tránsito, Obrera, Doctores, San Pedro de los Pinos, Portales la Guerrero y Peralvillo, entre otras muchas más. La mitad de los tres millones de habitantes de la ciudad tenían sus casas y negocios bajo el agua. Sin embargo, en ningún momento se alcanzaron los niveles del siglo XVII. Además, en esa ocasión se desaguó la ciudad en tan sólo diez días, contra los cinco años que tardó la de 1629. Una gran diferencia.

La calle de Mesones en la inundación de 1951, con una góndola improvisada. Foto: Archivo de Excélsior

Así que ya saben, no tiren basura en las calles, vigilen los canales si es que viven cerca de uno, récenle a Tlaloc o a quien quieran y ármense de paciencia, porque todo indica que nuestras calles se seguirán inundando.


viernes, 24 de abril de 2015

ARMAS, GÉRMENES Y ACERO

El día de hoy quiero hacer una reseña de un excelente libro, publicado originalmente en 1997 y que le valió a su autor el premio Pulitzer. A raíz de eso se han hecho varias ediciones corregidas y aumentadas por el autor, lo que ha hecho esta obra todavía más valiosa.

Se trata de Armas, gérmenes y acero. con el sugerente subtítulo de Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años, y el autor es el estadounidense Jared Diamond, quien es biólogo, fisiólogo evolucionista y biogeógrafo con doctorado por la Universidad de Cambridge.

El postulado del libro es un tanto ambicioso, pues trata de entender y explicar por qué unas sociedades evolucionaron más que otras. Por ejemplo, trata de explicar por qué Europa conquistó a América y no al revés, o por qué cuando los europeos llegaron a Oceanía se encontraron con pueblos que aun seguían viviendo en la Edad de Piedra, muchos de ellos como cazadores-recolectores.

Jared Diamond
Contrario a lo que se podría pensar, no se trata de un libro que busque argumentos para justificar las ideas racistas que postulan que esto se debió a la superioridad de los pueblos de origen europeo que, al ser más inteligentes, supieron aprovechar mejor su entorno, pues como dice el doctor Diamond, si los pueblos polinesios hubieran vivido en Europa y los europeos en Polinesia, las polinesios hubieran sido los conquistadores y los europeos los conquistados.

Entonces, ¿cuáles son las razones que hicieron evolucionar más a unos pueblos que otros? De acuerdo con Diamond, esto se debe a varias circunstancias que tienen que ver especialmente con la geografía pero también con la naturaleza.

La pregunta básica que se ha de responder es la siguiente: ¿por qué si la vida humana surgió en África y estuvo confinada a ese continente durante cientos de miles de años, no fueron ellos quienes, al contar con esa indudable ventaja de salida, los que más rápido evolucionaron y acabaron dominando al mundo?

Portada
El libro en cuestión

El continente euroasiático es el único cuya geografía es más ancha que larga, contrario a lo que sucede con América y África, lo que provocó que el primero tuviera una franja más ancha con clima parecido. Esto permitió que fuera más fácil transmitir los adelantos obtenidos por una civilización a las demás. En el caso de América, la estrecha franja que une el norte con el sur, situada en Centroamérica y más específicamente en Panamá, cubierta por una densa selva, impidió en gran medida el contacto entre las civilizaciones que surgieron a ambos lados, y así vemos como los incas no compartieron a la llama domesticada con los mesoamericanos que conocían la rueda pero no tenían animales de tiro. Lo mismo ocurrió en África al estar dividida por dos grandes desiertos, el Sahara y el Kalahari.

Además, Eurasia contó desde un principio con la mayor variedad de plantas y animales domesticables, como el perro, la oveja, la cabra, la vaca, el puerco, por mencionar algunos, mientras que en África y Oceanía contaron con menos especies para domesticar y en América, en el caso de los animales, tan sólo con la llama, la alpaca y la vicuña en el sur del continente, y un tipo de perro en Mesoamérica. Además, los americanos contaron también con un número reducido de plantas domesticables que, para colmo, no eran tan ricas en nutrientes como las que se domesticaron en el Viejo Mundo. Por eso es que la agricultura nació primero en el Oriente Medio (lo que ahora es Irak, básicamente), China y la India, de donde pasó a Egipto y después a Europa. En el caso de América, surgió primero en Mesoamérica y después en los Andes, pero eso ocurrió mucho tiempo después que en Eurasia y, como dije, contando con menos especies vegetales domesticables.

La importancia de la agricultura se manifiesta al observar que los pueblos agrícolas, al ser sedentarios y producir más comida, se reproducen más rápido y desarrollan más tecnología, lo que al final les permite acabar con los sus vecinos cazadores-recolectores que son menos numerosos, ya sea mediante su destrucción o su asimilación.

Por otro lado, la variada cantidad de animales domesticados en Eurasia permitió que el ser humano, al estar en contacto diario con ellos, desarrollara una resistencia genética a las enfermedades transmitidas por estos, lo que no ocurrió con los pobladores de América, y por eso, cuando los europeos cruzaron el Océano, las enfermedades que traían acabaron con la mayor parte de la población indígena del Nuevo Mundo y no al revés.

Y así continúa con explicando con argumentos sólidos esta diferencia entre las sociedades, haciendo a un lado, como ya dije, el racismo que promueve la superioridad de la raza blanca, dando a entender que ésta, simplemente, contó con buena suerte y supo aprovecharla, lo que habría ocurrido con cualquier otra raza del mundo en las mismas circunstancias.

Yo lo expliqué de una forma somera, tratando de ser lo más claro y sencillo posible, aunque si no fue así, les pido que me lo hagan saber para que platiquemos, o mejor aun, lean el libro, pues realmente vale la pena que esté en cualquier biblioteca.

La narración del autor es entretenida, aunque en ocasiones un poco repetitiva, además de que no usa citas al pie, lo que permite una lectura más ágil. El libro, en su momento, se convirtió en todo un bestseller, pero a pesar de los años transcurridos, las puestas al día del autor han permitido que sus postulados sigan vigentes.

También se puede ver un excelente documental basado en el libro y dirigido por el mismo autor en https://www.youtube.com/watch?v=d3mdVKfwchw, producido por la National Geographic Society.



jueves, 23 de abril de 2015

EL PLAN DE CHICONTLA O EL RETORNO DE MOCTEZUMA

La discusión acerca de la forma de gobierno que más convenía a México fue constante en el siglo XIX hasta la caída del imperio de Maximiliano. ¿Monarquía o república? Aunque actualmente la historia oficial no suele dar ninguna importancia a esta discusión y suele pasar por alto la existencia de un movimiento monárquico importante en aquellos primeros años de nuestra vida independiente, lo cierto es que ésta fue una idea que estuvo muy presente, especialmente cuando la lucha por el poder dentro de la República daba signos de hundir a México en la peor de las anarquías. El historiador José Fuentes Mares decía, y con toda razón, que uno de los grandes misterios de la historia en el siglo XIX fue la forma en que México logró evitar su desaparición, pues entre las agresiones extranjeras, nuestros pleitos internos y la ausencia de un sentimiento nacionalista en la mayor parte de la población, nadie en su sano juicio hubiera apostado por su continuidad como nación independiente.

Agustín I
Por lo que se refiere al proyecto monárquico en el México decimonónico, normalmente nos enseñan en la escuela sobre Iturbide y Maximiliano, sin establecer ningún tipo de conexión entre ellos y sin explicarnos que en el ínter la corriente política que buscaba el establecimiento de un rey o un emperador siguió vigente y tuvo momentos de especial fuerza, sobre todo después de la terrible derrota frente a los Estados Unidos, debida a la incompetencia, la ambición y la falta de patriotismo de nuestra clase dirigente en su conjunto, y no sólo de Antonio López de Santa Anna, que si bien fue responsable, no lo fue en solitario.

Durante el periodo de tiempo transcurrido entre la caída de Iturbide y el ascenso de Maximiliano, fueron muchos los intentos fracasados para crear una monarquía en el país, y no todos provenían de algunos miembros de la élite gobernante, como podría fácilmente suponerse, sino que hubo también algunos que surgieron en pequeñas comunidades impulsados por personajes oscuros pero con arraigo en su terruño.

Maximiliano I

Quizá uno de los más curiosos fue el propuesto mediante el llamado Plan de Chicontla o Plan de la Monarquía Indígena en el año de 1834. Este documento en realidad fue proclamado el 2 de febrero en Ecatzingo y no en Chicontla (¿Saben dónde están? Pues busquen en su mapa). Mediante este Plan se promovía la creación de una monarquía indígena que recayera en un descendiente de Moctezuma y fue expedido por el Padre Epigmenio de la Piedra Aureoles, antiguo diputado constituyente en 1824 y el presbítero Carlos Guadalupe Tepisteco Abad. Contenía 39 artículos en los que se pretendía combatir las ideas liberales y la inestabilidad del gobierno mexicano. El Plan en cuestión decía en sus puntos principales lo siguiente:

     Art. 1º.- La Nación Mexicana adopta para su gobierno, el Monárquico Moderado, por una Constitución que se formará al efecto.
     Art. 2º.- La convocatoria al Congreso Constituyente se hará por los Generales sostenedores de este plan, y estos mismos garantizarán la libertad legal en las elecciones.
     Art. 3º.- El número de diputados al Congreso Constituyente, será correspondiente a uno por cada cien mil almas de población, y en igual número de indios que de las otras clases.
     Art. 4º.- El Congreso Constituyente se ocupará exclusivamente de la formación de la Constitución de la Monarquía, que deberá estar concluida a los seis meses de su instalación, y de la elección del Emperador y creación del Consejo de Estado, que deberán hacerse dentro del mismo término.
     Art. 5º.- El Congreso Constituyente elegirá doce jóvenes célibes, nacidos y actualmente existentes en el territorio mexicano, de los que acrediten competentemente ser más inmediatos descendientes del emperador Moctezuma; de entre ellos se sacará por suerte el que la Divina Providencia destine para Emperador.
     Art. 6º.- El que la suerte designare, será inmediatamente coronado por el Congreso, protestando antes juramento de sostener la religión católica, romana, en la integridad y pureza que la recibimos de nuestros mayores, sin permitir nunca el ejercicio público de ninguna otra; de guardar y hacer guardar la Constitución del Imperio; conservar y sostener la libertad justa e igualdad ante la ley y la integridad del territorio nacional.
     Art. 7º.- El Emperador, dentro de seis meses después de su elección, deberá estar casado, si fuere indio, con una blanca, y si fuere blanco con una pura india.
     Art. 8º.- Habrá un Consejo de Estado Permanente, compuesto de dos individuos electos por cada provincia, de los cuales uno será indio, y otro de las otras clases, de cuarenta años de edad. 
     Art. 12°.- Los indios elegirán inmediata e interinamente su Gobernador y República en los pueblos en que los había antes del sistema Constitucional, y sus atribuciones y facultades serán las mismas que entonces.
     Art. 20°.- Todas las piezas eclesiásticas, así como los destinos subalternos, se distribuirán con igualdad entre los indios y castas más idóneos.
     Art. 25°.- Todos los empleos civiles, eclesiásticos y militares, se darán en lo sucesivo con igualdad entre los indios y demás clases.
     Art. 33°.- A todos los pueblos que no tengan terrenos suficientes, ni el agua necesaria con respecto a su población, se les dará de ésta la conveniente, y de aquél mil varas a cada viento; y por uno y otro se indemnizará justa y oportunamente a los propietarios de quienes se tomare.

Moctezuma II Xocoyotzin

Este plan era un tanto ingenuo y utópico. ¿De dónde pensaban sacar a doce jóvenes célibes descendientes de Moctezuma más de 300 años después de la muerte de éste? Además, varios de sus hijos e hijas habían sido enviados a España desde la época de Cortés, instalándose ahí, donde el emperador Carlos V les dio títulos nobiliarios. Uno de ellos era el de condes de Moctezuma y Tula. No creo que alguno de ellos, descendientes directos del emperador mexica, hubiera estado dispuesto a volver a la tierra de sus mayores, pues ya eran más españoles que mexicanos.

¿Y eso de casarse con una mujer blanca o indígena, dependiendo de la raza del descendiente de Moctezuma? Un poco extraños los requisitos, lo que hacía todavía más difícil encontrar a los candidatos. ¿Y por qué sólo descendientes de Moctezuma? ¿Qué pasaba con los descendientes de Cuauhtemoc, Cuitláhuac o cualquiera otro de los tlatoanis mexicas?¿Por qué la discriminación?

En rojo aparece Ecatzingo, lugar donde se proclamó el plan.

Por otro lado, el plan mostraba una faceta de intolerancia religiosa y xenofobia muy marcada, aunque hay que reconocer que eso era muy típico de la época. Pero también presentaba algunos artículos muy interesantes en los que se proponía una igualdad entre los indígenas y los demás miembros de la sociedad, así como de reparto de tierras que estaban muy adelantados a su tiempo.

Un plan curioso que, desde luego, no tuvo ningún apoyo, a pesar de lo cual el gobierno mandó capturar a sus promotores. El padre De la Piedra consiguió refugio y protección en el arzobispado de México, pero el padre Tepisteco fue capturado y presentado ante el presidente Valentín Gómez Farías. Tras una breve charla entre ambos, el presidente se dio cuenta que el sacerdote era un hombre ignorante que había sido utilizado por el padre De la Piedra. A pesar de eso lo remitió a los tribunales eclesiásticos para que fuera juzgado, aunque el asunto no pasó a mayores.

Sin embargo, no podemos dejar de observar la alusión a la triste condición de la población indígena y al tinte reivindicatorio que presentaba el plan, situación que, por desgracia, no ha cambiado mucho en nuestra época, en que los pueblos indígenas siguen sufriendo la discriminación y el desprecio de muchos mexicanos.



miércoles, 22 de abril de 2015

EL TOP TEN DE LOS MEJORES RESTAURANTES DE NUEVA YORK... SEGÚN YO, DESDE LUEGO

Si algo distingue a Nueva York es la enorme cantidad de restaurantes de todo tipo que brindan sus servicios a locales y fuereños. El cada vez más creciente número de inmigrantes permite a esta ciudad ofrecer una variedad gastronómica única en el mundo. En un sola cuadra es posible encontrar comida africana, asiática, europea, americana y hasta de Oceanía. Por ello, nunca resulta fácil hacer una lista con los mejores restaurantes, pues ésta siempre será subjetiva.

En mi particular experiencia, tras vivir cinco años en esta caótica urbe, puedo ya presumir de tener mis restaurantes favoritos, aunque desde luego aclaro que si tuviera ganas, podría hacer una lista mucho más larga. Pero tampoco quiero aburrirlos. Así que sin más, ésta es mi lista, sin orden alguno, no van de más a menos, no van en orden alfabético, tan sólo van como fueron llegando a mi mente. Cuando vayan de visita, si nos hablan, prometo llevarlos por lo menos a dos.

Hampton Chutney: descubrimos este delicioso restaurante franco-indio, situado en el 464 de la avenida Amsterdam, entre las calles 82 y 83 en el Upper West Side de Nueva York, un día que fuimos de visita al Museo de Historia Natural. Hasta la fecha, cada vez que vamos, que por desgracia no es muy seguido, salimos con la sensación de haber comido como nunca de bien. La especialidad de la casa son las dosas, una especie de crepa india hecha con arroz y lenteja. Antes de continuar, quiero asegurarme de que cuando digo "india", entiendan que me refiero a la India (país del sudeste asiático) y no a los indígenas americanos. Siendo así, podemos seguir. Para que se imaginen una dosa, piensen en el chicharrón de queso que venden en cualquier local de tacos que se respete (la consistencia es la misma), después háganlo crecer al triple, cambien el queso por arroz y lentejas y ¡voilá!. Ya tienen su dosa. En el interior pueden colocar una rica mezcla de pollo, diversas verduras asadas o frescas como jitomate, aguacate, espárragos, arúgula, espinacas y otras más, además de diversos tipos de queso, ya sea de vaca o de cabra. Por último, pónganle encima uno de los famosos chutneys que preparan aquí. Yo les recomiendo el de cilantro, el de mango y el de cacahuate. Son simplemente espectaculares. Y no se preocupen por el tamaño, pues aunque se ven muy grandes son muy ligeras y el relleno no es muy abundante. ¡Y son libres de gluten! Por último, el local es muy agradable, muy iluminado y bien puesto, dando la sensación de estar en un pequeño pueblo y no en la gran ciudad. En promedio, una dosa cuesta diez dólares.

Dosa con pollo, espinaca, jitomate y queso de cabra

Afghan Kabab: situado en el 7416 de la avenida 37, entre las calles 74 y 75, en Jackson Heights, Queens, este restaurante afgano queda muy cerca de nuestra casa. A mí en especial me gusta mucho el kabab que preparan, ya sea de pescado, pollo, res o cordero, en forma de brocheta, perfectamente bien condimentado y acompañado de un arroz que no tiene igual en ningún lado y una pequeña ensalada fresca, esta última bastante normal. Pero también pueden probar los Kara-e, que es carne de cordero, pollo, pescado o camarón preparada en un delicioso caldo con jitomate, cebolla, cilantro, pimiento morrón, garbanzos y diversas especias. Es muy bueno. Y para compañar, nada mejor que un lassi de mango, bebida preparada a base de yogur y fruta. En promedio, aquí pueden comer con 15 doláres por persona.


Afghan Kebab & Grill - Chicken and shrimp comb on the left and combo kabab on the right - Jackson Heights, NY, United States
El kabab afgano es delicioso

Happy Kitchen: este restaurante japonés está considerado como uno de los mejores en toda la ciudad de Nueva York. Situado en el número 8012 de la avenida 37, entre las calles 80 y 81, también en Jackson Heights, ofrece un variadísimo menu de sushi, sashimi, tempura, noodles, teriyaki y otras delicias de la cocina nipona. Yo les recomiendo especialmente los crunchy rolls, que es un sushi preparado con un poco de pan molido en el interior, además de los ingredientes comunes, lo que da una sensación muy agradable al paladar. El dueño siempre está presente y es muy amable con todo el mundo. Además, me acaban de informar que se está ampliando el local, pues el anterior era realmente pequeño, con tan solo cuatro mesas para dos personas cada una. Con diez dólares pueden comer muy bien.

La barra de sushi del Happy Kitchen

Arunee: se trata sin duda de uno de los mejores restaurantes tailandeses de Nueva York, situado en el número 7823 de la avenida 37, entre las calles 78 y 79, también en Jackson Heights. Yo no tengo la culpa de vivir en un barrio con excelentes restaurantes. Recientemente fue remodelado en un estilo moderno y quedó muy agradable. El menú es muy variado, pero yo especialmente les recomiendo el Pad Thai, que son unos noodles de arroz acompañados de carne, verduras y cacahuates; el Pineapple fried rice, arroz con camarones y verdura servido en el interior de una piña; o cualquiera de los currys, pues todos son deliciosos. En promedio se puede comer con 15 dólares.

Pineapple fried rice

Smorgas Chef: en un cambio radical, nos vamos hasta el número 53 de la calle Stone, en el Distrito Financiero al sur de Manhattan, para llegar a un escondido restaurante escandinavo que ofrece platillos de Suecia, Noruega y Dinamarca. De por sí el lugar en el que se encuentra es genial, pues se trata de la calle empedrada más antigua de la ciudad que más bien parece un callejón, todo lleno de restaurantes que en el verano cierran la calle y la llenan de mesas. Es muy agradable comer ahí. Del menú yo les recomiendo las albóndigas suecas, el salmón o el pescado Cod Islandés. De beber les recomiendo el jugo de Lingonberry, un tipo de mora muy tradicional en esa región del mundo. También tiene sucursales en el West Village y en Murray Hill, ambos en Manhattan. En promedio se puede comer con 20 dólares.

Stone street

Thai-són: se trata de un restaurante vietnamita situado en el número 4010 de la calle 74 en Jackson Heights, enfrente de la estación del metro. Para mí lo mejor, sin dudarlo, son una especie de tacos que en lugar de tortilla se preparan con hojas de lechuga orejona y que llevan carne de res, hojas de menta, una delgada hoja de noodles del tipo cabello de ángel y pepino, además de una salsa con cacahuate. Son espectaculares. También es muy recomendable el Vermicelli, que consiste en algún tipo de carne (pollo, puerco o res) con lechuga y citronela sobre una cama de arroz Vermicelli. En promedio se come con 12 dólares.

Puerco Vermicelli

Lali Guras: seguimos en Jackson Heights, ahora con un simpático restauran que ofrece comida de Bhután, Nepal y el Tíbet, situado en el número 3763 de la calle 76. El local es muy pequeño y fácilmente podría pasar por una fonda mexicana. El menú no es muy variado pero sí delicioso. Yo recomiendo especialmente los dumplings y el Thali de cabra. Ir a este restaurante es muy curioso, porque normalmente los comensales son originarios de esas regiones del mundo y normalmente somos los únicos que hablan español ahí. Pero la gente suele ser muy amable y te reciben con los brazos abiertos y una sonrisa. Con 8 dólares comes bastante bien.


Thali de cabra


Yum Yum: regresamos a lo tailandés, ahora con un restauran localizado en el número 4301 de Queens boulevard, en Sunnyside, Queens. Hasta que descubrimos el Arunee, éste fue nuestro tailandés favorito. De aquí recomiendo especialmente la sopa de leche de coco con pollo (no hay palabras para describir el sabor de esta maravilla), la ensalada de papaya verde, el pollo en salsa de nuez de la India y el pargo rojo con salsa de curry Massman, a base de cacahuates y papas. De postre tienen deliciosos helados de te verde y frijol rojo. En promedio gastas 13 dólares por persona.

Pollo con salsa de curry Mussaman

Meskerem: de regreso en Manhattan, nos vamos a un delicioso restauran etíope situado en el número 124 de la calle Macdougal, en Greenwich Village. De aquí no pueden irse sin prober las injeras, una especie de crepa de la que ya hablé en otra entrada, sobre la que se ponen una diversidad de guisos y se come con la mano. No hay más que decir. Es simplemente espectacular. Además pueden acompañar la comida con una buena cerveza etíope, que aunque no tiene nada que hacer frente a la mexicana, no es nada mala. En promedio se gastan 15 dólares por persona.

La famosa Injera


Cafe D'Alsace: termino con este recorrido en un excelente restauran francés localizado en el número 1695 de la 2a avenida esquina con la calle 88, en Manhattan. Recomendaciones: el pato a la naranja, la trucha con almendras y el pollo al vino. En el verano es agradable comer en la parte de afuera. Este es un poco más caro pero vale la pena para una ocasión especial. Aproximadamente 25 dólares por persona, que tampoco es tanto para los estándares de Nueva York.

Filete de trucha con almendras

Esta lista no excluye, desde luego, a otros restaurantes, pues como dije al principio, en Nueva York hay tantos y tan buenos que podría ser interminable enumerarlos a todos. Pero al menos con esta ya tienen una buena idea de a donde ir cuando vengan de visita por estas tierras. Y avísenos para acompañarlos, no lo olviden, ¿eh?

¡Ah! Y prometo otra entrega con el top ten de los mejores restaurantes de la ciudad de México, según mi muy particular gusto e interés.